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Miguel Hernández, el poeta que arengaba a matar sin piedad

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Miguel Hernández
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Por Javier Giral Palasí.

Miguel Hernández, poeta al servicio del Partido Comunista en el Ejército Popular durante la Guerra Civil Española, quien en sus poemas glorificaba a la Rusia de Stalin y a la dictadura del proletariado. Siendo comisario político arengaba a los milicianos a matar sin piedad, pero siempre desde la retaguardia y a salvo. Fue autor de versos tan elocuentes contra el jefe de la oposición y de tan elevada profundidad poética como los siguientes:

“MANDADO QUE MANDO A DON GIL DE LAS CALZAS DE CEDA, a ese que lleva robles a las espaldas del Gil y a las del corazón caca.

Al Gil, gili, gilipo, gilipolla,

campana sin metal y sin badajo,

mando un millón de veces al carajo,

pues tanto pus episcopal apoya.

 

Su estupidez de carne de cebolla,

su ensotanada hiel, su alma de ajo

y su cara de culo y de gargajo

han de ser más quemados que fue Troya.

 

Vete, mariconazo: se te ha visto

bajo los pantalones el roquete

y bajo la mirada el ano hambriento.

 

Algún día estarás, me cago en Cristo,

dentro del purgatorio de un retrete

enunciando la mierda con tu aliento.”

 

Puede apreciarse la agudeza de las figuras literarias dirigidas al que fuera presidente de la CEDA, José María Gil Robles, que subió a las cumbres de la lírica de Miguel Hernández calificado de “mariconazo” tras ganar las elecciones de 1933. Por no hablar de las blasfemias tan irrespetuosas como el sonoro “me cago en Cristo”, muy propio de aquellos años de persecución religiosa.  A ver si les gusta más estos versos, extraídos de un poema dedicado a la “democrática” URSS de Stalin:

  “Ah, compañero Stalin: de un pueblo de mendigos

has hecho un pueblo de hombres que sacuden la frente,

y la cárcel ahuyentan, y prodigan los trigos,

como a un inmenso esfuerzo le cabe: inmensamente.”

 

La izquierda ha hecho de Miguel Hernández uno de sus iconos antifranquistas, pues pasó por la cárcel de Ocaña, lo que oculta esa misma izquierda, con Alberti a la cabeza y con Neruda entremedias, es que estos ilustres comunistas no incluyeron al poeta de Orihuela entre las personalidades que habían de recibir protección diplomática en cuanto las tropas nacionales entrasen en Madrid, pues en vida de Miguel Hernández sus compañeros, como Cernuda, le dedicaron un profundo desprecio, negándole la condición de artista

Pero el colmo de la tergiversación es que últimamente se dice, o se da a entender, que este poeta fue fusilado por el ejército  nacional,   sin  embargo  aunque  fue condenado a muerte más tarde se le indultó a una condena a 30 años por sus actividades como propagandista y comisario del Partido Comunista. Y de no haber fallecido en una enfermería de la prisión alicantina y de tuberculosis en 1942, Miguel Hernández sólo hubiera cumplido 5 o 6 años de cárcel, gracias a las diferentes amnistías aplicadas por el franquismo y de las que se beneficiaron la inmensa mayoría de presos.

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3 COMENTARIOS

  1. La verdad es que hay poemas de Miguel Hernández que me gustan. Pero cuando uno lee otros como los que trae a estas páginas Gabriel Giral Palasí, hace una resta intelectual y el poeta queda como persona en un vulgar adulador de criminales dictadores. No menos que los mencionados Alberti y Neruda.
    No sé si le salvaría algo el hecho de no tener sobre el «Padrecito Stalin», uno de los más grandes criminales del historia de la Humanidad, la información que tenemos hoy nosotros, conocedores de los grandes crímenes cometidos posteriormente con sus propios colegas, con parte de los pueblos sometidos al yugo soviético y con parte de las poblaciones de otras naciones del mundo.
    No obstante, que fuera víctima de la feroz y eficaz propaganda del comunismos internacional, no le rebaja mucho esa responsabilidad la intensidad de sus encanalladas expresiones «poéticas». En la historia de la humanidad hay muchas víctimas que no le hacen asco a serlo cuando se rinde culto a los grandes canallas a lo que debe termerse, como era el Partido Comunista de la España de entonces, la Internacional del mismo nombre y su líder mundial, el Gran Canalla, José Stalin.

  2. Todos los poetas, o casi todos, cuando se dedican sus versos a la política, en plan propagandista, dejan mucho que desear. Ocurre con Neruda, con Alberti y, naturalmente con Hernández, lo cual no es óbice para reconocer su calidad literaria. Nadie, aparte de sus fanáticos poemas políticos duda, o eso creo, de su calidad.

  3. Lamentable bache ideológico en el que se hunden los poetas. También Antonio Machado escribió un soneto adulando a Líster.
    Prefiero leer los poemas que no sirven a la ideología del siglo XX que se hundió con el Muro de Berlín.

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