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EL GROSERO USO DE LA MEMORIA HISTORICA

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Por Eduardo López Pascual para elmunicipio.es

Con la misma inquina y el odio con que generalmente la prensa y los medios de comunicación adictos a esta situación democrática, tratan cualquier cosa relacionada con el régimen anterior, sea mala, regular o buena, que eso no interesa-, el diario digital El Confidencial, publica un comentario sobre la obra que se representa en el Teatro de Barrio, de Madrid, con el título nada sorpresivo viniendo de quienes vienen, ”La sección”, (Mujeres del fascismo español), que versa sobre lo que significó en la sociedad española de ese periodo, la Sección Femenina (de la falange), tomando como mujeres de referencia a Pilar Primo de Rivera, a Mercedes Bachiller y ¡Pásmo¡, ¡Carmen Polo¡ No con ánimo de recuperar un tiempo para el análisis, o valorar en conjunto su obra, sino como excusa para manipular el tiempo y la historia, como netos –en este caso netas-, revisionistas que son sus autoras, directoras y protagonistas.

Jessica Belda, autora del engendro; Carlota Chillida, directora del panfleto teatral, o Manuela Rodríguez, protagonista de la patada a la historia, son las culpables de un texto teatral para la ignominia. Es el resultado de una literatura puesta al servicio de la más grosera manipulación de unas mujeres y unos hechos que, independientemente de sus fallos, que los tendría como toda obra humana, fue un soporte brillante y sacrificado (miles de mujeres dieron lo mejor de sí mismas a favor de sus compatriotas más desfavorecidas), para una sociedad que necesitaba solidaridad, apoyo y ayuda en todos los sentidos.

Con una técnica, diría, de puro reduccionismo (marxista al fin y al cabo) las susodichas “intelectuales” nos presentan una Sección Femenina peyorativa y fascista; haciendo ver que sus mujeres estaban poco más o menos que sujetas a la ley del varón, y atrapadas en su misión – naturalmente obligadas-, de parir y lavar la ropa. Son, las autoras, mendaces manipuladoras de la realidad de aquella movilización falangista (por más que Franco tratara de utilizarla para su conveniencia, que eso ocurre en todo tiempo y lugar), olvidando la enorme Obra. con mayúscula-, que la S.F., llevó a cabo durante décadas en campañas extraordinarias a favor de las mujeres de los pueblos y campos de España llevando cultura, sanidad y progreso a zonas a las que había que llegar con mulas o a pié; negando la inmensa aportación social que significó los cursos de capacitación femenina en aulas y seminarios; que desprecia la ingente labor en defensa del patrimonio étnico de nuestro país con sus Coros y Danzas, la creación de los Círculos Medina en los que participaron como conferenciantes los más destacados personajes del momento.

Esta autora, Jesica Belda, que habría que saber de dónde sale, políticamente, parte de una consigna que es solo eso, consigna ,“Hogar, patria, imperio”, para ridiculizar un incomparable trabajo en Auxilio Social, en talleres, educación y enfermería que sería, en otras naciones y en otras conciencias, razón más que suficiente para considerar a la S.F., aun con todos sus defectos, si los tenía, como ejemplo de ósmosis social entre el pueblo y las mujeres de la Sección, como en burla, pero con envidia, la denominan las muy “correctas” Manuela Rodriguez o la Chillida. Estas perlas de la objetividad, olvidan a propósito a mujeres como Mercedes Formica o Carmen Werner, entre otras, que no solo no vivían en la cocina sino que promovieron leyes pro mujeres que nunca hicieron las llamadas feministas.

Personalmente, como antiguo componente de los Grupos de Coros y Danzas, (bailé en sus grupos más de diez años) durante los 50 y 60 del siglo pasado, viví de cerca quienes estaban o dirigían las Delegaciones locales y provinciales de SF, y puedo dar fe- (no me lo cuentan, lo que no pasa con estas comisarias de la cultura oficial de hoy), que la formaban mujeres del pueblo, personas de toda clase y condición, desde el viejo guitarrista del barrio, el huertano de la bandurria, el cantaor espartero, el bailarín de la fábrica hasta la soprano estanquera. o la chica costurera bailando. Nada de élites sociales, nada de “niñas pijo”, aquellos Grupos eran la imagen viva de un pueblo que quería respirar paz y progreso. Por supuesto, aquellas mujeres, aquellas chicas de 15 a 20 o veinticinco años que yo conocí y traté, puedo asegurar que de “ñoñas”, de aguja y cocina, misóginas o “estrechas” no tenían nada. Su alegría, sus ganas de vivir y estar en la sociedad, en el pueblo, su guapeza, y su afán por ayudar a un país en recuperación desde la Sección Femenina de Falange, era una marca indeleble que estas meretrices de la cultura actual o que un texto de Teatro insidioso y ruin, se llamen Belda, Rodriguez o Chillida, no podrán jamás ocultar la grandeza de su función y de su obra.

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