Dice Ascensión que su pueblo es «un zoo muy raro», que lo que pasa en su pueblo no es normal. Vive en Pontons, casi una aldea con apenas 500 habitantes en la parte noroccidental de la comarca del Alto Penedés, en la provincia de Barcelona. Aquí gobierna el Partido Popular desde hace 16 años. Siempre con mayoría absoluta. No hay otro municipio en toda Cataluña en el que mande el Partido Popular tras el 24M, día del gran descalabro ‘popular’. Sin embargo, el pasado domingo, en las últimas elecciones autonómicas, arrasó Junts pel Sí, la coalición de Convergència y ERC a favor de la secesión de Cataluña. Tampoco es nuevo, siempre ganaron los nacionalistas en las autonómicas y en las generales. «Aquí somos independentistas, pero votamos al Partido Popular», zanja una vecina. Y punto. Bienvenidos al extraño caso de Pontons.
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El Mundo / Lluís Caldentey es el jefe de Pontons, el alcalde de derechas. Muy de derechas. Fan de Aznar y verso suelto en sus extremos. Presume de que no hay «moros» en su pueblo y en 2005 Génova le abrió un expediente para expulsarlo del partido tras llamar «tarados» a los homosexuales, criticar el matrimonio entre personas del mismo sexo y matizar después a su manera: «Tal vez la palabra ‘tarados’ no es la más adecuada, pero los homosexuales son deficientes para procrear y educar». Los concejales del grupo popular impidieron la dimisión del alcalde y ahí sigue una década después, rajando de Mariano Rajoy porque «no hace nada en Cataluña». «Es un gran presidente del Gobierno porque nos ha sacado de una crisis peor que la de Grecia, pero se equivoca en Cataluña porque no hace nada, está pasivo y aquí el independentismo no deja de crecer».
Que se lo digan a él. El pasado domingo 124 vecinos (el 44,29%) votaron a Junts pel Sí y otros 31 a la CUP; sólo 62 fieles confiaron en el Partido Popular. Mayoría absoluta de los independentistas, en votos y en escaños. Y Caldenteny, que había atrapado 169 votos en las municipales, se sigue quejando: «Mariano Rajoy debería haber actuado hace un par de años porque ahora es tarde y todo está muy envenenado. Esto se habría frenado aplicando las leyes, que al final parece que se hagan para no cumplirlas«. El 9 de noviembre de 2014, el alcalde de Pontons se negó a que se votara en su pueblo el simulacro de referéndum que planeó Artur Mas en toda Cataluña. Los vecinos más independentistas fletaron un minibús para poder ir a votar al pueblo de al lado, a 9 kilómetros.
«Lo que pasa aquí es muy raro», repite Ascensión como un mantra, como el borracho que avisaba a los foráneos en ‘La Matanza de Texas’: «Por aquí pasan cosas que no se dicen». Y salta otra vecina que prefiere esconder su nombre «porque el pueblo es muy pequeñito y todos nos conocemos». Se queja ella de que el pueblo sea noticia cuando gana el Partido Popular y nadie venga a contar los votos cuando el PP pierde como el último domingo. «La gente no lo entiende, pero aquí no votamos al Partido Popular, aquí la gente vota al alcalde. Se vota a la persona, pero tenemos la mala suerte de que esta persona es del PP. Lluís es hijo de aquí y siempre ha vivido en el pueblo, el problema es que es del PP, qué le vamos a hacer. Es un caso único y lo seguirá siendo mientras este señor se presente, pero se ha visto en las autonómicas que aquí, de verdad, somos independentistas».
Pilar tiene un restaurante en Pontons y dice que el alcalde gana y vuelve a ganar «porque hace cosas». Ya lo decía Rajoy: «Me gustan los catalanes porque hacen cosas». Y Lluís, por lo visto, hace muchas. «Ayuda a todo el pueblo, si se te estropea el móvil te lo lleva a arreglar, si te tiene que mirar la pensión, lo hace y si hace falta, te acompaña al banco. Está jubilado, tiene todo el tiempo del mundo y lo dedica al pueblo. La gente le vota a él y lo harían en cualquier partido que estuviera«.
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Hay una señora al otro lado de la barra, que tampoco da su nombre, que votó al PP en mayo y a Junts pel Sí en septiembre. Representa a la mayoría de Pontons. «Mi corazón es catalán, pero a la hora de votar en el pueblo… Al final votas con el bolsillo y este alcalde ha arreglado el pueblo y no hemos pagado nunca nada. Arregló las carreteras, hizo un colegio, un parque para los niños… Y no hemos pagado nada. En mi casa se dice que cuando gobernaba aquí CiU (hace 16 años) te pasaban la factura de cada obra en el pueblo, cada vecino pagaba su calle. A mi si el alcalde me arregla mi casa, me interesa y me da igual que sea del Partido Popular. Además yo votó a Convergència, que también es de derechas, ¿no?».