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»Me purgaron de Podemos por rechazar el ‘derecho a decidir’ para Cataluña»

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Era una mujer de buena familia. Guapa. Y rara. Porque Calvet Prats andaba en bicicleta por Villafranca del Penedés, escribía poesía (en catalán) y hasta componía sardanas. Pero era rara sobre todo porque, cumplidos los 30, seguía soltera. Calvet se acabó casando, pero cometió un error. O un acto revolucionario. Escogió como marido a un hombre de Albacete. Un charnego. Y sus padres la desheredaron.

El Mundo / Casi un siglo después, en la Cataluña de su abuela Calvet, a su nieto también le llueven las miradas reprobatorias. Enric Martínez Herrera es el responsable del primer juicio celebrado contra Podemos, al que acusa de practicar con él una «purga ideológica»: lo expulsaron de las primarias a la dirección autonómica del partido «por rechazar el derecho a decidir para Cataluña». Por Enric, Carolina Bescansa e Íñigo Errejón han tenido que testificar ante un tribunal de Barcelona. «Siento orgullo», dice él con sonrisa resignada. Aunque no baja la cabeza ni ésta es su primera batalla. El otro politólogo con coleta que ha puesto en aprietos al partido de Pablo Iglesias es un catalán acostumbrado a nadar contra corriente.

Su primera batalla no fue en la Cataluña de Puigdemont sino en la de Artur Mas. Y el escenario no fue un partido, sino la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Allí enseñaba política comparada, política española y catalana y técnicas de investigación social… en español. «Puedo dar clase en catalán perfectamente. También en inglés», explica. «Pero en la Pompeu hay bastantes estudiantes erasmus que en catalán no entienden nada, así que yo las daba en castellano». Su defensa de la libertad lingüística y unas lecciones que se desviaban del «adoctrinamiento nacionalista» le costaron varias quejas ante el rector por parte de los estudiantes independentistas más radicales. A ello se sumó que, como delegado sindical de CCOO, denunció los recortes en la plantilla. Lo despidieron.

En sus 15 años de carrera ha saltado de universidad en universidad por el mundo, buscando el trabajo que en España no encontraba. Cambridge y Essex en Inglaterra, Maryland en Estados Unidos, la Católica de Lovaina en Bélgica. También trabajó en la Universidad Autónoma e investigó para el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, estos en Madrid, y, con más de 50 publicaciones académicas, se convirtió en especialista en los nacionalismos.

Cuando explotó la Diada y en la televisión apareció un hombre llamado Pablo Iglesias, el profesor Enric no dudó.

«Soy analista político, siempre he mirado los datos electorales y de opinión pública, y los datos decían que en Cataluña cada vez había más desafección al Partido Socialista. Los votantes de clase trabajadora se estaban apartando del PSC en gran medida por sus posiciones nacionalistas, que van en contra de la igualdad de oportunidades de sus hijos. Y en las europeas [de 2014] votaron a Podemos». Así que este politólogo «de izquierdas», defensor del «patriotismo cívico», articulista de prensa, dejó de pagar la cuota de IU y dio el primer paso hacia su nuevo sueño. Un Podemos de izquierda no nacionalista.

Fracasó.

Un sueño roto: La izquierda cívica

Porque el nieto de Calvet, la compositora de sardanas, no se envolvió en la ambigüedad sobre el independentismo que definió los inicios de Podemos. Desde varios círculos Enric exprimió todo el tiempo que da el paro -lleva sin empleo desde verano de 2014- en un propósito: intentar que «los nacionalistas del Procés Constituent, la plataforma de la monja Forcades, no coparan Podemos».

En la Asamblea Ciudadana del partido en Vistalegre (Madrid, octubre de 2014), presentó una ponencia para que Podemos concretara que a Cataluña no le asiste el derecho de autodeterminación. No prosperó. Pero Enric siguió intentándolo. Un mes después se presentó a las primarias para dirigir la formación en toda España. Arrasó Pablo Iglesias, claro. Pero él quedó tercero, con 750 votos. «Sabía que no tenía posibilidades, pero quería darme a conocer en Cataluña», reconoce, pícaro.

El proceso para elegir al líder del partido en Cataluña arrancó a finales de 2015. Y con él, dice Enric, «la purga».

