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Sánchez se acoge a la vía del 179 para justificar su «no» a Rajoy

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Nunca la constitución de una Mesa del Congreso tuvo tanto protagonismo político como en esta XII legislatura. Aquellos famosos diez votos de más que dieron una ‘mayoría absoluta’ a lo que Pedro Sánchez llama ahora «las derechas», se han convertido en el parapeto ideal del líder socialista para rechazar toda responsabilidad en la situación de bloqueo institucional.

La Gaceta / Tras pasar 55 minutos con Mariano Rajoy, Pedro Sánchez comparecía ante la prensa sonriente y relajado para decir lo que ya había dicho antes de comenzar el encuentro: dirá ‘no’ a Mariano Rajoy. A partir de ahí, las novedades de su discurso se sitúan en la nueva y contundente forma de referirse a Ciudadanos -«la derecha», ha calificado Sánchez a quien hace sólo unos meses era su socio potencial de Gobierno- y en la habilidad con que ha evitado responder a si habrá o no gobierno alternativo en caso de fracasar Rajoy. Hasta en tres ocasiones se lo han preguntado los periodistas -han citado hasta a Borrell y a González- y hasta en tres ocasiones Sánchez ha hecho un pasapalabra.

«Si las derechas dicen ‘no’ a la derecha, ¿por qué va a decir que sí la izquierda?», se preguntaba Sánchez cuando la prensa le hacía notar que esos 179 votos que dieron la presidencia de la Mesa del Congreso al PP (PP más Ciudadanos y los diez votos perdidos que se atribuyen, de forma oficiosa, a la antigua Convergencia) no estaban disponibles. «35 días después de las elecciones Rajoy no ha sumado un escaño más a sus 137. Entiendo que sus tiempos son mucho más lentos que para la mayoría, pero le he exigido que se ponga a trabajar y negocie aliados potenciales», decía, casi disfrutando, Sánchez. «179 diputados hicieron posible la constitución de una Mesa conservadora el pasado 19 de julio. La alternativa a que Rajoy haga su trabajo no puede ser que el resto le hagamos su trabajo. Si nadie quiere pactar con el señor Rajoy, el problema será del señor Rajoy, no de los demás. Como líder del partido de izquierdas, digo que se pongan de acuerdo las derechas y que la izquierda no va a apoyar a las derechas. Que se pongan de acuerdo como se han puesto de acuerdo en la Mesa». Fin. No habrá responsabilidad socialista si se llega a unas nuevas elecciones.

Y mientras Sánchez se amparaba en esa Mesa, aseguraba, preguntado por la nueva forma de denominar a Ciudadanos -«la derecha»- que el PSOE siempre ha sabido que los naranjas eran de «centro-derecha». Ahora y cuando pactaron con ellos pero entonces -ha justificado Sánchez- PSOE, Ciudadanos y Podemos eran «las fuerzas del cambio». «No salió porque Ciudadanos y Podemos se vetaron el uno al otro», recuerda. Pero, ¿podría volver a explorarse esa vía alternativa? ¿Intentará Sánchez formar gobierno si fracasa Rajoy? No contesta.

Y con el ‘no’ de Sánchez comparecía ante la prensa un Mariano Rajoy que apelaba a la sensatez y -aunque decía claro y rotundo que la única alternativa a su investidura son las terceras elecciones o un gobierno de PSOE, Podemos, Convergencia y Esquerra- confiaba en no llegar al «disparate». «No quiero ver más cerca las terceras elecciones». ¿Cómo tratará de evitarlas? Ofreciendo diálogo «todo el tiempo que haga falta» -no ha respondido a los plazos de investidura ni a si se presentará en todo caso- y grandes acuerdos sobre distintas bases de negociación. «He presentado una propuesta, diálogo abierto y he solicitado sugerencias alternativas -decía Rajoy sobre Sánchez-. Le he dicho que estoy dispuesto a negociar sobre la propuesta que hice en su día, sobre las coincidencias de mi programa con el acuerdo que firmó el PSOE con Ciudadanos o sobre el documento que aprobó el Comité Federal del PSOE en diciembre de 2015», ha repasado Rajoy. «He ofrecido diálogo y estoy dispuesto a negociar todo el tiempo que haga falta porque creo que es posible además de necesario llegar a algún tipo de entendimiento». Hasta aquí la oferta de Rajoy.

Después, explicaba el presidente en funciones la respuesta que le había dado Sánchez: «Espero al menos algún compromiso por parte del Partido Socialista distinto a decir ‘no’, porque si nos mantenemos en el ‘no’ habrá elecciones y eso lo sabemos todos los españoles». Rajoy aclara quién es el bueno y quién es el malo en la película: «El acuerdo que yo ofrezco es la condición previa para formar Gobierno. El desacuerdo de Sánchez es la condición previa para repetir elecciones», señala justo antes de confirmar a los periodistas que «Sánchez no ha sido receptivo, se ha negado incluso a intentarlo, pero me ha transmitido que está dipuesto a escucharme cuando lo necesite y que si logro formar gobierno puedo contar con el PSOE para cuestiones de estado».

Tras repetir que España «necesita Gobierno por la situación económica, las urgencias del calendario, la imagen internacional y por la seguridad que esperan y reclaman con razón nuestros compatriotas», Rajoy ha señalado que no basta con que el candidato sea investido y pueda nombrar Gobierno. Debe ser capaz de gobernar. «Se puede si se quiere, si hay voluntad de hacer lo necesario para dar a los españoles el gobierno que esperan desde hace demasiados meses», decía Mariano Rajoy enviando el saco de culpa al lado socialista, como minutos antes había hecho Sánchez en dirección hacia los populares.

