Inicio Religión Católica La iconoclastia y algunas de sus manifestaciones (La islámico-yihadista y la laicista-masónica)

La iconoclastia y algunas de sus manifestaciones (La islámico-yihadista y la laicista-masónica)

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“Iconoclasta” es “el que rompe” (klastés en griego) o destruye “la imagen” (eikón, eikónos en griego, de donde “icono”). A su vez, “iconoclastia” es la actitud e ideología caracterizada por la destrucción de las imágenes, especialmente de las religiosas. La iconoclastia puede ser considerada una constante de existencia guadiánica en los dos mil años de la historia de la Iglesia con periodos de corriente subterránea, oculta, y periodos de emergencia a la superficie.

EL CONOCIMIENTO ANALÓGICO DE LO DIVINO

Antes de hablar por separado de la iconoclastia y de la idolatría, parece conveniente y hasta pedagógico tratar de averiguar sus causas, al menos la básica.

1.1. ¿Dios a la luz de la razón humana como el color rojo según los ciegos de nacimiento?

Invito al lector a hacer la experiencia de averiguar qué entiende un ciego de nacimiento por alguno de los colores, por ejemplo el rojo. Lo he intentado dos veces. Las dos veces me han pedido puntos de referencia o identificación de ese color, y las dos veces desde lo acústico. Es lógico, pues los ciegos –tal vez por compensación- suelen tener muy desarrollado el sentido de la audición. En esa circunstancia uno se ve obligado a comparar el color rojo, el color más fuerte y excitante, con el sonido fino, penetrante del violín. Hasta la muleta, usada en el toreo, es de color rojo, color de la sangre. ¿Si fuera de otro color excitaría con la misma intensidad la acometividad de los toros?

¿Pero, qué diría el ciego de nacimiento si lograra ver? Seguramente que la imagen visual, real, se parecía muy poco, por no decir nada, a la imagen acústica, imaginada por él. Y esto a pesar de que la imagen visual y la acústica son de la misma naturaleza (ondas vibratorias), aunque de distinta frecuencia. Entre Dios y la razón humana hay una distancia “infinitamente” mayor que entre el color y el sonido. Por eso nuestro conocimiento de lo divino a la luz de la razón es analógico, simbólico, metafórico.

1.2. Es relativamente fácil saber que Dios existe, muy difícil saber cómo es Dios

El pensador español Xavier Zubiri (Naturaleza, historia y Dios, Editora Nacional, Madrid 19787, p. 353) pone en relieve unas palabras de santo Tomás se Aquino (Summa Theol I q. 2 a. 1 ad 1um): “Conocer a Dios de cierta manera confusa es algo que nos está naturalmente inserto (…). Pero esto no es conocer simpliciter que Dios existe. De la misma manera que conocer que alguien viene no es conocer a Pedro, aunque sea Pedro el que viene”. Con otras palabras, una cosa es saber que alguien viene y otras saber quién es o cómo es el que viene. Para saber que alguien viene no suele ser necesario aplicar la oreja a la tierra como en las películas de indios estadounidenses para escuchar el galope lejano de los caballos. Se presiente la mayor o menor cercanía de alguien por sus pisadas, olor, etc. Es fácil saber que Dios existe, aunque en épocas sensoriales, como la nuestra, ni esto resulta fácil. Pero, en cualquier tiempo y circunstancia, es muy difícil conocer cómo es Dios. A la pregunta: ¿cómo es Dios?, el cristianismo tiene una respuesta maravillosa: ¡Jesucristo! Pero, en esta bitácora, nos acercamos a Dios desde la razón, no desde la revelación y fe cristiana.

1.3. La pértiga de la analogía

Seguramente todos, en la retransmisión de los juegos olímpicos, hemos visto cómo en los saltos con pértiga –tras muchas horas de entrenamiento- los atletas son capaces de saltar muchísimos más metros que sin ella. Dada la distancia infinita entre Dios y el ser humano, en el conocimiento racional de Dios el hombre da un salto gigantesco apoyándose en la analogía como en una pértiga.

Información ofrecida por el Padre Manuel Guerra en Infovaticana.

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