El Gobierno de la República Popular China creó hace tiempo una iglesia paralela e independiente de la Santa Sede, con el fin de controlar a los católicos y que obedecieran al partido comunista. Se llama la Asociación Patriótica Católica China. Los católicos que quieren seguir siendo fieles al Papa, sufren persecución y encarcelamiento. Este organismo obliga a las personas a asumir conductas contrarias a su conciencia de católicos.
RC / El padre Thomas es un sacerdote chino que estudia derecho canónico en el Colegio Eclesiástico Internacional Bidasoa de Pamplona. Puede estudiar en España gracias a una beca de estudios concedida por CARF Fundación. Relata cómo asisten a la santa Misa los católicos de su país: “Secelebra en una casa de una familia católica. Es como si fuera una reunión más de cualquier familia. Allí, el sacerdote clandestino, administra los sacramentos y predica. Ser perseguido por Cristo es una verdadera alegría”, afirma.
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Cuenta que no tienen noticias de su obispo, que lleva 20 años en la cárcel, completamente desaparecido. “Los policías salen de caza con frecuencia para apresar a los jefes católicos. A pesar de esta persecución, en China la gente practica la fe y tiene mucho respeto al sacerdote”, dice el padre Thomas.
Entidades como CARF o Ayuda a la Iglesia Necesitada (asociación eclesial que depende de la Santa Sede) contribuyen a la formación de sacerdotes y seminaristas de China. “Los católicos no nos tenemos que olvidar que una parte de la Iglesia está sufriendo. Tenemos que apoyarles rezando o con ayudas económicas”, recuerda el sacerdote chino.
Desde su fundación, CARF ha ayudado con becas de estudio a más de 200 sacerdotes y seminaristas de China. Ayuda a la Iglesia Necesitada envió 700.000 euros el curso pasado, para el apoyo de nuevas vocaciones y la construcción de templos.
La fe en la clandestinidad
Los católicos que no quieren someterse a la autoridad del partido, están fuera de la legalidad y por ello, deben vivir su fe en clandestinidad. Juan es otro seminarista chino que estudia en Roma. Cuenta que en su país es difícil asistir a la santa Misa por falta de sacerdotes. Un cristiano corriente podrá asistir 10 o 12 veces en el año, pero cada domingo una de las familias cristianas de la comunidad pone a disposición su casa y allí se encuentran las familias a rezar y a escuchar la palabra de Dios.
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“En estos días, en mi provincia están quitando las cruces de las iglesias, alegan que la religión es algo del ámbito privado y no deben hacerse públicos sus signos porque además, permitirlo, es una desigualdad con otras religiones. En una parroquia de mi diócesis hay un monte, y entre los árboles hay una cruz de piedra que no está muy visible. Un campesino del lugar nos da ejemplo a los jóvenes, abrazándose todos los días a la cruz y diciendo que si quieren quitarla, antes le quitáis su vida», explica el seminarista.
Dice que conoce a un sacerdote a quien le quitaron su pasaporte y sus documentos y nunca más se los devolvieron, una forma de tortura moderna: perder la identidad y pasar a ser nadie en la sociedad civil.
Recientemente el Papa Francisco ha señalado que le gustaría mucho ir a China y desea que se den buenas relaciones con el Vaticano. Por el momento, China se encuentra entre los veinte países con más alto nivel de intolerancia y persecución religiosa.