Luis Gutiérrez mira de soslayo los documentos que acreditan su expediente en el Ejército Español. Uno a uno, revisa unos papeles que son el resumen de su vida: su trayectoria en la Infantería de Marina y su incorporación a la Guardia Real, donde se desempeñó durante más de 22 años; los títulos que ha ido obteniendo en materia de seguridad a lo largo de su carrera; sus credenciales en el uso y manejo de armas. «Pero ahora parece que somos demasiado viejos para encontrar trabajo, que no valemos para nada», lamenta. Porque, a sus 46 años de edad, su recorrido en el Ejército ha finalizado. No por deseo propio, sino por imperativo legal.
El Español / El caso de este cabo primero del Ejército es uno más de los 76.686 militares de tropa y marinería que hay en España. Los soldados que ingresan en esta modalidad lo hacen cuando tienen entre 18 y 29 años, a sabiendas de que a los 45 pasan a ser «reservistas de especial disponibilidad». Traducido en otros términos: finalizan su relación con el Ejército cobrando una mensualidad de 600 euros con la compatibilidad de trabajar en otro lugar. En el último ejemplar de Revista Española de Defensa -editada por el Ministerio- se incluye un artículo que interpela al sector privado para que contrate a «héroes» que han combatido en Afganistán, Mali o Irak: «Les devolverán con creces hasta el último céntimo invertido», asegura el texto.
«Pero el problema es que no encontramos nada, que en la misma situación que yo están muchos, muchísimos compañeros. He servido durante 22 años a la Guardia Real [protegiendo al rey, entre otras funciones] y ahora no me contratan ni como camarero», apunta Luis.
– ¿Y cuándo terminó su trayectoria en el Ejército?
– El 1 de octubre de 2015
Enuncia la fecha de carrerilla, sin dejar terminar la pregunta. La tiene grabada a fuego porque era la víspera de cumplir 45 años. Recuerda el despacho de El Pardo (en Madrid, donde se ubica el Palacio Real) en el que un coronel le deseó suerte en su nueva etapa fuera del Ejército: «Me dijo que esa siempre iba a ser mi casa». De eso hace 15 meses y sus sensaciones ahora son muy distintas: «De pronto es como si no existieras».
TRABAJO EN SEGURIDAD PRIVADA
Desde Defensa se ofrecen algunas cifras sobre la reinserción de los efectivos que concluyen su carrera en esta modalidad: 65 plazas de oficial y 737 de suboficial en 2016 y cupos para acceder a plazas ofertadas en la Guardia Civil o Policía Nacional. Pero desde la Asociación de Tropa y Marinería de España se insiste en que estos datos no son suficientes y que se deberían alcanzar convenios con empresas privadas para favorecer la inclusión de los efectivos en otros sectores laborales.
«Porque ahora no nos quiere nadie, o casi nadie», esgrime Luis Gutiérrez. Según detalla, sus títulos en el manejo de armas no le han servido para acceder a puestos de seguridad privada a bordo de atuneros que faenan en aguas africanas: «Creía que siendo infante de Marina y todos los documentos sería sencillo, pero no es así -se aflige-. Y claro, tampoco encuentro en otros sectores, como la hostelería».
Por el momento, sostiene su economía familiar con los 602 euros que recibe por su condición de reservista de especial disponibilidad y con el paro (que dejará de cobrarlo en octubre). Su retribución como desempleado es compatible -con un descuento proporcional- con un trabajo que ha encontrado en una empresa de seguridad de privada, para la que trabaja diez horas al mes en el Palacio de los Deportes de Madrid.
«Cuando acabe el paro, si no encuentro nada, no sé qué pasará. He echado mi currículum en muchas empresas de seguridad, pero ninguna me ha llamado. Tenemos la hipoteca de nuestra casa en Fuencarral (Madrid), créditos, tarjetas… Mi mujer trabaja en limpieza y así vamos tirando. Vivo el presente, pero el futuro se acerca con dos hijos de 13 y 8 años, y pinta mal».