El portavoz de Izquierda Unida, Alberto Garzón, reconocía este pasado martes 18 de mayo en una entrevista radiofónica que él es comunista aunque ha rechazado que lo sea la coalición Unidos Podemos que ha conformado con el partido liderado por Pablo Iglesias. «No es una coalición de comunistas, yo sí soy comunista y hay más gente que es comunista pero la inmensa mayoría son gente que se define de otra forma pero con la que podemos trabajar conjuntamente para mejorar la vida de las personas», ha remarcado.
LD / También se mostraba convencido de que el Partido Popular fracasará en su estrategia de «generar miedo» entre los ciudadanos con esa etiqueta de «comunista» que trata de colocar a la coalición de Izquierda Unida con Podemos. «Evidentemente el Partido Popular tiene su estrategia de intentar generar miedo entre su electorado, donde esa etiqueta de comunista sería algo muy peligroso, pero no le va a funcionar como ellos pretenden», ha señalado.
También abogaba por aprender de la capacidad de la sanidad pública cubana, de las comisiones de investigación de Estados Unidos y del sistema de educación nórdico y ha lamentado la situación política española, reducida «a un patio de colegio». Sobre el desafío en Cataluña, ha pedido que no se tenga miedo a un referéndum, como no lo tuvo Reino Unido con Escocia.
El comunismo está «de moda»
Ya este miércoles, a través de su blog, Alberto Garzón ha vuelto a hablar sobre el asunto y afirma que «el comunismo se ha puesto de moda». Aclara Garzón que no se refiere al comunismo que «predijeron Marx y Engels en el Manifiesto Comunista, pero sí de alguna forma tal que ha provocado que las tertulias políticas, en los grandes medios de comunicación o fuera de ellos, vuelvan a debatir sobre esta tradición política».
Para Garzón, este resurgimiento del comunismo llega tras el «fracaso del sistema de mercado y el capitalismo». Según su diagnóstico «el desempleo, los desahucios y el miedo a pasar hambre se han multiplicado como resultado natural del capitalismo y de su crisis».
Sigue Garzón con su razonamiento: «Hoy el capitalismo está mucho más desnudo, y es fácil ver cómo la razón económica del capital inunda nuestras vidas y nos obliga a emigrar, a pelear por migajas o a aceptar salarios de subsistencia como si fueran privilegios. Hoy el marxismo tiene, de hecho, más actualidad que hace cuarenta años».
Tampoco se priva de relacionar el comunismo o el marxismo con los derechos humanos. Las decenas de millones de víctimas del comunismo durante nuestra historia reciente y hasta nuestros días (casos como Cuba, Corea del Norte o Venezuela) no impiden a Garzón afirmar que «hablar de Derechos Humanos y vincularlos al marxismo no es casual. Por dos motivos. En primer lugar, porque el socialismo fue la única tradición política que mantuvo viva la llama de los Derechos humanos desde 1974 hasta 1948, y gracias a la cual se conquistaron los derechos políticos y sociales que caracterizan a nuestras sociedades democráticas modernas. En segundo lugar, porque la agresión del capitalismo es tan brutal y salvaje que, bajo las actuales condiciones históricas, defender los derechos humanos es impugnar el sistema capitalista mismo».
Junto a esto, ataques al capitalismo, «un sistema» para Garzón «regido por un principio básico de maximización de ganancias y que mercantiliza todo a su paso, desde los objetos hasta los seres vivos y los recursos naturales. Un sistema, llamado capitalismo, que nos esclaviza a un nuevo Dios llamado mercado que opera con caprichosos y cambiantes deseos de rentabilidad».
