Mariano Rajoy se comprometió a cumplir con la palabra dada su vuelta al ruedo internacional. Y ello, admiten en privado en el Gobierno, podría suponer una nueva subida de impuestos para alcanzar así los objetivos de déficit público pactados con Bruselas. «No hay tomada ninguna decisión», quiso precisar el mandatario español, con Angela Merkel a su lado escuchándole. Si bien, en ningún caso cerró la puerta a esa medida, aunque tampoco aclaró a qué impuestos afectaría.
LD / Así, el jefe del Ejecutivo prepara a la opinión pública para otra subida impositiva, aunque precisó que antes tratará el asunto con el resto de formaciones políticas. Especialmente, con Ciudadanos, que ha permitido que arranque la legislatura. Pero enfatizó: «Tenemos la voluntad de cumplir» con lo acordado ya que «siempre lo hemos hecho». Fuentes diplomáticas reconocieron que Rajoy y Merkel trataron la situación económica de España en su encuentro a puerta cerrada.
Recado al PSOE
A partir de ahí, el presidente evitó dar cualquier detalle sobre el desarrollo de las negociaciones con sus interlocutores políticos, aunque sí quiso mandar un recado muy claro al PSOE tras su giro en el caso de Jorge Fernández Díaz. «Soy partidario de que se cumplan los acuerdos cuando uno llega a un entendimiento, las cosas como son», avisó públicamente a Javier Fernández, aunque en ningún caso salió en defensa de su exministro, al que ni tan siquiera mentó. Lo volvió a repetir: «Cuando se llegue a un acuerdo, que se cumpla», aunque a renglón seguido dio por solventado el peliagudo capítulo.
Para Rajoy, la clave ahora pasa por avanzar en los contactos para que, en último término, sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado. Si bien, también mentó el techo de gasto o las pensiones, en vísperas de que se reúna el pacto de Toledo. «Las cosas son como son» y hay que abordar «lo que más preocupa a los españoles», enfatizó, no queriendo tensar la cuerda en demasía con el PSOE. «Me sitúo en el futuro, que es donde tengo que estar», fueron sus palabras.
Foto con Obama
Asintiendo, su «amiga» Merkel, que no dudó en situar a España en tablero internacional. Primero, invitado a Rajoy a la cumbre multilateral con la que despedía a Barack Obama, lo que no gustó especialmente a Italia. Y, después, dejando claro «siempre es un socio importante para Alemania». «El que se haya quedado para almorzar muestra su importancia y eso es posible porque España vuelve a tener un Gobierno, y yo me congratulo», declaró la canciller en una comparecencia de prensa posterior.
En Berlín, Mariano Rajoy pudo hacerse la foto con Obama y despachar a solas con Merkel sobre los riegos que afectan a la Unión Europea. Según Moncloa, supone una muestra «de la vuelta formal -al mundo-, con fuerza e influencia, después de un año en el que la interinidad del Gobierno ha limitado nuestra capacidad de acción e iniciativa». Y, para reforzar esta idea, se anunciaron la participación del presidentes en próximas cumbres en La Valeta y Roma.
Por último, siempre con Merkel atenta, el jefe del Ejecutivo tuvo que dar su opinión en suelo alemán sobre lo ocurrido en la apertura de las Cortes, con Podemos y las formaciones nacionalistas escenificando un plante claro al jefe del Estado. Incluso se enseñó una bandera republicana en el hemiciclo mientras don Felipe tomó la palabra. Él quiso restar a lo ocurrido toda importancia y pidió ir a la mayor. «Me quedo con la actuación y el comportamiento de la inmensa mayoría» y «vamos a ver si dejamos de ocuparnos de ese tipo de asuntos y nos quedamos con lo importante», defendió.
