Jordi Pujol continúa con su agenda social. Su último acto conocido fue una cena con un grupo de jóvenes en un restaurante de Barcelona. Ante un auditorio fiel, comprometido con la causa nacionalista y entusiasta, el «president», como aún le llaman, se relajó, se soltó y se dejó ir en una conversación que fue grabada y este viernes difunde La Vanguardia en su edición digital.
«…Yo me quedo con toda la mierda, pero no renunciéis a mi obra», cuenta Pujol que le dijo a Mas cuando confesó la fortuna oculta en Andorra, una nimiedad en comparación con el monto total de los negocios del clan. Estaban negociando los términos de la salida de Pujol de Convergencia y el patriarca lo relata así: «Lo que dije a Mas es: mira, yo creo que debo hacer esto. ¿Quieres decir?, respondió Mas.Yo creo que sí, y a mí, expulsadme del partido y me retiráis los honores o la pensión. Un expresidente tiene una buena pensión, que ya no tengo. Ahora bien, en contrapartida por todo esto, por toda la mierda para mí, si yo me llevo mucha mierda, en el partido tiene que quedar poca. El partido tendrá por otras cosas, todos van a juicio, el PP, el PSC… Ahora bien, sobre todo no renunciéis a la obra hecha, esto es capital, de manera que puedo entender porque quedaron traumatizados…»
Dados los resultados de las últimas diligencias judiciales en torno a la «mierda» del partido, el trauma duró poco y no detuvo el procedimiento del cobro de comisiones instaurado por Pujol.
Contra el cambio de nombre de CDC
Pujol vaticina además que ERC se aprovecha del momento de debilidad de Convergencia, augura que Oriol Junqueras tiene todos los números para ser el próximo presidente de la Generalitat y descarta la opción de la alcaldesa Ada Colau. Considera Pujol que si Mas resulta inhabilitado estará «kaput definitivamente», según han señalado desde Libertad Digital.
También se lamenta del cambio de nombre de su partido y pone como ejemplo el caso de Volkswagen:
«…Vuelve a ser el primer productor mundial de coches y hace un año Volkswagen apareció por todas partes como una pandilla de caraduras. Hemos de pagar una multa, pues la pagamos; hemos de decir que lo hicimos mal, bien; que nos debemos someter a inspecciones, también; pero el nombre no lo cambiaremos, porque claro que Volkswagen ha hecho desde el año 35 millones de coches y es uno de los primeros fabricantes…»
«No renunciéis a mi obra». Seguid robando. Es inevitable la pregunta: ¿en qué lugar de la Tierra se puede guardar tanta mierda sin que sea visible? Habría que hacer, como los nucleares, cementerios de bosta pujolista en los cercanos Pirineos y aún así no habría espacio debajo de ellos para enterrar tan gigantesca cantidad. ¡Qué cinismo, Dios!
¡Y pensar que este tío me dedicó hace unos treinta años un libro que había escrito a raíz de darse una vuelta por algunas universidades de estas tierras mesetarias!