Poco antes de que finalizara el plazo, el partido le indicó que su candidatura era errónea por una cuestión formal. «Lo subsané, pero aun así me expulsaron de las primarias». Su nombre estuvo durante unas horas en la web de votación, antes de que lo retiraran. Las razones se las especificó la Comisión de Garantías Democráticas del partido. Le decían, por un lado, que había hecho «declaraciones contrarias a la línea política esencial de Podemos». Añadían una serie de acusaciones de dos militantes que aseguraban que Enric los había insultado.

Y llegó el juicio…

Tras recurrir sin éxito a los cauces internos, presentó una demanda contra Podemos por vulnerar un derecho fundamental: el de asociación política. La demanda fue admitida y este 5 de octubre, tras varios aplazamientos, el compás libre de esta sardana alcanzó los tribunales.

«Llámese a Carolina Bescansa», «Llámese a Íñigo Errejón», se oyó en la sala. Primero ella, como representante del partido, y después él, como testigo, declararon por videoconferencia desde Madrid ante el Juzgado de Primera Instancia número 28 de Barcelona.

Bescansa rechazó que la decisión de impedir la candidatura de Enric tuviera que ver con ella porque eso competía a la Comisión de Garantías, un órgano «independiente». Errejón, lo mismo. A preguntas del letrado del profesor, la cofundadora de la formación subrayó además que nadie puede ser sancionado en Podemos por dar una opinión política distinta de la oficial.

Pero la testigo clave llegó después: Gloria Elizo, presidenta de la Comisión de Garantías, reconoció que en Podemos no se puede rechazar el derecho a decidir: «El proyecto político que [Enric] presentó con su candidatura era incompatible con el documento político estatal. (…) Y entre los postulados básicos está el derecho de autodeterminación. Para Podemos es importante». El juicio está pendiente de sentencia.

-¿Podemos es hoy nacionalista?

-Podemos ha claudicado ante el nacionalismo -contesta Enric.

-¿Por qué Cataluña no tiene derecho a decidir?

-Porque los catalanes, igual que los vascos, no estamos colonizados ni perseguidos sistemáticamente, que es lo que establece el derecho internacional como requisito para que un territorio tenga derecho a la secesión. Al revés, nosotros hemos sido la metrópoli, y seguimos siéndolo porque utilizamos el sistema político español para vender al resto de España productos caros y de mala calidad. ¡Eso se llama colonialismo interno!

-¿Qué le ha parecido la reunión de este lunes entre Iglesias y Puigdemont?

-Iglesias, que estaba contra los corruptos, quiere ahora salvar a Francesc Homs. También estaba contra los aforamientos…

-Ambos coinciden en que un referéndum sería la reunión de «muchos demócratas»…

-Beverly Hills quiso ser independiente de Los Ángeles para pagar menos impuestos. Si hicieran lo mismo los lugares más ricos de España como Neguri, el barrio de Salamanca o el de Pedralbes, ¿sería eso democrático? (…) Además, países como Dinamarca y Eslovenia, o una Cataluña independiente, son puros títeres de los grandes países como Alemania, y de las multinacionales…

Y sigue, incontenible. Porque tiene argumentos. Ya lo advirtió en su tesis doctoral sobre los efectos del federalismo, con la que en 2006 ganó el premio nacional Pérez-Serrano en Derecho Constitucional y Ciencia Política: «Según mi investigación, dar más autogobierno a las regiones más ricas que el promedio como Escocia, Quebec, Euskadi o Cataluña, sólo alimenta el nacionalismo: usan los recursos para potenciarlo más. Es echar gasolina al fuego».

Podemos es el rival que muchos han querido llevar a los tribunales. Pero todas las denuncias, como la de la financiación irregular, han sido desestimadas. Hasta que llegaron Enric y su lengua afilada.

Hoy, ya fuera de Podemos, el profesor en paro lidera un partido pequeñito de corte obrerista y no nacionalista llamado Unidos Sí. No coge el móvil cuando no conoce el número de teléfono porque le han intentado agredir y le han insultado. Ha desafiado al nacionalismo y, además, al autoproclamado partido «de la gente». Como le ocurrió a la rara abuela Calvet, desheredada por amar a un charnego, su desafío tiene un precio. «El conflicto étnico en Cataluña viene de lejos y quien se significa contra el nacionalismo sabe lo que le espera: la muerte civil».

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