Tradicionalmente -desde la investigación de la Causa General de 1943 llevada a cabo por el régimen vencedor en la Guerra Civil española- se consideraba que las organizaciones de izquierda (anarquistas, comunistas y socialistas) crearon en Madrid durante la Guerra 225 checas, es decir, cárceles privadas, lugares de detención y a menudo de tortura, pero ahora una nueva y detallada investigación constata que fueron muchas más, hubo 345 checas, que en ellas se mató al menos a 1.800 prisioneros (el 90 por ciento en el año 1936), y que eso incluyó a unos 360 clérigos, sacerdotes y religiosas.
ReL / El Instituto de Estudios Históricos de la Universidad CEU San Pablo (www.iehistoricos.ceu.es) ha hecho entrega a la política socialista Francisca Sauquillo, presidenta del comisionado de la Memoria Histórica del Ayuntamiento de Madrid, de un amplio trabajo sobre la represión del Frente Popular en Madrid.
Son cinco volúmenes que suman unas 2.000 páginas con la investigación “Checas de Madrid”, financiada por el ministerio de la Presidencia en época de Rodríguez Zapatero, dentro de las ayudas concedidas a la Memoria Histórica.
La entrega de este material al comisionado se ha hecho con el propósito de ayudarle en su designio de realizar un plan integral de memoria histórica que identifique los restos de la Guerra Civil en la capital de España, y en consonancia con lo establecido en el preámbulo de la Ley de la Memoria Histórica (Ley 52/2007 de 26 de diciembre): “que la democracia española y las generaciones vivas que hoy disfrutan de ella honren y recuperen para siempre a todos los que directamente padecieron las injusticias y agravios producidos, por unos u otros motivos políticos o ideológicos o de creencias religiosas, en aquellos dolorosos períodos de nuestra historia. Desde luego, a quienes perdieron la vida”.
Un estudio pionero: desde 1943 no se investigaba
Pese a su siniestra celebridad, las checas de Madrid no habían sido hasta ahora debidamente estudiadas, y su número, según el resumen de la Causa general publicado por el ministerio de Justicia en 1943, se cifraba en 225.
Sin embargo, se trata de una estimación que se quedaba muy corta, pues según la investigación realizada por el Instituto CEU de Estudios Históricos, en el Madrid republicano hubo:
– 345 checas,
– 50 lugares de detención,
– 24 cárceles oficiales,
– 10 comisarías de distrito
– y 25 lugares de ejecución y hallazgo de restos.
De ellas:
– 90 estaban bajo control anarquista,
– 89 bajo control comunista
– 49 bajo control socialista.
– otras 73 estaban vinculadas a unidades concretas de milicias y del ejército popular.
Otras organizaciones controlaban un número de checas mucho más reducido.
Milicianos anarquistas en la película «Un Dios Prohibido»; sólo en Madrid, en las checas fueron asesinados al menos 360 clérigos, es decir, personal desarmado, no combatiente, civil y de fácil identificación
Localizarlas en el callejero
Para poder ubicar debidamente estos lugares se ha realizado un gran esfuerzo, pues en ocasiones se han encontrado calles cuyos trazados y números han cambiado o las checas estaban ubicadas en edificios actualmente desaparecidos. Por ello, ha sido necesario elaborar una base de datos georreferenciada que permitiera ubicar las antiguas localizaciones sobre la cartografía actual de la ciudad.
Su resultado ha hecho posible elaborar cuatro rutas de la Memoria en las que se han agrupado 64 de las checas más significativas:
-Gran Vía y sur;
-norte de la Gran Vía;
-Recoletos-Castellana y barrio de Salamanca;
-y el extrarradio de Madrid.
La base de datos elaborada aporta también abundante información sobre el funcionamiento de las checas de Madrid, además de una relación nominal de 1.823 personas asesinadas en las mismas.
Matanzas de presos sin pasar por las checas
Conviene recordar que, al producirse la aproximación a Madrid de las tropas del bando nacional, hubo miles de muertos como consecuencia de los conocidos episodios de las sacas masivas de cárceles y los asesinatos de Paracuellos del Jarama.
Otros centenares de víctimas mortales aparecieron en lugares tales como la Dehesa de la Villa, la Casa de Campo o las Vistillas, sin que sea posible determinar si antes de su muerte pasaron o no por alguna checa.
De las víctimas, una de cada cinco eran clérigos
Por lo que a la caracterización de los muertos se refiere:
– un 26% eran militares o miembros de las fuerzas de orden público,
– un 21% sacerdotes y religiosas,
– un 14% empleados,
– un 10% mujeres,
– un 6% comerciantes e industriales,
– un 6% profesionales liberales,
– un 5% propietarios,
– un 4% funcionarios,
– un 3% estudiantes…
El 93% de los asesinados en las checas lo fueron antes de que acabase el año 1936.
Por último, la documentación aportada incluye un listado de 1.143 chequistas, de los que consta que 91 fueron ejecutados después de la guerra.
Listas de sospechosos para llevar a las checas
Las checas, uno de los elementos claves de la represión republicana en el Madrid de la guerra civil, eran cárceles privadas establecidas por las diversas organizaciones integradas en el Frente Popular, donde se detenía, interrogaba y asesinaba a las personas que consideraban desafectas. El término procede de Cheká, nombre de la policía política soviética creada en Rusia en 1917.
Aunque inicialmente surgieron de forma espontánea, a principios de agosto de 1936, tras la creación del Comité Provincial de Investigación Pública, las checas pasan a trabajar en estrecho contacto con la Dirección General de Seguridad, desde donde se les hizo entrega de listas de sospechosos. También podían sacar presos de las cárceles oficiales.
Entre las más famosas por el celo desplegado se encuentran la checa de Fomento, cuyo primer emplazamiento estuvo en el Círculo de Bellas Artes, o la checa de la brigada del Amanecer, dirigida por el comisario de Policía José Raúl Bellido.
Es una lástima que no se conserve ninguna con sus aparatos de tortura, suelos inclinados, ladrillos de punta, etc. A lo mejor podría reconstruirse alguna para que este tipo de horrores no vuelva a repetirse y para vergüenza de las organizaciones que las sostuvieron. Algunas de ellas, casi todas, hoy continuan en la vida nacional con las mismas siglas de entonces, y tienen encima la desvergüenza de decir que las organizaciones falangistas son las que debieran ser prohibidas.