PD / De paso, le mete a la primera edil madrileña por ser una «sectaria anticristiana» de tomo y lomo por lo de esconder los belenes y meter reinas magas en la cabalgatas. —La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, apuesta por la legalización de las drogas—
La carta puede leerse en la Tribuna del País Vasco y, desde luego, Carmena recibe por todos los frentes. —La hija de Fidel Castro asesora a Carmena en el cambio de calles franquistas—
«…Leo sin odio ni tampoco sorpresa, aunque imagino que con su sonrisa y la de su marxista consistorio, sus dos últimas medidas políticas, que sin un ápice de duda no ayudarán a la prosperidad de la ciudad, ni a la concordia entre sus ciudadanos:
– Sustituir a los cristianos Reyes Magos por reinas.
– Retirar las calles que recuerdan a las víctimas del marxismo y a quienes nos defendieron de él.
Poco análisis haré de cómo pretende pervertir un hecho histórico recordado durante XXI siglos. Me refiero a la milagrosa visita de aquellos reyes (los cristianos lo consideramos el primer milagro de Jesucristo) portando valiosos regalos, «incienso, mirra y oro» para homenajear la llegada de un niño judío, nacido en un humilde pesebre. Cristo Rey…»
Subraya que:
«…Imagino la sonrisa de medio mundo ante la patética manipulación histórica de una celebración de carácter planetario, publicitando su estulticia sectaria anti-cristiana, propia del marxismo más casposo y anciano, en un gesto más del odio secular que proclaman, también a lo judío.
Hoy, los consistorios controlados por Podemos están impulsando campañas de señalamiento al judío, perseguidos desde 1920 por el Islam, cuyo derecho a la defensa o se niega o se exige sea equidistante. El #BDS. Nada nuevo en marxistas cuyas contradicciones os sitúan en el más absoluto ridículo. Hasta Marx era judío…»
Le dice con mucha sorna que:
«…Usted, anciana comunista, solo tiene como «fe» su propio egoísmo, única definición de marxismo. Su marido es la mejor prueba de esa estafa ideológica, que mientras proclama la defensa de «los parias de la tierra» los saquea, y al que sin tardanza se ha entregado tras tomar el poder en Madrid, en unas elecciones, recuerde, que perdieron, colocando amigotes y familiares mientras anuncia, en otro robo propagandístico, haber reducido el déficit de Madrid un 19.3% en solos seis meses. Un mérito de Ana Botella que revela la malicia de la actual alcaldesa.
Esta circunstancia, un ayuntamiento comunista en la capital, es en sí todo un hecho histórico. Solo una vez antes había gobernado el comunismo en la ciudad de Madrid. Fue con el Frente Popular, de funesta memoria, quien, curiosamente, tampoco ganó las elecciones.
Quienes leemos sobre los usos y costumbres del marxismo sabemos que «La esencia de la dialéctica marxista es el fetichismo de las palabras, cuyo sentido variará según las necesidades (V. Misses)». No hay nada más fácil que poner este hecho en evidencia.
Para ello no me iré a Cuba, esa monarquía castrista hereditaria, me quedaré en Europa. Bien sabe el mundo cuán democráticas fueron aquellas repúblicas socialistas, cuyo término de «democráticas» ostentaban manipulando sin rubor. República democrática de Rumania, de Checoslovaquia, de Polonia, de Alemania… Todas satélites de los soviéticos. Una perversión que usted practica sin rubor y circularmente.
Y si la democracia es la preservación de los derechos mediante la ley, de democracia vengo a hablarle. La del Frente Popular, que «reventó» las elecciones de febrero de 1936 y la del primer derecho, el de la vida y la propiedad, ambos contrarios al marxismo que usted representa.
Mientras desde su aparente y bondadosa ancianidad insiste en pervertir la historia pasada y la realidad presente, inventando 25.000 niños hambrientos en Madrid para engañar al elector y tomar el poder.
Recuerde, la crisis económica y sus miserias las trajo, una vez más, un gobierno socialista, gracias a un personaje que se declaraba «rojo», término que se empleó en la Guerra Civil, aunque no más rojo que usted.
Pero la realidad, hoy, bondadosa abuelita, no es ya tan fácilmente manipulable en esta nueva sociedad 2.0 de la información, que tanto buscan controlar y manipular. Decenas de «bots» «podemitas» me asaltan en Twitter con sonrisas.
En su ensalzada y democrática II República, a solo tres semanas de inaugurarse ésta (gracias a unas elecciones municipales también fraudulentas que ganaron los monárquicos) ardían nada menos que 100 templos en toda España (Rita Maestre hubiese gozado estando allí).
La protección de los derechos a los ciudadanos católicos en la estafa republicana no se hizo esperar; y vino de la mano de Azaña, presidente del gobierno, quien declaraba «Todos los conventos e iglesias de Madrid no valen la sangre de un republicano…»
Saca a colación que:
«…Niceto Alcalá Zamora, presidente de la Republica, narra estas «hazañas democráticas marxistas» en sus memorias, guardadas con sus bienes y ahorros en «Banco de España S.A.» (entonces el banco no era nacional, sino privado) saqueado por Negrín y Prieto en septiembre de 1936.
La cuarta reserva de oro más importante del mundo se envió a Moscú, mire usted qué cosas, sentando un precedente en la historia jamás visto desde Fernando VII: una nación entregando su tesoro patrio a otra, en este caso la que el comunista Stalin tiranizaba, y desde donde, a través del Komintern, se controlaban las brigadas internacionales.
