Mariano Rajoy se definió como el candidato de la gran mayoría de los ciudadanos. «Son los españoles los que me traen a esta tribuna», proclamó en su discurso de investidura, con todo el Partido Popular respaldándole desde el hemiciclo. «El país necesita un Gobierno con urgencia, es un clamor popular», enfatizó nada más subir al atril. Y, como estaba previsto, advirtió de los riesgos económicos de un Ejecutivo en funciones o de uno multicolor bajo la batuta de Pedro Sánchez, con quien está más alejado que nunca.
LD / El candidato, que dejó la vehemencia para sus rifirrafes de este miércoles, sacó pecho de los 170 escaños que le acompañan para tratar de superar la votación de investidura. Pero su equipo dio por descantado que se estrellará contra el muro del Partido Socialista el viernes. «Sin la abstención del PSOE, nada de esto sirve, es todo un mero espectáculo», reconocieron desde la dirección nacional. Y prácticamente todos en el PP emplazaron a después de las elecciones vascas y gallegas, que se celebran el 25 de septiembre. Entonces, «también habrá que ver los movimientos» del PNV.
Así las cosas, Rajoy llegó a la Cámara Baja consciente de su previsible fracaso, pero dispuesto a exponer las líneas maestras de su programa de Gobierno. Y la economía lo ocupó prácticamente todo en la primera parte de su intervención. Incluso recuperó la primera de riesgo. «Hemos pasado de la parálisis económica a un modelo más sólido», sacó pecho, para enfatizar que todo puede darse al traste. A sus ojos, hay «avisos» dentro y fuera de que todo puede torcerse, y puso como única solución que él siga en la Moncloa.