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LA INSOPORTABLE TERTULITIS

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Por Eduardo López Pascual para elmunicipio.es

Desde hace tiempo se ha instalado en los programas de la televisión española un desmedido protagonismo de las llamadas Tertulias Políticas, un ejercicio aparentemente dialogante y en principio neutral, entre representantes de diversas ideologías, tanto de derechas como de izquierdas, llevadas según se justifican, como un deseo democrático de analizar los hechos, los gestos y las opiniones de destacados personajes de la prensa y los partidos políticos.

Lo que ocurre es que, desde mi punto de vista y no me atrevo a calificarlo de análisis, aunque sea entrecomillado, es que esta puesta en escena es todo menos analitica, por varias razones, entre las que no es menos importante la composición de esas tertulias, donde no se va a analizar un tema o situación concreta, sino a defender a marchamartillo, su propio parecer, su única opinión. Y así vemos como las argumentaciones no son tales, porque pueden las deducciones personales, por más que estas sean profundamente erróneas y equivocadas a la vista de una normal inteligencia. No van, en la mayoría de los casos, a dialogar objetivamente, sino a exponer de modo empecinado las ideas que sostienen.

Además, y es fácilmente comprobable, las tertulias que firman un famoso presentador o presentadora- en esto es lo mismo-, no actúan como moderadores, que sería su misión, al contrario aparecen como auténticos Hooligans (aficionados fanáticos) de una determinada corriente ideológica. Los ejemplos son muchos, pero podríamos reducirlos a lo que se ve en el señor Ferreras, de “Al rojo vivo”, de la cadena sexta, conducido por un evidente izquierdista de salón ya que seguramente cobrará como un perverso capitalista: o el ínclito director del programa “El cascabel”, Antonio Jimenez, que aparece de lunes a viernes en TV 13, y que no puede ocultar su pasión por los peperos; o qué decir del espacio La sexta noche, que presenta un tal Iñaqui López, quién incluso con su cara de chico moderado no descansa en su misión de machacar a la derecha. Habrá otros, sin embargo, con estos hay bastantes.

Desde luego en esta especie de duelos televisivos gana siempre la izquierda, que fiel al mensaje ya viejo pero todavía señuelo para algunos, de que a la revolución se llega por la cultura, donde naturalmente la Tele es hoy pieza clave. Pasa no obstante, para colmo de quienes pretendemos objetivizar la cosa, que los tertulianos son debidamente seleccionados de modo que cada cadena tenga el desequilibrio adecuado para sostener su particular ideología. O su clientela. También vemos algo tan increíble como es la presencia de destacados miembros partidistas que, lógicamente nunca van a tirar piedras a su tejado, por lo que su neutralidad está completamente fuera de lugar, y son como loros repitiendo una y otra vez sus discursos a fuerza de aburrirnos con su repetida insistencia, sin tener en cuenta ninguna otra opinión. los tertulianos además, se presentan con esa manía de comportarse no como personas que dialogan sobre un tema concreto, sino como comisarios políticos de determinados partidos, sean estos de derecha o de izquierda o, ahora, más de la extrema izquierda.

Solo al segundo de verlos y oírlos, ya tenemos la idea clara de donde vienen y a qué van, y la tertulia se convierte en una disparatada discusión, barriobajera, en donde no se respetan los turnos de palabra, casi nunca se dan argumentos y sí, por el contrario, derrochan palabras dogmáticas que nadan esclarecen ni llevan a parte alguna. Es, en la mayoría de las veces un ejercicio de despropósitos que denotan mala educación y poca sensibilidad democrática. Oímos sus nombres y ya conocemos de qué van, y así tenemos las Isabel Durán- una verdadera fanática Pepera, siempre interrumpiendo-, o al tal Ricardo Martín (un hooligan socialista, que no deja hablar a nadie), una Elisa Beni (furibunda propagandista de una izquierda divina) , la televisión al servicio del Psoe, y no nombro al erudito Maruenda, que aunque parece pura inteligencia, no cede ni pasa comer. Aunque quizá el premio de la ceguera y el desbarre se lo lleve un periodista que se llama Carmelo Encinas, cuya mejor virtud es la de cortar a cada minuto el discurso del contrario siempre que este no sea de su cuerda socialista, es decir, un sectario de tomo y lomo. O sea, querido lectores, la insoportable levedad de las Tertulias, un espectáculo digno de guardarse para la eternidad de lo que nunca debe ser información.

Otra cosa es la de llevar a esos programas, representantes oficiales u oficiosos de los diferentes partidos políticos, pues esos enroques es lo que se espera de ellos, y claro todo se convierte en un descarado espacio propagandista que no se limitará a exponer ideas, sino a machacar al adversario, que es algo más, pues lo identifica con el enemigo. Destaca en este apartado, el senador socialista José Cepeda, con una cara dura que impresiona ¡vaya un modelo¡. Del lado de los Peperos, aparece un andaluz que cada vez que habla, pierde votos. En fin, una pena. Una excepción confirmando la regla la da la ex ministra socialista Cristina Alberdi, o el que fue embajador socialista en el Vaticano, Paco Vazquez, que aun defendiendo sus postulados socialistas, hacen una crítica motivada, sensata y no sectaria que enriquece los programas en los que interviene. Pero el conjunto, es francamente desolador. Insoportable.

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