Por Carlos León Roch para elmunicipio.es
Como dice ABC, tienen razón los “enemigos podemistas de Anguita” al denunciar en él ciertos “ribetes joseantonianos, aunque dichos enemigos los adjetiven como “populistas”.
Y es cierto que en los ambientes expresamente “joseantonianos” siempre hemos tratado a Julio Anguita con el respetuoso aprecio del que compite con lealtad en la profunda tarea de devolver a nuestra nación a los mejores niveles posibles de justicia y prosperidad. Naturalmente, bajo el incompatible dilema que existe entre el materialismo dialéctico de uno y los planteamientos personalistas y trascendentes del otro.
Ya en los años treinta, durante los tristemente premonitorios debates en las tribunas y en las calles, los joseantonianos competían en las reclamaciones “revolucionarias” con los partidos marxistas; competencia que, en demasiados casos, llevaban a unos y a otros (aunque más a “unos” que a “otros”) a los cementerios.
Es “pugna” revolucionaria de la primera hora está sobradamente representada en los escritos y testimonios de la época, así como la admiración y relevancia hacia los -eso sí- escasísimos miembros de los partidos marxistas que, renegando de ellos, acudieron a las filas joseantonianas. Manuel Mateo y Durruti son ejemplos profusamente mencionados en nuestros textos , como ejemplo de la “transversalidad” de la doctrina, aunque entonces no se utilizara ese término.
La situación actual no es -ni por asomo- similar a la de aquellos patéticos años, pero el respeto por aquellos que arriesgan “vidas y haciendas” en aras a un ideal, sea benéficos o sea perverso, permanece en los hombres de bien.
Y la serena valoración que hemos tenido -y tenemos- de Anguita- se refuerza con la certeza de que él recibió -allá en el franquismo- el Premio Nacional de Ensayos “José Antonio Primo de Rivera” por un trabajo suyo. Trabajo recóndito que muchos estamos deseosos de leer… si verdaderamente existe. Y, ciertamente, no es de extrañar, ni la presunta existencia del trabajo, ni su premio, dado el lenguaje atinado y pulcro de ese “ángel del averno ideológico”.
En cualquier caso, muchos nos sentimos reconfortados y esperanzados de los “ribetes joseantonianos” de Julio Anguita.
Las semillas permanecen frescas.