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El decálogo de 10 mentiras de Jaime Mayor Oreja que va de ETA hasta la irrupción de Podemos

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JAIME MAYOR OREJA
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Se titula El fortalecimiento de la verdad y, quizá por eso, es más que un análisis político. Es, en realidad, la conferencia más sincera -desde una perspectiva personal- que el que fuera ministro de Interior de España y eurodiputado del Partido Popular, Jaime Mayor Oreja, ha pronunciado.

La Gaceta / Forma parte del ciclo El Necesario Fortalecimiento de España, organizado por la Fundación Valores y Sociedad y la Fundación Villacisneros, y ha contado, este miércoles, con la participación, también, de Jon Juaristi.

El escenario analizado: España, desde el año 2000 hasta nuestros días.

El diagnóstico: Desde ese año 2000, la prevalencia de la mentira sobre la verdad se ha acrecentado en España deshumanizando a la sociedad: “Este predominio de la mentira es la causa más profunda del desprestigio del quehacer público, que hoy [en plena operación Lezo, caso Pujol, los cursos de formación…] adquiere en las sociedades occidentales niveles insoportables”.

El método: la elaboración de un decálogo de mentiras instaladas que va desde el desarme de la banda terrorista ETA hasta la irrupción de la organización comunista Podemos en España, pasando por la imposición de un nuevo orden mundial que nos afecta a todos los habitantes de cualquier país del mundo.

Así analiza la realidad Jaime Mayor Oreja:

“…He constatado que la deformación de la verdad histórica de España, la proliferación de diversas “leyendas negras” en diferentes períodos, y nuestro silencio ante ellas, constituye una de las razones por las que la crisis “en” España es ya la crisis “de” España. Pensé también que si desde la falsa historia la mentira nos había ocasionado un singular daño, quienes conocemos la verdadera por haberla vivido, no tenemos derecho a permanecer en silencio…”.

Por eso, Jaime Mayor Oreja, que califica la Transición, la primera victoria socialista y la refundación del Partido Popular de Aznar como etapas llena de “verdad”, denuncia que, desde entonces, la sociedad “se aleja más de la verdad incluso como aspiración”. “El pensamiento débil arrasa, y lo políticamente correcto exige una policía del pensamiento para deslegitimar y marginar a los heterodoxos. Se relativiza todo o casi todo, y preferimos abandonar la verdad para abrazar la mentira. Dejamos de creer”.

Así se configura el decálogo de mentiras instaladas en España desde el año 2000:

Mentira 1: La mayoría absoluta del PP en el año 2000 transformó el partido y a su presidente.

No es cierto, señala Mayor Oreja, que asegura que “quien cambió tras la mayoría absoluta del Partido Popular fue la izquierda española”. Hasta entonces, dice, “la izquierda aceptaba que algún día la derecha, el centro-derecha, pudiese ganar las elecciones. Pero no aceptaba que eso ocurriera de manera reiterada y duradera, y que de esa mayoría relativa no se pasara de nuevo a un Gobierno de la izquierda sino a la mayoría absoluta del PP”. Entonces la izquierda cambió y “decidió movilizar y radicalizar a los medios de comunicación y a los políticos afines”, explica Mayor que asegura que “la izquierda reproducía así el mismo comportamiento que tuvo con el gobierno de centro-derecha en la Segunda República”. “La reacción frente al “Prestige” en las costas gallegas y la movilización por la guerra de Irak, fueron presagio y cultivo de lo que años después daría lugar al movimiento del 15-M, movimiento de los indignados en el año 2011”.

Mentira 2: El atentado del 11-M de 2004 fue una acción islamista como cualquier otra.

Consciente de que se adentra en un tema “polémico”, señala que “sobre los hechos conocidos, que están al alcance de cualquiera, se ha impuesto también la mentira”. “No se puede decir seriamente que aquel atentado no tuvo como principal objetivo cambiar el rumbo de España (…) El objetivo y la razón de aquel atentado era inequívocamente cambiar el rumbo de España. Y por ello, nada tiene que ver con otros atentados yihadistas producidos en distintas ciudades europeas posteriormente. (…) El 11-M fue concebido y consumado deliberadamente para tenerlos”, afirma Mayor Oreja que señala que mantener lo contrario constituye un ejercicio de ocultación de la verdad. “El resultado electoral fue nítidamente afectado por ese suceso y por el uso político y mediático que de él se hizo en los días siguientes, que pretendió y logró en buena medida, hacer pasar por falsario a quien decía la verdad y hacer pasar por defensores de la verdad a quienes la ignoraron y la ultrajaron sin el menor pudor”.

