Las estaciones de Metro son lugares, en la mayoría de las veces, donde reina una arquitectura práctica donde no cabe la imaginación. Bocas de entrada sencillas y andenes donde prima la comodidad del usuario a la hora de tomar el tren.
ABC / Son algunas las excepciones como la Estación de T-Centralen en la ciudad de Estocolmo. En sus 110 kilómetros se esconden auténticos museos dignos de visitar gracias a la cantidad de estaciones decoradas que ofrece este suburbano.
Otro claro ejemplo se comprueba con tan solo entrar a la red metropolitana de Moscú.
Lejos de los oscuros y tristes pasillos de otros suburbanos en el moscovita el pasajero parece adentrarse en un mundo palaciego. La estación de Komsomolskaya, inaugurada en 1952, es la más característica. Techos altos de estilo barroco y decorados con rosetones, una galería con 68 columnas octagonales de mármol blanco o grandes lámparas son algunos de los elementos que componen esta estación del Metro de Moscú.
Sin embargo es en Alemania donde está una de las bocas de Metro más originales del mundo.
La estación de Bockenheimer Warte, en Fráncfort es uno de los puntos turísticos de la ciudad gracias al diseño del arquitecto Zbigniew Peter Pininski.
Esta entrada simula un vagón de tren estrellado en la acera, algo que, sin duda, sorprende al visitante.
La estación, se encuentra al lado de la Universidad de Goethe y fue construida originalmente en el año 1986, y completada en el 2001 siendo ahora una de las cuatro estaciones de transferencia subterráneas de Frankfurt Metro. En su interior prima el diseño minimalista con las paredes decoradas con fotos de los Universitätsalltag de mediados de 1980.
Esta particular entrada en forma de antiguo tranvía es una de las grandes atracciones de la ciudad.
