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España código cuatro (o llevarás luto por mí)

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Por Laureano Benítez Grande-Caballero para elmunicipio.es

Como Martín Luther King, yo también «had a dream»: soñé que la horda podemita ―que tan adicta es a poner velas a los muertos que le interesan― ponía 24 velas en las escalinatas del Congreso, para honrar la memoria de las víctimas que han sido masacradas en la iglesia adyacente a la catedral copta de El Cairo.

Si pusieron una vela a Aylán, el niño muerto en las costas de Turquía, soñé que, por un momento, las hordas luciferinas reprimían su atávico instinto pirómano contra los católicos, de modo que el fuego que les dedicaban no era el de las piras para achicharrar iglesias y religiosos, sino el sencillo fuego de unas velas en su honor para homenajear a tantas víctimas del holocausto cristiano que sufren tantos países del mundo, sin que nadie ―incluido el Vaticano lleve luto por ellos.

Sé que fue un puro delirio de imaginación, porque esta jauría anticatólica nunca reclamará los derechos humanos para las poblaciones cristianas que están siendo exterminadas por el terrorismo yihadista. Por esta razón, también soñé que las bancadas podemitas en el Congreso exhibían unos carteles que decían «Derechos Humanos para los cristianos», y no sólo para los inmigrantes ilegales amotinados en los Centros de Internamiento para Extranjeros.

También tuve otro «had a dream»: soñé que el Ayuntamiento de Madrid, después de más de un año, quitaba de su fachada el esperpéntico cartel de «refugees welcome», que se ha convertido en el mantra de la corporación de okupas que ultraja el concejo madrileño. Pretenden dar la típica imagen progre de solidaridad, de lucha por los desfavorecidos, de mesías redentores de los lumpen, pero su verdadero objetivo es invadir las calles de nuestras ciudades de refugiados a los que pretenden dar papeles de inmediato, empadronarles, darles pisos y trabajos, sin importarles un pimiento el atroz paro del 19% que sufre España; sin pararse a pensar que los pisos que pretenden darles deberían ser en primer lugar para los desahuciados que aparentemente defienden con tanto ahínco; pasándose por el arco del triunfo los onerosos gastos que ocasionaría mantener a tantos refugiados, gastos que supondría subirnos más los impuestos, detrayéndolos de los gastos sociales a los que, en primer lugar, tenemos derecho los españoles, antes que nadie.

Refugiados que sospechosamente son en su inmensa mayoría jóvenes en edad de trabajar y de luchar por su patria, a la que abandonan en manos de la turba del ISIS, deserción que nos obliga a nosotros, los europeos, a intervenir allí para cubrir el vacío que ha dejado su cobardía. ¿Dónde están las mujeres, los niños y los ancianos, las poblaciones más vulnerables, las que más buscan refugio huyendo de los horrores de la guerra? Jóvenes entre los que habrá con total seguridad enloquecidos «unabombers» dispuestos a organizar una matanza en cualquier plaza, en cualquier centro comercial, en cualquier iglesia…

España, Al- Andalus, el país más amenazado del mundo por el terrorismo islamista por aquello de que una gran parte de nuestro territorio les perteneció durante algunos siglos, territorio que reivindican de forma cada vez más amenazadora… España, país que vive desde julio del año pasado en un estado de alerta del código cuatro, solamente un punto por debajo de la alerta máxima; país que había sufrido algunos atentados de no ser por la magnífica labor de la policía, sin duda la mejor del mundo en la lucha antiterrorista, que ha desarticulado muchas operaciones para producir atentados en nuestro solar patrio.

El progrerío habla de solidaridad, pero no hace ni una sola mención de los mártires cristianos, a los que nadie welcomea, a los que nadie ofrece refugio, ni siquiera el Vaticano, de los que nadie se acuerda, pues los medios de comunicación en manos de los jerarcas globalistas-luciferinos han hecho del cristianismo europeo su enemigo número uno, la fuerza que con más vigor se opone a su conspiración por el Nuevo Orden Mundial, por lo cual han emprendido desde hace tiempo una devastadora campaña para arrasar los cimientos cristianos de Occidente.

Por ello, organizaron «revoluciones» bajo la eufemística forma de «primaveras», que acabaron con gobiernos que sujetaban férreamente al yihadismo, para poner en su lugar países destrozados a merced de las mesnadas del DAESH, que contribuyeron a crear, organizar y armar. El objetivo era desestabilizar el Mediterráneo para lanzar masivamente a sus refugiados contra las fronteras europeas, para invadirnos, con el horizonte de que esta invasión de musulmanes provocaría un multiculturalismo avasallador que diluiría nuestras raíces cristianas, en aras de lo políticamente correcto.

Así, mientras masacran a los cristianos en razzias y pogroms, subvencionan la enseñanza del Corán en las escuelas, les damos comida «halal», quitamos la carne de cerdo de los comedores escolares, les felicitamos efusivamente el Ramadán a la vez que se silencian los las felicitaciones navideñas, quitamos belenes y crucifijos para no molestarles, aguantamos denuncias de sus imanes protestando por la semana Santa, y les hacemos mezquitas reemplazando a iglesias.

Por eso y para eso se welcomea a los refugiados: aumentan el paro, bajan los salarios, empeoran las condiciones laborales de los autóctonos, amenazan las creencias y las prácticas cristianas, corren los valores tradicionales que han sido siempre los pilares de la civilización europea.

Por eso, los medios de comunicación y los gobiernos, totalmente dominados por los oligopolios globalistas, silencian sistemáticamente los desmanes que cometen las poblaciones de refugiados: violaciones de ancianas en cementerios; asesinatos y violaciones de jóvenes; masturbaciones y defecaciones en iglesias ―por ejemplo, en Suecia―, junto con robo de objetos consagrados… y la permanente amenaza contra la seguridad ciudadana de sus suicidas unabombers.

Sí, I had a dream: soñé que las turbas progres del rojerío guardaban un minuto de silencio por los mártires cristianos; que Europa acogía a los refugiados cristianos amenazados por el ISIS; que en la fachada del ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, en vez de banderas gays y banderas de los pueblos indígenas, ondeaba la bandera de España a media asta con un crespón negro en memoria de tantas víctimas cristianas, con un lema que decía: «o llevarás luto por mí».

Yes, I had a dream…

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