Fátima tiene tan solo ocho años de edad. Islam, siete edad. Ambas saludan a su madre, completamente cubierta por una nigérrima burka. Llevan un abrigo y un gorro que las proteja del frío. Saben que no volverán a ver a sus padres. Pero abandonan el hogar con una promesa: poder reunirse con Alá, según han señalado desde el digital Infobae. —El Estado Islámico crucifica a un niño cristiano de 12 años—
Convencidas por su padre de que alcanzarán el Paraíso, ambas se dirigieron, el pasado 16 de diciembre de este año 2016 a una estación de policía en Damasco, la capital de Siria, el país cuyos hijos mueren día a día en una sangrienta guerra civil.
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«Allahú Akbar» (Alá es Grande), serán las palabras que pronunciarán antes de partir a su martirio. Allí, a control remoto, su padre islamista -el mismo que las abraza minutos antes- detonará el explosivo que tiene la menor de sus hijas escondido entre su ropa.
Sólo Islam moriría. Fátima se salvó.
Para mostrarle al mundo que está dispuesto a todo, el terrorista islámico -cuya pertenencia no está clara- grabó un video en el cual explica lo que harán y las abraza y las muestra como el arma más letal que tiene a su alcance. —Islamistas juegan al fútbol con cabezas de cristianos asesinados—
«No van a tener miedo porque están yendo al Paraíso, ¿verdad?», les susurra a las pequeñas en la primera parte de la emisión, donde están vestidas totalmente de negro.
El diario Al-Watan publicó la crónica sobre la explosión en el cuartel. Tres oficiales resultaron heridos de gravedad cuando una «niña de siete años ingresó al lugar y desde un lugar lejano hicieron detonar su cinturón de explosivos». Había dicho que estaba «perdida» y que necesitaba el baño. En ese momento, su padre la hizo explotar.