Mentira 3: El Gobierno de Rodríguez Zapatero y ETA no abrieron una negociación.

“ETA dejó de matar porque el Gobierno socialista, y su presidente, abrieron un proceso que no ha dejado de estar vivo y que ha vuelto a hacerse presente en un ridículo e irrelevante desarme de ETA”, comienza sobre esta mentira Mayor Oreja, que describe luego el proceso de esa negociación: blanquear y legitimar el proyecto político de ruptura de ETA; trasladar la apariencia de que nada cambiaba para poner en marcha política antiterrorista opuesta a la de Aznar; hacer creer que ETA, por un lado, y Bildu o Sortu, por otro, eran dos realidades enfrentadas, para inventar una supuesta rebelión de unos frente a otros. “Otegi era ahora el hombre de paz, capaz de rebelarse contra ETA cuando, la verdad, por el contrario, era que todo este proceso estaba liderado por la propia ETA”.

Mentira 4: ETA está derrotada, y los españoles hemos derrotado a ETA.

“ETA no sólo es una organización terrorista. ETA, por encima de cualquier otra consideración, es un proyecto de ruptura de España”, señala Mayor Oreja que concluye que, si bien “gracias a una decidida acción política impulsada por el Partido Popular y a la acción extraordinariamente eficaz de las Fuerzas de Seguridad del Estado” ETA tuvo que cambiar de estrategia, pactó con las fuerzas nacionalistas y con el Gobierno de Rodríguez Zapatero convencida de que sería un camino más útil para la fractura de España. “Cualquier relato que pretenda hacer pasar por provechoso lo que en realidad es desastroso, será siempre una mentira”. “A fecha de hoy, lo que ha producido este proceso como contrapartida al crimen, es que se ha legitimado a ETA”. “ETA no ha alcanzado el poder en la autonomía vasca. Pero es parte del poder en la Comunidad Navarra. Y es la alternativa real al PNV. Y mientras tanto, los partidos constitucionalistas desempeñan un papel secundario y auxiliador del partido gobernante en el País Vasco.

Mentira 5: El problema catalán discurre muy mal, pero el vasco va en la buena dirección.

Una nueva falsedad, alerta Mayor Oreja, que recuerda que sólo hay “un movimiento nacionalista, fruto casi siempre de los complejos de inferioridad del conjunto de los españoles”. “ETA ha sido la tradicional vanguardia del movimiento nacionalista, pero cuando fue consciente de la debilidad de su posición por efecto de las buenas políticas y de la movilización social, decidió dejar de ser vanguardia. Dentro del movimiento nacionalista se va produciendo lo mismo que sucede en un equipo de una carrera de relevos, que el testigo pasa de mano en mano”, describe. Así, este único movimiento nacionalista, aparece como un “vehículo sin marcha atrás. Posee la velocidad que le da la inercia de la insatisfacción y del resentimiento. Y ha jalonado ya tres hitos muy importantes: primero, la obtención de poder a través de las autonomías; luego, el haber enunciado como irrenunciables el derecho a la autodeterminación y el derecho unilateral a la secesión; y finalmente, la preparación de un plan para la ruptura. No tiene marcha atrás. No puede retroceder por sí solo. La única esperanza, hoy lejana, es que el conjunto de los españoles acertemos a poner en marcha de nuevo un proyecto político y un proceso social que puedan oponerle una resistencia suficiente”.

Mentira seis: La crisis era y es económica, financiera y política.

Esta es, señala Jaime Mayor Oreja, “la madre de todas las mentiras”. La crisis que venimos arrastrando “es de carácter moral, está dentro de nosotros mismos”, diagnostica el exministro: “El relativismo es el actual statu quo y frente a él, la reacción, el extremismo, el populismo”. “No me atrevo a predecir, ni mucho menos a profetizar, el desenlace de esta confrontación, inédita para nuestra generación, que se está produciendo en la sociedad occidental. No lo hago porque resulta impredecible, porque la crisis hoy está fuera de control, porque seguimos sin comprender, y por ello sin diagnosticar, su autentica naturaleza”.

Mentira siete: No existe un nuevo orden mundial, un statu quo.

