Inicio Opinión Invitada EN DEFENSA PROPIA

EN DEFENSA PROPIA

0
Colabora con el periódico digital El Municipio con un donativo para seguir informando con un periodismo combativo en libertad
Pincha en el boton Donar. Muchas gracias por tu ayuda y colaboración.
Pedro-Conde-Soladama-ABC
Pedro Conde Soladana
Colabora con el periódico digital El Municipio con un donativo para seguir informando con un periodismo combativo en libertad
Pincha en el boton Donar. Muchas gracias por tu ayuda y colaboración.

Por Pedro Conde Soladana para elmunicipio.es 

Uno de los delitos más execrables es herir gratuitamente los sentimientos de los demás, sean éstos de cualquier especie o condición. Parece que estuviera hoy de moda, y de modo sobresaliente en España, hacerlo con los sentimientos religiosos; exacta y exclusivamente con los de los cristianos. Qué amarga ironía, tales sentimientos, los más arraigados y seculares de esta vieja nación, que fueron el cemento espiritual con el que se construyó su universal Historia; con todos los defectos y errores intrínsecos a la condición humana. Y sin embargo, hogaño, son los más expuestos a la chanza y al sarcasmo de nativos descerebrados; con una carga de rencor y odio en sus actos que deja en evidencia su conducta criminal y canalla frente a una filosofía de vida, cuya esencia proclamada es el amor al prójimo. Cómo no resaltar que los cristianos tienen mandatos de su Maestro como el de poner la otra mejilla o el de perdonar setenta veces siete.

¿Será esta actitud de paz, que está enraizada en la entraña de las creencias cristianas, la que da pie a la valentonada de estos nuevos bárbaros, fuera de ciclo histórico, que como la mala hierba nacen entre los resquicios de esta era de inéditos avances culturales y técnicos de alcance sideral? De ser así, hay que considerar que la barbarie es, además de un acto cavernícola, un sentimiento maligno que arrastra el ser humano adosado a su condición; que no tiene otro tratamiento para su freno o erradicación que la fuerza de la razón con su retruécano o correlato de la razón de la fuerza. Nunca la razón estará reñida con el amor cuando aquélla indica a éste el remedio o respuesta contra un crimen de lesa humanidad cual es la amenaza de muerte por unas determinadas ideas o creencias religiosas; amenaza hecha explícita en frases del tenor de “arderéis como en el 36” o “hay que quemar la Conferencia Episcopal”, etc., etc.; porque ni se dicen por primera vez ni la memoria ha olvidado lo escrito en las páginas de la Historia de España que acreditan que éstos son los secuaces de aquéllos que ya cometieron tan viles y criminales actos en otros tiempos de nuestro ominoso pasado de enfrentamientos civiles.

Si de esas personales creencias no saliera la energía y fortaleza suficiente para defender la causa propia, los modernos bárbaros vendrán a tomar como deporte público, fácil y hasta divertido, el perseguir y matar cristianos, hasta convertir a éstos en una especie en peligro de extinción. Todos los excesos deben tener un límite. Elevemos ahora la voz hasta los confines del universo. El crimen masivo en otros lugares de la Tierra, con categoría de holocausto, contra miles de inocentes cristianos, exige poner coto cuando se llega al extremo ya no sólo de ofenderlos y humillarlos sino de asesinarlos cobardemente; porque también hay otros derechos que integran esas creencias y están ínsitos en el derecho natural; si todos vamos a ser mártires quién y qué quedará un día de esa religión bimilenaria que trajo como principio de su doctrina la “paz a los hombres de buena voluntad”. O no es para preguntarse que si acaban con todos los hombres de buena voluntad ¿qué será de la paz en el mundo?

Tienen que saber los bárbaros de la nueva era que los cristianos nacieron también con los suficientes arrestos para defender causas justas, empezando por la propia. No se trata de volver a las cruzadas sino de no cruzarnos de brazos.

Esta es la conclusión y la decisión que se debe tomar cuando ves que el desamparo de las leyes, de los jueces y sus tribunales, te dejan como en un inmenso descampado a tiro de aviesos cazadores, quienes desde sus teleobjetivos, que, ¡para ironía!, llevan una especie de cruz para no errar el tiro sobre la víctima: un inocente y distraído cristiano.

¿Libertad de religión? Sí. ¿Libertad de opinión? Sí. Mas, libertad para pisar y arrasar sentimientos, NO. No a la libertad para materializar en escenas repugnantes la caricaturización de imágenes, ritos y representación de los objetos y seres considerados sagrados para millones de seguidores de una religión.

Imitarles en sus actos ofensivos sería caer en sus propios repugnantes y desvergonzados errores. Pero ¿qué les parecería a estos insolentes fanfarrones que en parihuelas, por ejemplo, se portara por las calles el falo de un burro garañón y la vagina de una feminista con su nombre y estas dos leyendas: “Estos son los dioses que ocupan todo el cerebro de los bárbaros ateos”. “No les da para más”. Todo dedicado a la “Bestia de coño sumiso”.

Hay que tener osadía, hay que sentir rencor y odio a una religión y sus símbolos para procesionar por la vía pública, con vejaciones gravísimas, imitaciones procaces de objetos e imágenes que son sacros para miles de ciudadanos; ciudadanos que van por las calles y aceras o ven desde los balcones de sus casas tales ofensas, sufriendo el dolor de sus sentimientos religiosos heridos y viendo como desafían su paciencia.

Los malvados deben tener la respuesta que ellos mismos provocan.

Pedro Conde Soladana

Colabora con el periódico digital El Municipio con un donativo para seguir informando con un periodismo combativo en libertad
Pincha en el boton Donar. Muchas gracias por tu ayuda y colaboración.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí