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La «proeza» de Rivera: «caza a Rajoy en diferido» y pone contra las cuerdas al «jovencito Frankenstein»

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Albert-Rivera
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El Mundo dice que «Rivera abre la puerta a la investidura de Mariano Rajoy». Con condiciones, claro, sólo faltaba. A El Mundo le duelen las manos de aplaudir a Rivera. «Actuó ayer como un hombre de Estado, dejando así en evidencia la tozudez de Pedro Sánchez a la hora de comportarse como nunca se hubiera esperado del líder de un partido que ha gobernado España durante 21 años. El ofrecimiento de Rivera a Rajoy constituye una oportunidad histórica para llevar a acabo la regeneración eternamente aplazada por la clase política de nuestro país. Rajoy, por tanto, está en condiciones de asumir las exigencias de Rivera (…) Sánchez tendría complicado mantener su ‘no’ a Mariano Rajoy», aunque con este hombre nunca se sabe. Hoy tiene que estar que trina. «Para el PSOE, además de una irresponsabilidad mayúscula, sería un suicidio llevar al país a unas terceras elecciones». Y una gilipollez, con perdón, porque parece que la peña se empecina en no cambiar su voto. «Ciudadanos es, y con claridad, el partido que más está haciendo para superar el bloqueo», continúa reverenciando Cuartango. «Forjó un pacto con el PSOE en la anterior legislatura, y tras el 26J, fue capaz de cambiar el veto a Rajoy por la abstención», visto que había vuelto a ganar las elecciones. «El principal mérito de Rivera es abandonar los maximalismos y aceptar, con hechos y no sólo con palabras, la necesidad de acuerdos de largo alcance». Rivera, Rivera, Rivera es cojonudo, como Rivera, no hay ninguno.

Jorge Bustos más que una columna le dedica una oda. «Después de unas semanas de estrechez y chirridos, Albert Rivera, que no es un político nacido para la contemplación, abrió ayer la pesada puerta de la investidura con la limpieza que se les presupone a las buenas bisagras (…) Rivera no sólo toma la iniciativa sino que lo hace sin faltar a la naturaleza de su partido, tan ininteligible para el español goyesco como claro en su pragmática votación. Ciudadanos es una bisagra, una pieza útil de bricolaje y no una bandera de dudosa hidalguía». Un tío práctico, vamos. A Rivera «le da igual que le tilden de vendido», más que nada porque quienes lo hacen no le votan, así que que digan misa. «Ha hecho coincidir el interés general con la satisfacción de sus votantes, y semejante proeza resulta aquí tan inasequible como acertar con la llave en la cerradura cuando regresa uno de la ruta del pacharán». Mira, esa ruta no la conozco. Ahora «toda la presión recae sobre el jovencito Frankenstein que aún opera en Ferraz entre alambiques y probetas». Las condiciones de Rivera a Rajoy son las mismas «que ya firmó el propio Sánchez con Rivera», así que a ver quien es el guapo que dice que no sin que acabe rodando por un barranco. Raúl Piña dice que al limitar los mandatos, Rivera ha conseguido que «Rajoy firme su propia fecha de caducidad» y «ha tenido que asumir que Rajoy no se irá ahora». Es una «caza en diferido de Rivera a Rajoy». Oleee torero.

El País dice que «Rivera impone seis condiciones para negociar su ‘sí’ a Mariano Rajoy» y «el PSOE asume que tendrá toda la presión para abstenerse si hay acuerdo». No sabemos a qué rama del PSOE se refiere exactamente. También puede hoy Rivera deleitarse leyendo el editorial de El País e, incluso, enmarcarlo. «Decisión responsable». Rivera «demostró ayer una responsabilidad superior a la del resto de los principales líderes políticos» y no quiero mirar a nadie. «Las peticiones de Rivera son más que razonables y no deberían suponer un problema insalvable para Mariano Rajoy si realmente quiere luchar contra la corrupción». «Tras el paso, importante y responsable, dado por Albert Rivera, la presión se traslada al presidente en funciones», dice dejándonos atónitos. ¿No será al PSOE? «Los españoles no se merecen ni un día más de bloqueo político, Rivera ha abierto la puerta a un consenso que permite la gobernabilidad en nuestro país». Y a Pedro Sánchez ni agua, como si no existiera, un cero a la izquierda. El bofetón a la criaturita se la arrea a través de Felipe González. «Para el expresidente, la decisión de Albert Rivera de negociar un voto afirmativo a la investidura de Rajoy es el primer acto de responsabilidad política desde las elecciones. El veterano líder socialista aboga por que los partidos garanticen la estabilidad del país facilitando la gobernabilidad». Ahí queda eso. A buen entendedor pocas palabras bastan.

El diario ABC, en grandes caracteres, con una foto de Rivera en plan presidencial a toda página: «Rivera inicia el giro hacia el ‘sí’ a Mariano Rajoy». Bieito Rubido no puede evitar tirar pullitas como que «el nivel de exigencia hacia el candidato popular es bastante superior al que impuso a Pedro Sánchez». Bueno, Rajoy ha gobernado y Pedro no, Rajoy tiene a cuestas un «Luis sé fuerte, hacemos lo que podemos» a un corrupto y Pedro no. Y podría seguir pero hay gente esperando. Le pone peguitas a todo. Que si el PSOE también tiene corruptos en Andalucía, que si lo de los imputados es cosa judicial, que si eliminar aforamientos es complicado, que si lo de Bárcenas «ya ha sido depurado por las urnas». Menos mal que «la reforma de la ley electoral y la limitación de mandatos son básicos y perfectamente aceptables por el PP», al fin algo le parece bien. Y no le queda más que admitir, aunque a regañadientes, que «Ciudadanos estrena una nueva etapa política, con los criterios de responsabilidad que desde estas misma paginas editoriales se la habían reclamado por el bien de España». Así que menos tocar las narices. Más sensato, Ignacio Camacho dice que «no hay ninguna» condición de Rivera «que Rajoy no pueda cumplir de mejor o peor grado», que el gratis total no existe. Lo de Bárcenas «es un trágala que cuesta digerir pero en todo pacto hay que ceder al socio alguna victoria simbólica». Y lo de la limitación de mandatos es «una jubilación en diferido del presidente. Rivera ha hecho lo que demandaban gran parte de sus electores y el sentido de Estado», y encima «la presión aumenta sobre un tozudo Pedro Sánchez». Plas, plas, me gusta. A Mayte Alcaraz lo que no le parece bien es la limitación de mandatos, no vaya a ser que Rajoy tenga que salir de la Moncloa antes de cumplir cien años. «¿Y si al final Rajoy no resiste el otoño judicial caliente que le espera a su partido y Rivera finalmente lo que se cobra en un año no es la cabeza de un presidente en funciones sino la de uno con todos los poderes? Lo del límite a dos legislaturas no puede tener carácter retroactivo: Rajoy va a por la tercera». Ni de coña, Mayte, ni de coña, quitaroslo de la cabeza los marianoadictos. Rivera os ha procurado metadona por un tiempo razonable, daos por contentos.

El periódico La Razón dice que «Rivera pone seis condiciones a Rajoy para negociar el ‘sí’ a la investidura». «El PP esta dispuesto a cerrar hoy el acuerdo y subraya que la mayoría de las medidas de regeneración va en su programa». Vale, Marhuenda, pa ti la perra gorda. El editorial se muestra bastante cicatero con el gesto de Rivera y dice que «el presidente de Ciudadanos ha tarareado la canción y no suena mal», pero hay que «matizar». Al marianoadicto number one del reino tampoco le ha gustado un pelo la limitación de mandatos. «Siempre sería mejor si hay estabilidad política, que no es el caso». Otro que quiere convertir a Rajoy en vitalicio. Pero en fin, «estamos en un momento clave para desbloquear la situación». La prueba del algodón de que los palos continuos a Albert Rivera en este periódico pueden estar llegando a su fin es que hasta la pluma más venenosa con el líder de Ciudadanos se la está envainando. «El buen salvaje» Pedro Narváez ya no le llama el joven Riverita, sino Albert, así, con confianza. .» Albert maduró ayer (…) Rivera será un gran político cuando interiorice que no será el primero (…) Si la jugada le sale bien, aparecerá como el salvador de España. Al menos por un rato». Ha costado, ¿eh Narváez? Supongo que después de esta columna va a necesitar unas vacaciones para digerir el mal trago.

Desde las páginas digitales de La Vanguardia dice que «Rivera señala el camino para dar el ‘sí’ a Rajoy». Hasta el periódico de la región de la que procede Rivera -perdón, el estado-, que nunca le hizo ni puñetero caso se deshace hoy en halagos. «Albert Rivera aportó ayer un elemento de dinamismo a la estancada escena política española (….) En este periódico apoyamos esta propuesta para superar el impasse institucional», se inclina. Miquel Molina, director adjunto, dice que algunos deberían aprender del joven político catalán. «Pedro Sánchez, más presionado que nunca, ha visto como un rival con menos diputados se apunta el mérito político que supone poner a Rajoy contra las cuerdas, aunque sea a costa de acercarle a una presidencia condicionada». Enhorabuena, Rivera. Estoy verde de envidia. Yo quiero un día así. Y que no sea porque me he muerto.

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