Con traje de chaqueta azul oscuro con pantalón y con su pelo rubio, elegantemente jaspeado por algunas canas y peinado discretamente hacia atrás, ese es más o menos el uniforme de diario de la ministra alemana de Defensa, Ursula von der Leyen, y así se ha presentado esta semana en el palacio del Príncipe Heredero de Arabia Saudí, Mohammed Bin Salman al-Saud, durante una visita oficial. Los responsables de protocolo de la Embajada alemana en Riad habían repartido abayas por las habitaciones de hotel de las funcionarias y periodistas que acompañaban a la ministra, pero cuando consultaron si tenían que ponérselo, von der Leyen contestó que cada una debía decidir qué hacer y que por su parte sería aceptable cada opción. «Personalmente», dijo la ministra de 58 años de edad, «respeto por supuesto la cultura y las costumbres de los países a los que viajo y trato de adaptarme, pero en lo referente a la vestimenta hay un límite: yo no me cubro con velo y yo llevo pantalones». —Islamistas juegan al fútbol con cabezas de cristianos asesinados—
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ABC / A la ministra no le tosió nadie, pero al resto de las mujeres de la delegación se les insistió en la conveniencia de mantener la corrección por el bien del viaje oficial y se les pidió que se cubrieran al modo árabe, insistencia tras la cual Ursula von der Leyen sentenció que «ninguna mujer de mi delegación debe ser obligada a vestir abaya. Elegir su propia ropa es un derecho que asiste igualmente a los hombres y a las mujeres y me enfada que se las esté presionando en ese sentido». Algunas optaron por seguir los consejos de los diplomáticos y otras vistieron los mismos pantalones que en Berlín y que llevaban en la maleta. Punto. No consta protesta alguna por parte de la administración saudí ni la visita oficial parece haber fracasado.
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Quizá alguien con menos experiencia hubiera cedido a los consejos de la Embajada, pero la ministra alemana de Defensa, nunca mejor dicho, tiene ya mucha mili. Ginecóloga de profesión, casada y madre de 7 hijos, ha sido anteriormente brillante titular del ministerio de Familia y de Trabajo. Se formó en el Colegio Europeo de Bruselas y en la actualidad es el político alemán más valorado por las mujeres de más de 50 años y una de las principales opciones democristianas para sustituir a Angela Merkel el día en que la eterna canciller decida marcharse. Su gesto ha sido muy aplaudido al volver a casa y está en completa consonancia con los deseos expresados por la jefa, que en el último congreso del partido al que las dos pertenecen, la CDU, se ha declarado a favor de una prohibición del velo integral en la administración alemana, en las escuelas y las universidades o ante los tribunales. Merkel reiteró que «el derecho alemán prevalece sobre la sharia» y defendió que «en la comunicación interpersonal, que juega un rol fundamental aquí, nosotros mostramos la cara». Cuando Merkel viaja a países árabes, por cierto, a nadie se le ha ocurrido sugerir que se cubra con un velo.