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Los cuervos de la España de Pandora

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Tras su debacle electoral, los radikales amenazan e insultan a los viejos, a los que acusan de haber favorecido el triunfo del PP.

Por Laureano Benítez Grande-Caballero para elmunicipio.es 

Según el poeta Hesíodo, Zeus quería vengarse de los mortales, a los cuales Prometeo les había dado el fuego robado a los dioses. Conocedor del plan, Prometeo advirtió a Epimeteo que no aceptara ningún regalo de parte del dios, pero éste se casó con Pandora, la cual ―por aquello de la eterna curiosidad femenina― abrió una caja que le había regalado Zeus―aunque más propiamente era una jarra o ánfora― donde estaban encerrados todos los males, los cuales cayeron sobre la humanidad con un sinfín de desgracias. Lo único que quedó dentro fue la esperanza, de ahí que ésta sea lo último que se pierde.

Desde la irrupción en nuestra Patria de la patulea antisistema, España es el país de Pandora, donde la chusma roja ha destapado «la caja de los truenos» ―otra denominación de la «caja de Pandora»―, los cuales amenazan con extender su marea negra de azufre y fuego al mundo todavía civilizado. Lo que son las cosas, hemos pasado de la España de pandereta a la España de Pandora. Voilá: aquí tenemos a las dos Españas otra vez. Y cuidado, porque si algún día gobiernan los radikales, arribaremos a la España del Panduro, que será la tercera España… o sea, la última.

Como esta banda ultraizquierdosa ha entrado en nuestro solar mediante un espeluznante «poltergeist» perpetrado por las cadenas televisivas, a mí me da por pensar que la televisión es la auténtica «caja de Pandora» de la que han salido estos energúmenos, quienes, a su vez, han derramado sobre España un maremágnum de infortunios, adversidades y tribulaciones que amenazan con provocar en nuestra Patria un apocalipsis ya: el guerracivilismo, la mala educación, el odio, el revanchismo, la intolerancia, la blasfemia, la falsedad, la hipocresía, la manipulación, la identidad de género, la agresividad, el cainismo, el neocomunismo…

Que nadie piense que esta maldición que nos ha caído encima va a mitigarse porque hayan perdido las elecciones: ¿alguien duda que van a continuar hostigándonos con sus maléficas plagas pandorianas? No sólo no disminuirán, sino que caerán sobre España incluso con más maldad y alevosía, ya que ahora están resabiados porque han visto esfumarse sus sueños de poder, y se revolverán contra los valores y tradiciones de nuestro país como jabalíes heridos.

A la ya extensa lista de españoles amenazados, insultados y acosados ―policías, militares, banqueros, jueces, católicos, derechosos, taurinos, religiosos, señoriots, empresarios, etc .― hay que añadir ahora a los viejos, objeto de escarnio y mofa para los radikales, emponzoñados por la rabia que les ha dado pegarse un tremendo batacazo electoral cuando ya se veían en el poder, pues acusan a los viejos de haberles robado las mieles del poder votando al PP.

Ahora resulta que también los viejos están en su lista negra, en el punto de mira de sus gorilas y macarras… los viejos que las pasaron canutas en los años de la posguerra, los que levantaron este país; los que, con sus impuestos, les han pagado sus estudios, sus becas, su sanidad. Pero vamos a ver, ¿no nos habían prometido convertir a España en Disneylandia con sus sonrisas edulcoradas y sus corazoncitos mimosos? ¿A quién sonríen estos energúmenos, si a esa larga lista de personas «non gratas» han añadido hasta a la tercera edad? Ya me extrañaba a mí que estos maleducados me sonrieran desde sus cartelitos heidianos. Y digo yo que, a este paso, se van a quedar sin ciudadanos, si en algunas nefastas calendas llegasen al poder, porque a esto habría que añadir que, con su derecho de autodeterminación, también se quedarían sin territorios que gobernar, pues podría quedarles Vallekas, y poco más.

