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EL ERROR DE PEREZ REVERTE

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Arturo Pérez Reverte
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Por Eduardo López Pascual para elmunicipio.es

Mira que siento aprecio por Pérez Reverte, un novelista que desde sus primeras obras, incluso aquella en que se dio por famoso cuando contaba sus aventuras como corresponsal de guerra en “Territorio Comanche”, me causaba una gran simpatía por lo que escribía y como escribía. Después sus obras más clásicas, La tabla de Flandes, La piel del tambor, La reina del sur, La carta esférica, o que decir de su Cabo de Trafalgar, o El maestro de esgrima, me llevaron a considerarlo como lo que es, un gran escritor que hoy está reconocido como miembro muy importante de la Real Academia de la Lengua. Con lo cual, pienso, no hace falta más referencias para tenerlo como uno de los escritores de moda en España. Además, personalmente y como paisano de esta hermosa región de Murcia, mis simpatías eran francamente muy sinceras.

Sabía, por algunas de sus novelas la vocación histórica de Pérez Reverte expresada en títulos tan sugerentes como La sombra del águila o El Husar, y desde luego esa larga reflexión que hace sobre La guerra civil contada…También, cómo no, a su incursión en las páginas de la revista de ABC, donde escribe semanalmente sobre nuestra historia. Es decir, que quede bien claro mi buen juicio acerca de este escritor. Pero amigos, toda esta cercanía se ha perdido, mis simpatías se han visto reducidas a la mínima expresión (no mi reconocimiento literario, que eso me pasa con autores de la talla de Hemingway, o Neruda, por poner dos ejemplos clásicos, que ambos me caen mal pero no dejo de alabar su maestría cono escritores y poetas), simplemente porque Pérez Reverte ha caído como muchos, por otra parte, en el discurso correcto, de la descalificación, calumnia, y mentiras sobre una figura yo creo que universal y ahí están los textos de primerísimos historiadores nacionales y extranjeros, Payne, Pecharromán, Arce, Gibson, Joan María Thomas, y hasta el mismo César Vidal – nada proclive al fundador falangista-, que tendrán sus diferencias pero que nunca intentaron confundir al lector al igualar, perversamente, al humanista José Antonio, con el ateo y genocida Hitler. Una confusión que, intelectualmente, no le perdonaré.

Ha sido un golpe muy bajo el que Pérez Reverte, antaño querido por mí, ha dado a la verdad y a la historia. Su libro “La guerra civil contada a los jóvenes”, contiene, es verdad, muchas anotaciones justas, pero por lo que se ve, ha caído en la trampa fácil y demagógica de ceder al criterio “oficial” de desprestigiar todo lo que huela a falangista, empezando nada menos que falseando la imagen de José Antonio Primo de Rivera en un texto escrito- es un decir-, para los jóvenes que seguramente leerán en los institutos de bachillerato de España. En este sentido, el historiador José Mª García de Tuñón Aza, ha escrito un artículo con el que coincido al cien por cien, breve, conciso, pero magnifico que debiera tener la publicidad que se merece; una refutación como la que hace sobre la calumnia que Peréz Reverte, sin conocer evidentemente al fundador de Falange escribe sin un atisbo de cotejo, de estudio, de análisis, necesita una contestación de alto rigor y de publicidad. No puede el autor de Cartagena, por gran prestigio que se tenga, venir ahora y afirmar sin más, que José Antonio y Hitler, eran poco menos que iguales.

Ahí, el novelista Pérez Reverte ha errado. Y yo creo que por ignorancia o por dejarse llevar por el discurso planeado para la desaparición de todo lo falangista. Pero eso, aunque fuera un deseo por alguna reminiscencia desconocida, no se justifica desde la ética y la probidad política. Y mucho menos, si se hace con mala fe, que no creo, pero es que tratar de ignorante a Pérez Reverte, me parece todavía mucho peor. De cualquier forma, espero a que al novelista cartagenero, paisano provinciano mío, le llegue esta nota o la de mi admirado Tuñón de Aza, y le ayude a reflexionar lo que ha escrito sobe un hombre, un español de la talla de José Antonio Primo de Rivera. Quizá, si leyera los textos de José Antonio, desde sus palabras en La Comedia en 1933, o en el Cine Madrid, año 35, en su carta al M. Barrios, o en su Testamento, año 36, Pérez Reverte no se habría equivocado de modo tan lamentable. Más, tiene tiempo para retractarse, ¿lo hará? Me temo que no. Es un signo de los tiempos.

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1 COMENTARIO

  1. No he leido este libro de Perez Reverte, ni he tenido ganas en ningún momento, si acaso cierta curiosiad, pero el título ya indica que vas a leer una simplificación que no puede ser buena.
    Y resulta que así es. Ya había tenido noticias de la falta de rigor cometida en este libro, pero el artículo de Eduardo López Pascual (impecable, por otro lado), me ha venido como anillo al dedo para decir lo que pienso.
    Me cuesta creer que alguien que suele ser metódico en la documentación de sus libros cometa tan ruin «error» sin un motivo.
    ¿Cuál es su motivo? Pues no lo sé, sólo puedo especular, que no es buena costumbre, pero en este caso me siento legitimado.
    Puede ser que Perez Reverte, a quien muchos tachan de facha, xenófobo y demás lindezas, por sus incendiarias publicaciones, diciendo verdades en muchos casos, verdades que escuecen, pues puede ser que quiera reconciliarse con sus detractores usando como cabeza de turco al chivo expiatorio preferido de todos los españoles, esos a los que él llama imbéciles sin ningún miramiento y literalmente, y a los que vuelve a llamar imbéciles queriendo hacerles tragar esa «disculpa», a costa, para más inri de quien no se puede defender.
    Como falangista creo en esos «valores eternos» con los que el hombre nace y ni la muerte puede arrebatarle, y entre esos valores está la dignidad y el derecho al honor, que no expira con la muerte de la persona.
    Desde luego flaco favor se hace a si mismo y a su credibilidad, aunque sólo unos pocos seamos capaces de darnos cuenta y recupere el aplauso bobalicón de muchos que se vanaglorian y refocilan de su propia ignorancia.

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