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Cinco claves sobre los índices de pobreza que nadie cuenta

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Esta semana, el tema es la pobreza energética. Y la cifra son los 7.000 muertos que, se supone, causan cada invierno en España la falta de recursos de muchas familias para acondicionar y calentar su vivienda ante los rigores del frío. El dato es llamativo y Podemos no lo ha dejado pasar. Dentro de la campaña que la formación morada ha emprendido contra el Gobierno y las eléctricas, un número como ése tenía que ser rentabilizado.

LM / El problema es que el dato no dice lo que Podemos asegura en sus declaraciones. Como ocurre con otros muchos estudios similares, prensa y partidos políticos españoles lo intentan utilizar en su beneficio, con un brochazo de trazo grueso que sirve más para confundir que para explicar nada. No es un problema específico de este informe. Es lo habitual con las estadísticas de pobreza.

Por eso, para los que quieran hacer un análisis más sosegado de la cuestión, aquí van cinco consejos. Son claves que se repiten prácticamente en todos los informes sobre pobreza y en las informaciones que se extraen de los mismos. Ya hablemos de desigualdad, carencias materiales, acceso a bienes de consumo básico o ingresos de determinados grupos sociales, lo normal es que caigamos en alguno de los siguientes errores. No sólo es injusto, además este tipo de errores oscurecen el juicio más de lo que lo aclaran. Justo lo contrario de lo que se supone que debe hacer una estadística:

– Desde 2012: ésta es una característica de los últimos años, curiosa, que nadie menta, pero que puede verse una y otra vez. Desde comienzos de 2012, cuando el Gobierno de Mariano Rajoy acababa de llegar a La Moncloa, se disparó en España la publicación, difusión y seguimiento de estas cifras. Como si antes no hubiera pobres en España o si las carencias materiales hubieran florecido de la nada con el PP. Así, se obvian datos como que la desigualdad creció más en la segunda legislatura de Zapatero que en la primera de Rajoy (ver cifras de Gini en Eurostat).

¿Antes de 2011 había informes sobre pobreza o desigualdad en España? Pues sí, pero eran muchos menos que ahora y los medios les daban mucha menos cobertura. No sólo eso, cuando se informa sobre las tendencias de los últimos años, en muchas ocasiones incluso se atribuyen al actual Gobierno diferencias que comenzaron a generarse antes de que llegase al poder. La política económica y social del PP tiene seguro muchos aspectos criticables, pero el uso partidista de la estadística, por rivales políticos y mediáticos no ayuda a aclarar el análisis y los términos de juego.

– Comparación u olvido: otro error u omisión muy habitual. Cuando interesa, se pone a España en comparación con Europa. Por ejemplo, al hablar de desigualdad e Índice Gini. Pero cuando las cifras no dicen lo que el medio o partido de turno quiere que digan, el contexto europeo pasa a un segundo plano.

Por poner sólo un ejemplo. De entre todos los índices de pobreza que elabora Eurostat, quizás el más significativo sea aquel que mide la «privación material severa». La oficina estadística de la UE recoge nueve indicadores (desde incapacidad de hacer frente a gastos imprevistos a no ser capaz de comprar bienes básicos como una tele o un teléfono). Si una familia cumple cuatro o más de los nueve indicadores, se considera que está en situación de «privación material severa». En España, la cifra que da Eurostat para 2015 es del 6,4% de la población. Son 2,5 millones de personas y eso es mucho, pero si comparamos con el resto de la UE, vemos que estamos bastante mejor que países como Italia o Portugal y cerca de países más ricos que nosotros, como Reino Unido o Bélgica. Teniendo en cuenta nuestra renta per cápita, estamos más o menos donde nos corresponde. No es cuestión de complacencia: hay 2,5 millones de conciudadanos que lo pasan muy mal cada día, pero para un análisis realista la cifra hay que ponerla en contexto.

No sólo eso, de los nueve indicadores de Eurostat, quizás el que mejor explique la situación de verdadera dificultad de un hogar sea aquel que mide la capacidad para «comprar una ración de carne o pescado cada dos días». Pues bien, en este indicador nuestro país sale especialmente bien parado, con un 2,6% de la población en esta situación. Sólo los países más ricos del norte (Holanda, Suecia, Dinamarca…) nos superan. Y estamos mejor que Alemania, Reino Unido, Irlanda o Finlandia. ¿No lo sabía? Quizás es que como es un dato anti-alarmista, la comparación aquí se olvida.

– Titulares: todos sabemos que el titular de una noticia no sólo es lo más leído, sino que es lo que retiene el 90% de los lectores. Por eso, se buscan cifras redondas y llamativas. Por ejemplo, los 7.000 muertos por pobreza energética de los que hablábamos antes. Pero en el propio informe de ACA, la asociación que hizo el estudio del que salió esa cifra, se explica no sólo que la cifra es una aproximación, sino que el margen de error es enorme:

Para estimar el posible efecto que la pobreza energética podría estar teniendo en términos de mortalidad adicional en España, se ha mantenido el rango del 10 al 40% que se empleó en los informes de 2012 y 2014. Estas dos cifras determinan el porcentaje mínimo y máximo de muertes adicionales de invierno (TMAI absoluta) que pueden estar asociadas a la pobreza energética. Se ha seleccionado el porcentaje del 30% recomendado para Europa en la metodología de la Organización Mundial de la Salud.

