Por Eduardo López Pascual para elmunicipio.es
Creo que me van a lapidar, políticamente claro, si me atrevo a ponerme cerca de los que piden el cambio. El Cambio de este Gobierno derechista, y cobarde ya que abandona principios éticos que nunca debieron dejar, además de sostener una praxis económica netamente capitalista, con lo cual, a ningún falangista esté donde esté, le puede suponer sorpresa alguna ese deseo, salvo a quienes declarando su condición azul, no son más que dóciles defensores de un neoliberalismo incompatible con el ideario nacional sindicalista.
Claro que no me gusta nada o muy poco el mensaje de la alternativa que nos ofrecen; el socialismo Zapateril o Sanchista, que siempre juega a la contra, que solo busca el poder y si es autoritario mejor, y tampoco me seduce en absoluto el discurso rompedor e iconoclasta de los Podemitas de turno, con su sentido contra histórico de vivir en común, de no respetar siglos de patria y proclives a pactos con separatistas con un supuesto derecho a decidir, incompatible con la Constitución del 78. Es verdad que nos separa de ellos conceptos muy claros sobre vida y alma. Sobre libertad, y sin embargo, participo de la idea de cambiar el país, y evite el lamentable y pernicioso sistema que permite la explotación laboral, familias amenazadas de desahucio, de millones de españoles en paro, pensiones en peligro constante, etc. Y, naturalmente desde un punto de vista moral, discrepar con todas las fuerzas, de su ideología laicista, o sus consignas contra la vida y la hacienda.
Pero claro, veo más fácil cambiar este modelo que personalmente no me impide profesar mis convicciones morales, y religiosas, que pienso seguir defendiendo siempre, que unos gobiernos que sustentan las condiciones para la desigualdad, la precariedad o las carencias a una digna distribución de la justicia y la riqueza o que permiten que cientos de miles de ciudadanos no tengan ni un techo donde cobijarse, en clara contra posición a lo que proclama nuestra Constitución. Y lo que es peor, no se ven atisbos de que puedan mejorar, ya que eso es consustancial con su sentido político. Por esto, aun con todas mis reservas, no debemos, creo, ayudar a mantener un gobierno tan de derechas como el que conocemos. Es posible que la alternativa no sea la que nos proponen los nuevos y los viejos programas, pero lo que si parece necesario es que los hombres y mujeres del PP, desaparezcan por un tiempo de la gobernación, y tal vez se regeneren de verdad. Así que por ahora, como falangistas, que no piensan en capitalismo de ninguna clase, podríamos apostar por un recambio que entrevemos aunque permanezcamos alerta a los históricos tropiezos, errores, equivocaciones tan graves como los ataques a la propiedad privada o el separatismo de los populismos de izquierda. No daremos el voto a su demagogia, claro, pero tampoco votaremos por un capitalismo que queremos desmontar.