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Los “errejonistas” podrían ser eliminados tras el Congreso de Podemos

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La contundente victoria de Pablo Iglesias frente a Íñigo Errejón sume al errejonismo en una profunda depresión. Ni en el peor de los escenarios se imaginaban una derrota tan dolorosa. Ni siquiera a pesar de que el líder de Podemos hubiera amenazado a las bases con dimitir inmediatamente si perdía alguna de las votaciones importantes. Así que la decepción por el resultado se sintió ayer como un mazazo. Sobre todo porque la creencia generalizada es que estaba en juego el proyecto de Podemos -las «mejores ideas» para «ganar al PP» y «un país»- y la supervivencia de la pluralidad interna en el partido.

El Mundo / Además de la tristeza por el resultado, a los errejonistas les inunda un profundo temor a las consecuencias del pulso. En realidad no es un sentimiento nuevo en ellos. Pero ahora es fácil encontrar a alguien que dé por seguro que se avecina una importante purga interna. Puede ser inmediata, intermitente o a medio plazo. Saben que ahora Iglesias tiene las manos libres, con un Consejo Ciudadano bajo su absoluto control, para aplicar el «rodillo» contra una parte del partido. Y no tienen ningún tipo de contrapoder para impedirlo.

«Está claro el mandato de unidad de las bases pero tenemos la experiencia de lo que pasó en Madrid», dicen algunas fuentes, que advierten de una posible laminación y de que el errejonismo tenga un papel secundario o casi marginal a partir de ahora en Podemos. Había quien ayer daba por seguro su despido.

El peso político de Errejón garantiza que Iglesias vaya a contar con él en la Ejecutiva. Ya lo ha dicho públicamente durante la campaña. Pero el líder de Podemos no ha tenido gestos claros para el resto de los miembros de su equipo. No obstante, Errejón es consciente de que su rol en Podemos no va a ser el mismo que antes. Ahora es secretario político, o sea, número dos del partido, y portavoz en el Congreso, un puesto que tiene una enorme proyección.

La jefa de Gabinete de Iglesias, Irene Montero, dejó ayer el futuro de su compañero en el aire y dijo que sus cargos dependerán de lo que decida el nuevo comité de dirección. Sólo le auguró un «papel fundamental», pero entendiéndolo como el de un peso parejo al de otros miembros de la Ejecutiva de menor relevancia. Quizá por error Montero patinó al señalar que tendría un papel «igual» al de «Nacho Álvarez, Carolina Bescansa o Juan Carlos Monedero». Tres personas que ahora son ex dirigentes de Podemos.

En el pablismo tienen muy claro que la existencia de la Secretaría Política es una «anomalía» que no existe en el resto de partidos, porque ese papel corresponde de por sí al secretario general. Así que lo más posible es que esa cartera desaparezca. Ahora ésta es una macrosecretaría con enormes recursos y liberados. Un cambio implicaría que Errejón no podría contar con una parte sustancial de su equipo de colaboradores. La duda es cuál sería su destino.

El puesto más relevante, por su proyección, es el de portavoz en el Congreso. Errejón no quiso dar ayer ningún paso atrás y se mostró obediente y «a la orden» de lo que le pida la nueva dirección. Eso sí, reclamó «responsabilidad» para saber integrar y administrar la «pluralidad» del partido. Es decir, a la corriente que representa y que según los resultados es un tercio de las bases de la organización. Quizá para meterle presión, el portavoz en el Senado, el pablista Ramón Espinar, puso su cargo «a disposición» de Iglesias.

Sólo el también errejonista Pablo Bustinduy parece tener asegurado un puesto en la nueva Ejecutiva, porque su labor en la Secretaría de Internacional es alabada por todas las corrientes. «El único que podría poner en marcha al día siguiente un ministerio», dicen de él.

A partir de aquí el futuro es oscuro para los que estaban en la primera línea y, sobre todo, para los cuadros intermedios. Hay diputados y trabajadores a los que ni Iglesias ni una parte de los miembros de su equipo saludan desde hace tiempo. Lo que es un ejemplo de la tensión interna que se ha vivido. Por eso, también ayer había cierto alivio, porque para bien o para mal la necesidad vital era que esto acabara. «Ya ha pasado, que es lo que queríamos. Porque así no se podía seguir», explicaban sobre la sensación de asfixia. Respecto al futuro, «pues ya se verá».

Las caras de abatimiento de quienes ayer deambulaban -que no caminaban- por Vistalegre eran la mejor manera de reconocer a los errejonistas, que ni siquiera podían consolarse en la intimidad. Así, donde había un miembro del equipo de Errejón recibiendo un abrazo de consuelo veía cómo detrás de él se daba uno de felicitación a un pablista. Ahora están con tristeza y miedo.

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