Del 10% al 40% hay muchos muertos. Tantos como que con la primera cifra hablamos de 2.400 personas y con la segunda de casi 10.000. Y eso asumiendo que estas personas que mueren cada invierno de más en relación a las otras estaciones se deban realmente a los problemas de aislamiento y condiciones de climatización de la vivienda, algo que no puede saberse. En cualquier caso, del estudio académico al titular de prensa hay una enorme distancia que no siempre se recorre.

– La foto: es el complemento del titular y muchas veces sirve para acabar de confundir respecto a lo que aquel decía. En los artículos de pobreza, por ejemplo, es ya un clásico. Se pone un titular más o menos cierto desde el punto de vista técnico o estadístico, algo del tipo: «Según Eurostat, el 28% de los españoles está en riesgo de pobreza». Justo debajo (o encima, depende del diseño de la web) aparece una foto de un mendigo a la entrada del metro o de una persona rebuscando comida en un cubo de basura.

No se dice, pero la intención parece clara: que el lector piense que ese 28% del que hablamos está en una situación cercana a la indigencia o incluso forma parte de ese grupo de personas que apenas puede cubrir sus necesidades básicas. Y eso es lo que no se sostiene por ningún lado. Como vemos en el resto de epígrafes, el concepto de «pobreza» estadístico está muy lejos de lo que el ciudadano medio considera como «pobreza» real. Por eso, ilustrar una cifra de un estudio técnico con una foto de un mendigo genera más confusión que otra cosa.

– Pobreza relativa: el último de los errores que se cometen en esta cuestión tiene que ver con el carácter absoluto que se le da a las cifras de pobreza, cuando la mayoría no dejan de ser estadísticas relativas, que comparan a unos países con otros o grupos de población dentro de un mismo país. El caso más claro es el de la «tasa de riesgo de pobreza» que, como explica el INE, mide «el porcentaje de personas que viven en hogares cuya renta total equivalente está por debajo del umbral de pobreza. El umbral de pobreza se fija en el 60% de la mediana de los ingresos por unidad de consumo de las personas».

Según los datos del INE, la tasa de riesgo de pobreza se situó en 2015 en el 22,1% (19,5% si tomamos como referencia la tasa con alquiler imputado). El indicador AROPE, que además de este umbral de pobreza suma la estadística que veíamos antes de privación material severa y de baja intensidad laboral, eleva la cifra al 28,6%. Y estos son los datos que sirven para decir que más de uno de cada cuatro españoles está en riesgo de pobreza o que hay doce millones de pobres en España (hemos llegado a escuchar hasta una previsión de 20 millones de pobres en 2025).

La situación de la gran mayoría de ese 29% de la población es muy complicada. Aquellos que tenemos un trabajo y unos ingresos fijos, sabemos que somos afortunados por ello. Pero cuidado, no tomemos esas cifras como sinónimo de que hay doce-trece millones de españoles que dependen de la caridad para vivir, porque no es así. Como explicamos, el indicador de «umbral de la pobreza» es relativo. Por ejemplo, en 2008, tomando como referencia los ingresos de 2007, el último año de la burbuja y con el paro en mínimos históricos, la tasa de pobreza relativa era del 19%, no tan lejos del 22% actual. Y en ningún país de la UE, ni siquiera en los más ricos, la cifra baja del 10%. Por ejemplo, en Suecia es del 14,5%, en Dinamarca del 12,2% y en Holanda del 12,1%. ¿Es que el 14% de los suecos son pobres? No en el sentido que normalmente se entiende la palabra «pobre». Hablamos de una estadística que mide ingresos en relación a la mediana del país, no en términos absolutos. Por cierto, que de 2013 a 2015 varios de estos indicadores de pobreza han comenzado a cambiar de dirección en España. Probablemente no verá demasiadas noticias al respecto.

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Rectificación del autor: el pasado martes, en la tertulia económica de En casa de Herrero, tuve la ocasión de comentar el informe de la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA) «Pobreza, vulnerabilidad y desigualdad energética». De este informe es del que Podemos sacó el dato de las 7.000 muertes por pobreza energética que cada año se producen en España. La cifra me parece poco precisa y los titulares que hemos visto en prensa, engañosos; pero eso no justifica los comentarios que hice al respecto. En el fragor del debate hice una serie de alusiones al informe y a la asociación editora que no fueron acertadas. De hecho, incluso aunque no estoy de acuerdo con buena parte de sus conclusiones, tengo que reconocer que el estudio incluye más datos, referencias y análisis que la gran mayoría de los informes similares que se publican en España sobre estos temas. Puede ser un buen punto de partida para una discusión serena. Fue una injusticia por mi parte mezclar churras con merinas y descalificar este informe de la manera en que lo hice. Cometí exactamente el mismo error que criticaba: falta de rigor y populismo. Por eso, con estas líneas, me gustaría pedir perdón públicamente a ACA y a los autores del estudio. Estuvo mal y no hay excusa para mis palabras.

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