Prieto y Negrín entregaban el tesoro nacional y de paso se preparaban un lujoso retiro de salir mal la Guerra Civil tan buscada (eso se lo explico después).
Niceto, conocedor del robo de su patrimonio y memorias, de nuevo las reescribió antes de morir. En ellas (léanlas, están publicadas finalmente, a pesar de Zapatero, quien las secuestro) narra como el bolchevique Frente Popular bastardeó las elecciones de febrero de 1936 tomando el poder hacia la revolución soviética. Y frente a una violenta realidad insistentemente proclamada desde el pistolerismo marxista con hechos (cientos de asesinatos) y proclamas (más abajo las publico), un puñado de militares evitaron que España hubiera acabado como otro estado satélite de la URSS. Mi abuelo fue uno de ellos.
Usted acusará a mi abuelo de fascista (en las redes me pasa a diario) y yo a usted de mentir. La razón me asiste a mí. Él era un militar y solo militar. Héroe en Filipinas, Cuba y Marruecos, defendió la propiedad privada, los derechos civiles y su juramento a España, que los marxistas, entonces como hoy, asaltaron y pretendían pervertir…»
Le recuerda que:
«…Para su ignominia, abuelita, la hemeroteca y la democracia sí son compatibles. Por eso, le traigo solo 5 citas del «Lenin Español» que acreditan mi relato. Así llamaban entonces a Largo Caballero, el sucesor de Pablo Iglesias, fundador del PSOE, y no su jefe de Podemos:
El 23-11-1931, Largo Caballero, ministro de Trabajo, ante la posibilidad de que las Cortes Españolas se disolviesen, amenaza:
«Ese intento sólo sería la señal para que el PSOE y la UGT lo considerasen como una provocación y se lanzasen incluso a un nuevo movimiento revolucionario. No puedo aceptar la posibilidad, que sería un reto al partido, y que nos obligaría a ir a una guerra civil».
El 24-05-1936, en Cádiz, tras la victoria del Frente Popular, al que pertenecía el PSOE.
«Hay que apoderarse del poder político; pero la revolución se hace violentamente: luchando, y no con discursos».
En un Congreso de las Juventudes Socialistas.
«No creemos en la democracia como valor absoluto. Tampoco creemos en la libertad».
En una entrevista en «El Liberal» de Bilbao (20-01-1936)
«Quiero decirles a las derechas que si triunfamos colaboraremos con nuestros aliados; pero si triunfan las derechas nuestra labor habrá de ser doble, colaborar con nuestros aliados dentro de la legalidad, pero tendremos que ir a la Guerra Civil declarada. Que no digan que nosotros decimos las cosas por decirlas, que nosotros lo realizamos».
En un mitin celebrado en Linares el 20-01-1936.
«La clase obrera debe adueñarse del poder político, convencida de que la democracia es incompatible con el socialismo, y como el que tiene el poder no ha de entregarlo voluntariamente, por eso hay que ir a la Revolución».
La Guerra Civil fue provocada por los marxistas de entonces y lo consiguieron, como proclamaron. Gracias a Dios la ganaron los compañeros de armas de mi abuelo, y yo, desde aquí, se lo agradezco. Casi un siglo después, ustedes siguen odiando tras esa derrota y yo, ilusionado en 1978 con el espíritu de reconciliación y el perdón de la Transición, hoy me lamento de ello. Usted no quitara las calles, plazas o institutos al asesino Carrillo o La Pasionaria. Su sectarismo, abuelita, señala su odio.
«Este crimen es la guerra civil» exclamó Prieto, tras conocer la noticia del asesinato del líder de la oposición por sus propios guardaespaldas, en revancha por el asesinato de Castillo, quien instruía y dirigía a las juventudes socialistas, los escuadristas del PSOE, sicarios y pistoleros de la República, con Santiago Carrillo entre ellos.
El líder de la oposición, Jose Calvo Sotelo, asesinado vilmente por dichos sicarios socialistas tras allanar su casa por la noche, violando su inmunidad parlamentaria (el marxismo jamás respetó algo) nos dejó una frase: «para levantar una nación hacen falta siglos y héroes, para destruirla un par de años y un monstruo al mando de la nave».
Y sentencia:
«…Usted hoy pretende ensuciar la memoria de mis mayores, de la mano de la hijastra de Fidel Castro, a quien ha encomendado la tarea de borrar del callejero el recuerdo de sus asesinatos y de quienes nos defendieron. Cobrará por ello. Yo no cejaré, con mi pluma heterosexual, en señalar su odio, su catadura moral, su tremenda mentira y la bajeza de sus intenciones y actos, abuelita.
Confío que los españoles entiendan qué representa usted y les nieguen su confianza muy pronto. Yo respeto la voluntad de los españoles, como la Ley, pero solo mientras ustedes lo hagan. No pondré la otra mejilla cuando inicien el saqueo que conoció mi abuelo y que aun hoy perpetran marxistas como usted a cubanos y venezolanos, hermanos de España y constituyentes de «La Pepa» con Bolívar y otros patriotas.
Retirar la calle al general Saliquet y sus compañeros de armas, o las que recuerdan el genocidio cristiano, solo sitúa su odio y ensalza las gestas de ellos. No hubo un solo caso de apostasía en la Guerra Civil, los cristianos dieron su vida, mártires.
Mi sonrisa la guardo para los míos, señora. Vaya usted con dios «compañera Manuela». «La Pasionaria» también pidió confesión antes de su muerte, cuando, como usted, ya era anciana.
Que pase una muy Feliz Navidad…»