Inicio Opinión Invitada PROGRESISMO Y PROGRESO, ¿ES RETROCESO?

PROGRESISMO Y PROGRESO, ¿ES RETROCESO?

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Por Eduardo López Pascual para elmunicipio.es

La palabra “progreso” y su derivada, progresismo, son vocablos según creo cuentan los eruditos, que ya se empleaban hace muchos años, con lo cual nada tienen de moderno aunque se repitan hoy como un mantra por los partidos llamados emergentes, que no son tales, porque recurren a un vocabulario y a unos gestos que parecen pertenecer claramente a la más rancia antigüedad. Impresión que se consolida cuando se observan los supuestos avances de su propuesta política. No hace falta decir nombres, porque todos saben quiénes son y lo que predican.

Y así, pretender de nuevo legislar para la secesión de España, ir contra los sentimientos católicos, en una guerra de religión incomprensible en la sociedad de la libertad, rechazar a los ejércitos españoles, asesinar a los neonatos, okupar domicilios, o establecer una nueva y dura censura a la prensa, que nos recuerda a la impuesta en la II República, por ejemplo, no parece nada progresista, palabra que en principio, debería significar mejora ciudadana, avance social, leyes más justas, mayor libertad. En esto, los grupos que se autodenominan “progresistas”, no dan esa imagen sino todo lo contrario. Una sensación de ideología fallida se extiende por la razón. Claro que entre el libro que llenan de ideas a realizar, alguna tiene necesariamente – no voy a negarlo-, algo de positivo, y por cálculo de probabilidades, poco o mucho de alguna virtud, pero que se pierde en el mar de los escraches, las amenazas. o esa economía soviética esbozadas en sus programas.

Progreso no puede ser retroceso, vuelta a situaciones ya completamente periclitadas, fracasadas, todavía más evidentes cuando existen alternativas y propuestas de gobierno, desde luego mucho más de acuerdo con las exigencias normales de cualquier sociedad democrática. Y ahora, cuando en este momento hay quien se arroga otros mensajes invocando “progresismo”, por supuesto más falso que una moneda de latón, habría que reivindicar y revalorizar unas políticas que traen en sí mismas una verdadera revolución en las formas y en el fondo de los problemas de la sociedad española, Es decir, Progreso con mayúsculas. lamentablemente ausente por demasiados años. Personalmente no quiero caer en la absurda descalificación política de algunos nuevos, o no tan nuevos, partidos; soy crítico en las formas y en el fondo, pero nunca bajo al mundo de las insidias, de los insultos, de los anatemas. Pero hay que ser coherente con nuestros principios y estos denuncian las falsas promesas.

Por el contrario hay que ofrecer de modo claro y directo las fórmulas, aun no realizadas de manera global y completa, que vienen inspiradas por la praxis nacional sindicalista, la que propugnaba la Falange original y que muy limitadamente y sobre todo muy parcamente llegó a convertirse en leyes y en respectivas acciones, que constituyeron un auténtico avance, esto es, progreso, en la sociedad española. Progreso fue la creación del Servicio del Seguro Obligatorio de Enfermedad que puso el Falangista Girón de Velasco (Puerta para la Seguridad Social, tal como la vemos hoy). O la implantación de la Ayuda familia, “Puntos!” ahora suprimidos. -,Avance, fueron las leyes en favor de las mujeres, de la mano de la abogada falangista Mercedes Fórmica; progresismo, del bueno, fue la construcción de millones de Hogares para trabajadores –Casas baratas-, planeadas por el ministro falangista J.L. Arrese, y otro millonario número de domicilios edificados en régimen de protección ministerial. Un enorme paso hacia un progreso nacional lo fue la ley de Educación, firmada por el ministro azul Villar Palasí que representó una verdadera revolución en el mundo de la enseñanza; Progreso y no retroceso, fue sin duda, la incorporación de los representantes de los trabajadores al legislativo nacional, aún con sus fallas, al legislativo español, o en los Ayuntamientos. Progreso, cierto, había sido la construcción de las Cajas Provinciales de Ahorros, – paso tímido a una nacionalización del crédito-,aunque tuvieran algunas sinergias indeseadas….Y no se escriben aquí las citas de las leyes aprobadas para hacer esto posible, porque son de todos conocidas, o solo se tiene que mirar las hemerotecas o los BOE de la época y, sencillamente, para no caer en pedantería.

Hay, naturalmente, en la doctrina Nacional Sindicalista (Falange) muchas más propuestas, y en algunos casos, realizaciones, que no pudieron ponerse en práctica, tal vez por la negativa confluencia de capitalismo y derechismo, que impidieron a toda costa (denuncias, calumnias, conjuras, mentiras, bloqueos, etc), la realización de su programa mínimo, no hablemos ya del máximo-, Pero a pesar de todo, no ha sido obstáculo para esconder el gran avances, el colosal progreso que supuso para los españoles llevar a cabo solo algunas de sus propuestas inmersas en el ideario falangista. Debo decir a renglón seguido, que de ningún modo, esta reivindicación de Progreso, tiene como referencia al fraquismo, como régimen-, que trajo persecución a muchos falangistas y a otros se los llevó por delante: (Hedilla, Perales, entre los primeros, Pérez de Cabo, Domínguez, etc entre los últimos), sino que incido en el progreso real y palpable que se vivió en un tiempo de semi autarquía, de carencia importante, de dificultades todas, que se salvaron aplicando fórmulas de evidente y ortodoxo compromiso falangista. No iré a la trampa de la comparación, porque el tiempo y la realidad socio política son por completo distintas, no homologables, ni voy a traer a colación los datos que Sanchez Dragó, por ejemplo, citaba en un reciente escrito, pero es claro sin duda, que aquellas premisas nacional sindicalistas- acaso solo esbozadas-, supuso el mayor progreso español en decenas y decenas de años. Miremos pues, si todavía es posible ofrecerlas de nuevo.

Y además, todo este Progreso, sin apelar desde el espíritu falangista, a despertar viejas y olvidadas trincheras.

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