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La brillante iniciativa de Hazte Oír

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Pio-Moa
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Por Pio Moa

Hazte Oír viene trabajando desde hace años, defendiendo causas que debieran interesar a cuantos no han perdido el sentido de la realidad y de la moral. Pero una cosa es tratar de hacerse oír y otra conseguirlo, en una sociedad en que los grandes medios de masas son simplemente medios de manipulación y desinformación, que marcan un cerco de muerte civil en torno a los discrepantes, aunque nunca lo consigan del todo. El ambiente sociopolítico del país está marcado por una triple corrupción –intelectual, económica y sexual– que solo puede causar asco a quien guarde al menos un resto de criterio moral y de respeto por la verdad. Pues bien, con su famoso autobús Hazte Oír ha conseguido remover las aguas del estanque hediondo en que quieren los actuales políticos ahogar a la sociedad. El escándalo de los déspotas y fanáticos ha sido mayúsculo, lo que ha aumentado el eco de su necesaria denuncia.

Oigo decir a algunos que detrás de esa organización existe otra misteriosa, secreta y delictiva, llamada «El yunque». He preguntado: ¿qué pruebas hay de su existencia? Y si existe, ¿qué delitos ha cometido? ¿Han sido juzgados sus componentes por algún crimen? Hasta ahora nadie ha podido aclararme estas cuestiones. En cambio, lo que he venido viendo a lo largo de años es que Hazte oír realiza una actividad absolutamente necesaria que nadie más hace. Con defectos como la ridiculez de poner a una revista el título de Actuall, que no sé a qué memo se le habrá ocurrido; o de utilizar una foto franquista de unos niños como expresión supuesta de lo que combaten (los memos, por desgracia, abundan); pero defectos menores, en definitiva. Si un día se descubriera que detrás existe una conspiración contraria en el fondo a las cosas que aparenta defender, me llevaría una gran decepción; pero aún así, su labor de estos años permanecería. Y tiendo a sospechar que detrás de esas acusaciones se encuentran los fariseos que solo defienden de boquilla valores necesarios.

La iniciativa de Hazte Oír ha puesto en evidencia muchas cosas. Para empezar, la putrefacción de una democracia en la que intenta imponerse un despotismo brutal, no ya sobre las ideas, sino sobre los mismos sentimientos de las personas. Una putrefacción en que los más obsesivos y más matones sembradores de odio se presentan como víctimas e intentan aplastar la más elemental libertad de expresión. Ha puesto en evidencia al gobierno, al PP y a algunos obispos cuya política ante la marea de porquería que nos invade consiste en cederle el terreno cuando no colaborar con ella. Una marea en que se confunden los separatismos, las perversiones sexuales, el abortismo (que no es otra cosa que el fomento del asesinato de vidas humanas), el multiculturalismo (que consiste en el intento de destruir nuestra identidad cultural y nacional construida con enorme esfuerzo por nuestros padres y abuelos a lo largo de siglos), la rapiña de los bienes públicos, etc.

Es preciso llevar a cabo iniciativas semejantes, que rompan el muro de silencio y ocultación con que los elementos más corruptos y tiránicos de la sociedad socavan y destruyen una moral, una cultura y una nación cien veces mejores que ellos. Y es preciso que los buenos no cedan ante los malos. Se trata de una lucha cultural de gran alcance, y es necesario conquistar la universidad y la opinión pública que por dejadez se dejan arrastrar por el fango. Nadie debe ver iniciativas como la de Hazte Oír como un espectáculo curioso, sino apoyarlo activamente.

Un ejemplo práctico en el mismo sentido: este blog es visitado por al menos 20.000 personas en cada sesión. A pesar de ello, su proyección en las redes sociales apenas varía entre unas decenas y unos pocos cientos de reproducciones. Ha habido alguna excepción, como el artículo en que se preguntaba si Cifuentes y Carmena tenían pene: ese artículo superó las 4.000 proyecciones en Facebook y varios centenares en twitter (en realidad fueron bastantes más). Lo cual demuestra que las posibilidades son muchas veces superiores a las efectivamente realizadas. Corregir esta situación solo depende de que nuestros lectores y seguidores se sacudan la modorra y la tendencia a la queja inane. Es muy fácil y cuesta muy poco: solo hay que hacerlo.

Artículo de Pio Moa publicado en el diario La Gaceta

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