Un año después del 26-J, los comicios propiciados por el nulo entendimiento entre las formaciones políticas llamadas del cambio, el equilibrio de fuerzas que arrojaron las urnas sigue –en esencia– sin variaciones, aunque con matices que permiten observar como han reaccionado los partidos –nuevos y tradicionales– al desarrollo de la primera legislatura efectiva con pluripartidismo.
La Razón / Si hoy se celebrasen elecciones, el Partido Popular volvería a ser el partido más votado, ampliando su ventaja hasta en diez escaños con respecto a su rival directo: el PSOE.
Los socialistas de Pedro Sánchez, por su parte, tras meses de conflicto interno vuelven a colocarse en los niveles de junio de 2016 y experimentan una notable mejoría desde que Pedro Sánchez recuperó las riendas del partido. La cara amarga de este año de balance electoral la representa Unidos Podemos que se ubica en su peor registro en doce meses, cediendo hasta seis diputados.
Su antítesis es Ciudadanos. La formación de Albert Rivera cosecha su mejor resultado y recoge los votos que pierden los populares por los casos de corrupción. El avance electoral del bloque de centro derecha (PP y Cs) les colocaría con entre 173 y 181 diputados, por lo que con el pacto que les une en la actualidad podrían gobernar con una cómoda mayoría absoluta. Por el contrario, el bloque de izquierda (PSOE y Podemos) retrocede hasta los 145/152 escaños, lo que les complicaría la eventualidad de articular una mayoría alternativa como persiguen los líderes de ambos partidos.
Si Mariano Rajoy fue capaz de capear con solvencia el año del bloqueo y registrar un importante avance electoral el 26-J (137 diputados: 14 escaños más que el 20-D) la tendencia ahora no difiere en exceso. Si hoy hubiera elecciones, los populares revalidarían la primera fuerza y experimentarían un avance de entre cinco y nueve diputados, hasta los 142/146 escaños. Sin embargo, este ligero repunte esconde una realidad ciertamente negativa y es que el partido del Gobierno encadena cuatro meses consecutivos de caída en los que se ha dejado 2,8 puntos, 1,8 desde la última encuesta. El Partido Popular registró su mejor dato en marzo, 37%, y actualmente se ubica en un 34,2%. El destino de los votos que cede el PP es prioritariamente la abstención (7,8%) y Cuidadanos (3,8%). La formación de Albert Rivera fundamenta su desarrollo electoral en los votantes que logra arañar a los populares a cuenta de la regeneración, aunque un 87% de quienes optaron por Rajoy el 26-J volvería a hacerlo ahora. Por edades, los populares son la primera opción para los mayores de 45 años y la segunda en los rangos de menor edad. Su mejor dato (30,5%) lo cosechan entre los mayores de 65.
Tras meses de convulsión interna, el PSOE parece que ha encontrado su camino. Los socialistas vivieron un momento crítico en diciembre de 2016, después de la dimisión de Pedro Sánchez, cuando su horizonte electoral se ubicó en el 19,3%. Sin embargo, la labor de la gestora y ahora la vuelta de su secretario general han logrado que si hoy hubiera elecciones, el PSOE prácticamente repitiera los resultados de junio (80/84) y un 22,3% de los votos. Esta lenta recuperación que han experimentado los socialistas sufrió un ligero revés en el mes de mayo, cuando –en plena campaña de las primarias– afloraron de nuevo las rencillas internas. Desde entonces, hasta ahora y ya con Sánchez a los mandos de la nueva dirección, el PSOE crece un 1,8% y aleja la amenaza de «sorpasso» que ya se convierte, prácticamente, en una ilusión, pues aventajan a los morados en 15 escaños y han logrado frenar la sangría de votos hacia la formación de Iglesias, que sólo les «roba» un 2,4% de electores. No obstante, los socialistas tienen todavía un importante descontento entre sus filas, que explica que hayan cedido un 19,5% de votantes a la abstención. Por edades, el PSOE no es la primera opción en ninguna horquilla generacional: es el tercero entre los menores de 45 años y el segundo entre los mayores de 44.
Pero sin duda quien peor ha reaccionado a estos primeros compases de la legislatura es Unidos Podemos, que ha perdido más de un millón de votos. Su estrategia se ha demostrado totalmente fallida. Un año después de las elecciones que propiciaron para materializar –sin éxito– el «sorpasso» la formación de Pablo Iglesias es la que más retrocede. En la encuesta de julio marca su peor dato en estos doce meses (19,1%) y sólo en los últimos dos, retrocede un 1,1%. Con entre 65 y 68 escaños, entre tres y seis menos que hace un año, Iglesias se ubica lejos del ansiado «sorpasso». Además, los votantes morados rechazan artificios como el de la moción de censura y un 16,8% de desencantandos optarían hoy por la abstención, mientras que un 6% de quienes confiaron en Unidos Podemos en junio lo haría ahora en el PSOE. No obstante, Iglesias sigue teniendo predicamento entre los sectores más jóvenes y Unidos Podemos es la primera opción para los votantes menores de 45 años.
La otra cara de la moneda la representa Ciudadanos. La formación de Albert Rivera ha sabido exprimir su rol de bisagra de Gobierno y está rentabilizando sus exigencias al Ejecutivo en materia de regeneración o bajadas de impuestos para seguir sosteniendo a Rajoy. El partido naranja registra en julio su mejor dato desde hace un año –un 13,9%, entre 31 y 35 diputados– y sólo en el último mes crece un 1,3%. Sin embargo, Cs tiene todavía un importante porcentaje de antiguos votantes en la abstención (15,7%) por lo que existen expectativas de mejorar estos datos. Por su parte, el PP sólo le roba un 4,3% de electores. Por edades, Ciudadanos es la cuarta opción, salvo en los mayores de 65 años, donde escala hasta la tercera. Su nicho de votantes está mayoritariamente en el rango de edad de entre 30 y 44 años.
En cuanto al resto de partidos cabe destacar que, en pleno desafío soberanista, ERC consigue sumar entre uno y dos escaños, mientras que el PDeCAT (antigua Convergència) sigue su deriva y cedería hasta tres diputados. PNV, EH Bildu y Coalición Canaria se mantienen en sus datos de junio. El hastío que generó el año del bloqueo y la repetición electoral hace que los españoles tengan cierto reparo a acudir de nuevo a las urnas. Si hoy hubiera elecciones, la participación decrecería en 8,3 puntos con respecto al 26-J, esto es, pasaría del 66,5% de hace un año al 58,2% actual.