Sí existe, asegura Mayor Oreja. Y es la “socialización de la nada, el resultado de una sociedad líquida, sin valores sólidos y permanentes”. No se refiere “a una especie de camarilla de conspiradores reunidos en secreto para dar forma a su capricho a las nuevas relaciones mundiales”, sino a “las preferencias políticas y de consumo, a los gustos y las aficiones, a las formas del civismo, a los medios y a las redes sociales”. Se refiere Mayor Oreja a “los valores predominantes, que lo son por un largo proceso de decantación secular que ha ido dando forma al mundo del siglo XXI”. Habla de la “evolución del lenguaje moral en el que se comunica hoy la mayor parte de la humanidad”, que tiene como principal referencia “el dinero -máxima expresión del estado líquido-”.

Mentira ocho: Ese nuevo orden mundial es inocuo para los valores cristianos.

Muy al contrario, a juicio de Mayor Oreja ese Nuevo Orden Mundial “tiene una obsesión enfermiza, patológica para destruir los valores cristianos, en términos de civilización, y reemplazarlos por la nada”. Esos valores a destruir son el valor de la vida, la naturaleza del matrimonio y la familia, el profundo y noble significado de la obligación y el sacrificio… Y, por eso, “no es suficiente condenar, con razón y con razones, estos riesgos que encierran el extremismo y el populismo. Es preciso rectificar, ser capaces de abordar la socialización de la nada que sufrimos”.

Mentira nueve: El debate político es el de siempre, nada ha cambiado.

“Afirmar esta mentira es lo más cómodo, es lo que probablemente más gustaría, pero no es verdad, es una mentira más”. Aunque parece que es preferible “pensar y decir que todo sigue igual, que hay un debate entre la izquierda y la derecha, entre los cristiano-demócratas y los social-demócratas, entre los liberales y los socialistas”, el único debate que hay ahora, explica el ex eurodiputado, “es el protagonizado por el statu quo relativista, por un lado, y el extremismo o populismo, por otro”.

Mentira diez: En este nuevo y único debate, lo más urgente es alinearse.

Sin alinearse ni con el statu quo ni con el populismo, Mayor Oreja se declara “huérfano” en lo político y en lo social. “Pero no podemos ni debemos estar en la equidistancia, en la mitad, entre los dos contendientes. A lo que estamos obligados más que nunca es a ofrecer una visión diferente de la crisis total que padecemos. Tenemos la obligación de ir a la raíz de lo que nos sucede, y contarlo. Sabiendo diferenciar que a la hora de afrontar un problema no es lo mismo abrazar el extremo que buscar la raíz del mismo. Lo más urgente es buscar la verdad, decir la verdad, sufrir por decir la verdad, si es necesario; probablemente desde la fortaleza de la soledad”.

Como conclusión, un escenario difícil, pero no pesimista: “Tenemos la obligación de entender que el necesario fortalecimiento de España pasa por trabajar y sufrir en la búsqueda y en el fortalecimiento de la verdad. Y después de entenderlo, hacerlo”.

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1 COMENTARIO

  1. De acuerdo con las diez mentiras que denuncia el exministro Mayor Oreja, Pero ya que debemos buscar la verdad de lo que nos pasa en el presente, tampoco estaría de más que buscáramos el origen en un pasado reciente: la Transición y sus primeros actos y tiempos. En esa etapa estaba ya Marcelino Mayor Oreja como un alto responsable de aquellos actos y decisiones políticas que se tomaron y que tuvieron mucho de vientos que han traído estas tempestades. La bajada de pantalones que aquellos políticos, que se decían españoles, hicieron con los nacionalistas, las posteriores concesiones que continuaron, tales como la educación y la cultura, a las mal llamadas Comunidades Autónomas, la concesión en el lenguaje tiene también sus debilidades políticas, hicieron crecerse a quienes como Caballos de Troya, los separatistas, buscaban el derrumbe y arrasamiento de los «muros de la Patria mía», España. Coronando todo con el despropósito de aceptar uno de los mayores errores en que puedan caer los hombres de Estado: la introducción de la palabra «nacionalidades» en el Preámbulo de la Constitución, Ley de Leyes de una nación con orígenes bimilenarios que no había tenido nunca un resquicio en su Universal Historia en el que cupiera la presunta existencia pasada de una nacioncita en su cuerpo político. Y no digamos ya conociendo como se conocía y se conoce el origen espurio de estos decimonónicos nacionalismos hispánicos; alguno de los cuales se engendraron en cabezas de iluminados y botarates. De todas formas, don Marcelino, hay muchos españoles, que lo advertimos entonces, y que hoy estamos dispuestos a todo, a todo, por restituir la verdad y el verdadero SER de ESPAÑA. Marchemos juntos por la senda de su UNIDAD, GRANDEZA Y LIBERTAD.

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