Una misión arqueológica húngara que excava en las ruinas de la fortaleza de Maqueronte en Jordania, ha descubierto una monumental Mikve, un gran baño ritual que probablemente fue construido para el uso del rey Herodes y su familia, según informan Haaretz y Jewish Press.
ABC / La piscina de purificación hallada, con 12 escalones, es la mayor de su tipo que se ha encontrado en Jordania. Su arquitectura es muy similar a los baños rituales descubiertos en las cercanías de Qumran, al otro lado del Mar Muerto, en Israel, que hasta ahora se consideraban únicos. Los restos de esta Mikve han sido localizados a tres metros bajo el patio real y debía de haber estado cubierta por un techo de bóveda de piedra que probablemente fue demolido por los romanos durante la represión de la gran revuelta judía en el año 71 después de Cristo. Las excavaciones han sacado a la luz restos de paredes y columnas que fueron derribados.
Los trabajos arqueológicos del equipo húngaro-jordano dirigido por Győző Vörös han descubierto enormes paredes intactas del interior de la fortificación occidental, de alrededor de 9,2 metros de altura, que por primera vez muestran las dimensiones que debió tener esta ciudadela de Herodes en el desierto jordano.
En realidad, Herodes no construyó la fortaleza de Maqueronte. Había sido erigida por el rey hasmoneo Alejandro Janneo (104-78 a. C.) en torno al año 90 a. C., pero Herodes I el Grande la reconstruyó para defender sus territorios y, a su muerte, pasó a manos de su hijo Herodes Antipas. Fue durante esta etapa cuando fue encarcelado entre sus muros el profeta Juan el Bautista. Allí bailó Salomé para Herodes Antipas en la celebración de su cumpleaños poco antes de la Pascua.
Según el relato bíblico, Herodes quedó tan satisfecho del baile que prometió darle a Salomé lo que quisiera y ésta, aconsejada por su madre Herodías, pidió la cabeza de Juan el Bautista. «Aunque el rey se puso muy triste, sin embargo a causa de sus juramentos y de los que se sentaban con él a la mesa, no quiso desairarla. Y al instante el rey envió a un verdugo y le ordenó que trajera la cabeza de Juan. Y él fue y lo decapitó en la cárcel, y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre», recoge el evangelio de Marcos (6, 26-28).
Flavio Josefo narra en sus «Antigüedades Judías» (Libro 18, cap.5), que el Bautista fue llevado a Maqueronte encadenado y fue condenado a muerte.
La fortaleza de Maqueronte fue de vital importancia para la defensa de Judea, en parte porque desde ella se divisaba Jerusalén. Cualquier ejército que quisiera acercarse a la ciudad por el este, tenía que ocupar primero Maqueronte y las señales de fuego en esta fortaleza advertían a las otras ciudadelas de la invasión enemiga. Plinio el Viejo consideraba a Maqueronte como la mejor fortificación de Judea, después de Jerusalén. Más fuerte que Herodión o Masada.
Fue destruida por los romanos al mando de Lucilio Baso durante la primera guerra romano-judía, aunque Plinio el Viejo no dice que quedara reducida a cenizas como Jerusalén.