Además del diálogo sobre documentos concretos, Rajoy anuncia haber ofrecido a Sánchez «distintos niveles» de entendimiento: «desde el Gobierno de coalición hasta diversas fórmulas de colaboración parlamentaria». Un planteamiento que el presidente en funciones describe como «democrático, que representa la voluntad de los españoles, razonable y que tranquilizaría a los inversores y agentes económicos y sociales». Un «buen mensaje dentro y fuera de España» que supone la «única alternativa» a la repetición de elecciones… «salvo que Sánchez tenga en mente otra cosa que yo desconozco», dice Rajoy que añade, dirigiéndose a la prensa y con toda la intención del mundo: «Sobre ese asunto, el de un Gobierno alternativo de Sánchez, no me ha dicho nada… igual que a ustedes».

Por último, la pregunta del millón: ¿Irá el señor Rajoy a la investidura tanto si tiene como si no tiene los apoyos necesarios? «La investidura es para formar Gobierno. Tengo la sensación de que el señor Sánchez la reclama para que no haya Gobierno. No tiene mucho sentido que demande la investidura quien no quiere contribuir al objetivo». Rajoyismo en estado puro.

Una reunión con pocas novedades que comenzaba así:

El portavoz del PSOE en el Congreso, Antonio Hernando, despejaba las incógnitas casi antes de empezar el juego de la negociación: el voto contrario de los socialistas a la investidura de Mariano Rajoy «es definitivo», decía minutos antes de que el líder de su partido, Pedro Sánchez, se reuniera con Mariano Rajoy. Uno en busca de la abstención que le permita ser investido presidente, el otro tras el mantenimiento de su cuestionado liderazgo, los líderes del bipartidismo parecían no tener herramientas suficientes para desbloquear la situación de ingobernabilidad que vive España.

Pero, de cara a la galería al menos, Rajoy lo intenta: reunidos en el Congreso desde las 11.30 horas, en la que supone la primera reunión después de que el Rey propusiera como candidato a Mariano Rajoy, el actual presidente en funciones asistía con la intención de entregar al líder del PSOE un nuevo documento programático con las coincidencias que hay entre las medidas del PP y las que se incluyeron en el pacto que firmaron los socialistas con Ciudadanos en febrero. Era la base con la que empezar a negociar con el fin de llegar a tiempo para aprobar los Presupuestos Generales del Estado del próximo curso y los objetivos de consolidación fiscal que tiene que fijar la UE.

Es la oferta de los populares, a la que, se sabía antes de empezar, el PSOE diría que no. Y lo haría a pesar del llamamiento de no pocos barones del partido y del mismísimo expresidente Felipe González, que aboga por la abstención para facilitar la formación de gobierno. «Nuestro objetivo no es negociar con el PP. Queremos ser la alternativa en el futuro al Partido Popular, que tendrá que negociar y nombrar una comisión negociadora con aquellas fuerzas que le puedan prestar su apoyo», explicaba antes del encuentro el portavoz socialista Antonio Hernando en declaraciones a Las mañanas de RNE.

El portavoz parlamentario remarcaba que la postura de su partido contraria a la reelección de Rajoy es «una decisión definitiva» que comparten todos los barones socialistas y la militancia y que no va a variar aunque Ciudadanos pase del sí a la abstención: «La posición del PSOE se tiene que tomar en función del compromiso del PSOE con los electores. No tiene que modificarse en función del cambio de opinión de otras fuerzas políticas», decía. También descartaba que algunos diputados socialistas se pudiesen abstener en la votación, lo que para Hernando sería algo «absolutamente vergonzante». Además de que el PSOE es la alternativa al PP, Hernando ha justificado el voto contrario a Rajoy en la «profunda divergencia» con las políticas aplicadas en los últimos años y en que el candidato popular «no es la persona adecuada para presidir el Gobierno».

Un no rotundo a Rajoy que no va acompañado de ninguna alternativa. Lo confirma Hernando al señalar que Sánchez no va a explorar un gobierno alternativo con Podemos y Ciudadanos como ya intentó en la pasada legislatura porque «en este momento no es posible. Si no lo fue entonces, ahora tampoco». ¿Entonces? Quizá la clave de la negociación socialista esté en las palabras de Hernando: «No es la persona adecuada». ¿Y si el candidato popular no fuera Mariano Rajoy?

Poco antes de la reunión, Mariano Rajoy comparecía ante la prensa para participar en un acto de inauguración y, amparado por los buenos datos del Paro conocidos este martes, pedía a las «fuerzas constitucionalistas» que pensaran en el buen de España y de los españoles antes de sentarse a negociar. «Es la hora de la responsabilidad, que nos exige a todos pensar en el bien de España y de los españoles por encima de todas las cosas», decía en la inauguración en Madrid de la nueva sede de la Gerencia de Informática de la Seguridad Social.

«España no puede estar ni un minuto más en funciones», decía Mariano Rajoy, que protegía su propia candidatura recordando que los ciudadanos habían pedido en las urnas un Gobierno que cuente con el apoyo de las grandes fuerzas constitucionalistas. Un argumento, el ciudadano, que se une al más técnico y económico: la multa que Bruselas podría imponer a España si el país no llega a tiempo para presentar los presupuestos.

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