Entre los medios cerrados que anunciaba este miércoles la agencia oficial turca, hay tres agencias de noticias, 16 televisiones, 23 radios y 45 diarios han sido cerrados este miércoles. Esta medida se suma a las licencias retiradas a cientos de periodistas por sus supuestos vínculos con la asonada militar y su presunto líder, el influyente clérigo Fetulá Gulen, exiliado en Estados Unidos.
Leer más: —El Estado islámico muestra en un mapa sus próximos objetivos—
Contra militares y funcionarios
Al margen de los medios de comunicación, la purga ha continuado en las Fuerzas Armadas, donde 2.400 militares han sido destituidos como sospechosos partidarios de Gulen. Más de 50.000 trabajadores públicos han sido cesados o suspendidos en estos días.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha declarado el estado de emergencia y ha suspendido el Convenio Europeo de Derechos Humanos esgrimiendo razones de seguridad ante la posibilidad de que se produzca un nuevo golpe de Estado.
Desde Occidente ya han advertido de que cualquier medida adoptada por las autoridades turcas -que incluso se plantean recuperar la pena de muerte- debe respetar el Estado de Derecho y el orden democrático de la nación euroasiática.
«Todos estamos muy preocupados por lo que está ocurriendo», ha dicho en una rueda de prensa celebrada este miércoles el vicepresidente primero de la Comisión Europea, Frans Timmermans, en alusión a las ola de detenciones en Turquía.
Por su parte, el portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, John Kirby, ha apuntado a la detención de periodistas como «una preocupante tendencia en la que los cuerpos oficiales -de seguridad y judiciales- son usados para desalentar discursos políticos legítimos».