Estos ataques, en realidad, no son nuevos, porque ya se habían producido el 21D, al día siguiente de perder sus primeras elecciones. Pero ahora se han recrudecido, han elevado el tono, hasta alcanzar límites de juzgado de guardia: «Los putos viejos, los pijos insensibles y ciegos nos quitan nuestro presente y nuestro futuro. Gracias por votar al PP, hijos de puta»; «Hay que eliminar las pensiones, a ver si los viejos la van cascando y por fin el PP deja de robar»; «Putos viejos de mierda y catetos de pueblo votando al PP, siguen hipotecando nuestro futuro, a ver si la palman ya»; «Os lo juro, no sé si es que la gente es gilipollas, subnormales o putos viejos»; «A ver si recortan todo en sanidad y todos los viejos se mueren ya, y el PP se queda sin putos votantes de mierda»; «Hoy he visto a 3 putos viejos cogiendo papeletas del PP. Creo que nunca he mirado con tanto asco a nadie»…

¿Incluirán en esos «putos viejos» a sus padres y abuelos? Es de suponer que muchos de sus progenitores jamás habrán votado a la derecha, pero no se crean: la familia de la Bescansa pertenece a la más conservadora aristocracia santiaguesa, y el padre de Monedero ha fichado por… ¡VOX! Cosas veredes.

A mí me da pasmo que esta camada bolivariana welcomee a refugiados ―extranjeros que pertenecen a otra religión y a otro mundo, entre los cuales seguramente se infiltrarán terroristas del DAESH―, y deseen la muerte de nuestros ancianos, compatriotas católicos que les han asegurado sus privilegios y prebendas con su duro faenar-

Total, que estos patibularios antisistema han hecho de España un país «gótiko», donde las desgracias pandorianas han salido de la «Caja» como salen los cuervos en desbandada de los camposantos, siniestramente enlevitados presagiando espantos y terrores, graznando improperios, insultos y amenazas contra todo aquel que no les baile el agua, que vote al PP.

«Cría cuervos, que te sacarán los ojos», dice acertadamente el refrán. Pues imagínense lo que nos pueden sacar los cuervos si, además, están malcriados, como sucede con estos podemitas violentos asustaviejos.

Son los hijos de la Transición, malcriados en las progrefactorías de una democracia basada en la ominosa regla del «todovale», en un sistema educativo laiko y públiko cuya suprema norma pedagógica es la permisividad y la falta de autoridad. Muchos de ellos son «ninis», fracasados por su falta de sacrificio y esfuerzo, que odian a los que medraron más debido a su mayor dedicación al estudio y al trabajo. Conozco bien a esta tribu, pues la he visto nacer y crecer en mi larga vida de profesor.

Otros son niñatos progres, revolucionarios de botellón, bolivarianos aburguesados, que juegan a ser «chésguevara» alzando el puño cerrado en un gesto grotesco que pretende imitar a sus abuelos ―nunca les llamaré «putos viejos»―, aquellos revolucionarios que sí eran obreros, «gente», que les harían bajar de su hipócrita pose izquierdista a guantazo limpio.

Unos y otros forman esa bandada de cuervos alimañosos, parásitos de un sistema que les ha malcriado, y que les ha permitido con su falta de autoridad que enseñorearan de amplias parcelas de nuestra Patria. Han sido mimados por unos padres que les han dicho que eran los «reyes de la casa», que les han consentido todo, que les han atiborrado de caprichos y no les han enseñado el respeto a las más elementales reglas de convivencia. Por eso, cualquier norma les parece fascismo, se creen en posesión de la verdad absoluta, y desprecian e insultan con gestos de perdonavidas a todos los que no comparten su perniciosa ideología.

Cuervos de Pandora, que aletean en los cielos de España subidos al trueno populista… que cada día que pasa amplían sus listas negras, graznando su deseo de meter a los viejos en sus gulags, en sus asilos de exterminio, en sus residencias siberianas, para que no molesten, para que no voten, y hasta con el íntimo impulso de hacer con ellos otra más de sus purgas, en la original modalidad de limpieza generacional, retirándoles sanidad y pensiones para que la palmen cuanto antes. Del alfa a la omega: quien a aborto mata, a eutanasia extermina.

Y es que está escrito: tampoco es país para viejos.

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