La actriz Macarena Gómez, Lola en la serie de televisión ‘La que se avecina’, se ha desmarcado del «feminismo radical» que impera en el sector y ha asegurado que sólo es una defensora de la «igualdad» -también respecto a la brecha salarial-.
La actriz ha asegurado que le «encanta» que un hombre retire la silla para que se siente y le abra la puerta. «No pienso que eso sea machismo, sino educación y modales», ha asegurado, antes de decir que cocinaría si tuviera tiempo. «No me sentiría peor ni inferior por ello», ha añadido.
Abrir la puerta, invitar a un café o ceder el asiento a una mujer son formas de mantener la «cultura machista», según estos grupos, cuyo discurso es jaleado desde la progresía institucional y mediática.
Las principales redes sociales han celebrado las declaraciones de la actriz. «Por fin alguien con sentido común», ha dicho un internauta. Otros han recordado que estas actitudes antes eran consideradas una muestra de caballerosidad y galantería. «Ahora resulta que si te gustan esos detalles es que eres una mujer sumisa y maltratada. De locos».
Los colectivos feministas radicales, que consideran una muestra de «micromachismo» estas costumbres consideradas «normales» y de «buena educación» por la practica totalidad de los españoles, callan mientras ante la sumisión que sufren las mujeres en el Islam. En algunos países se las obliga a llevar burka y se las somete a la lapidación por infidelidad o por simple sospecha.
Cabe señalar que en el capítulo del Corán dedicado a las mujeres, se afirma de modo expreso la obediencia de la esposa al marido -por expresa voluntad de Alá- y el derecho del esposo a golpear a su mujer. La interpretación común de los juristas islámicos ha establecido tres grados de castigo: la exhortación con palabras, la privación de sexo conyugal y los golpes corporales.