La nueva querella de la Fiscalía contra la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, y los miembros «soberanistas» de la mesa Lluís Coromines (CDC), Anna Simó (ERC) y Ramona Barrufet (CDC), ha dado pie al portavoz de la cuota convergente de Junts pel Sí, Jordi Turull, para llamar «golpista» al Tribunal Constitucional y afirmar que la querella «es la versión 2017 del todos al suelo».
LD / Turull ha añadido que «un día como hoy los golpistas entraron en el Congreso; 36 años después es el Constitucional el que irrumpe en el ‘Parlament’ con la Fiscalía para impedir su actividad». El diputado ha aprovechado el aniversario del intento de golpe de Estado para mostrar colmillo separatista un día después de que Puigdemont y parte del PDEcat, la nueva CDC, quedaran retratados por sus mentiras y doble lenguaje tras la filtración de la cita en Moncloa.
La comparación entre Tejero, Milans del Bosch y demás con el Tribunal Constitucional y la Fiscalía está en la línea de la escalada verbal separatista de los últimos días. Los partidos del bloque «independentista» alertan de una teórica intervención del Estado, de la hipotética aplicación inminente del artículo 155 de la Constitución y de una redoblada ofensiva judicial. De poco sirve que el Gobierno persista en la operación Diálogo y que Mariano Rajoy haya tachado de «barbaridad» la posibilidad de recurrir a la vía del 155, que recomiendan abiertamente personajes como Alfonso Guerra o Juan Luis Cebrián.
La realidad es lo de menos para Turull. Y el pasado, perfectamente manipulable. De modo que el diputado se ha entregado a un nuevo ejercicio de hiperventilación. ¿Cómo iba a dejar pasar la efeméride? Su partido necesita inyecciones de épica para superar el papelón de Puigdemont y de su portavoz gubernativa Neus Munté.