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Los comerciantes de las Ramblas: “¿Por qué no había bolardos?”

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comerciantes de las Ramblas
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Sólo el cordón policial, y los desperfectos en los puestos de los comerciantes de las Ramblas, recordaban a primera hora que sólo unas 14 horas antes Las Ramblas fueron el escenario de una pesadilla sangrienta. Las calles, limpias de cualquier reguero de sangre, no mostraban ningún signo evidente. En las vías adyacentes todavía había a primera hora objetos personales: unas zapatillas deportivas, una chaqueta tirada más allá o unas bolsas de ropa con la compra a medio hacer, rememoraban las estampidas que se habían vivido por la zona.

LD / Poco antes de las cinco, los Mossos permitían a los comerciantes acceder al carril central y entrar a sus puestos. “Todo el interior lo tengo destrozado, expositores no tengo ninguno. Lo ha arrasado todo”, decía uno de los quiosqueros próximos a Plaza Cataluña mientras se afanaba en poner los periódicos en orden. “Hay que aparentar normalidad”, decía, mientras los medios de comunicación de medio mundo le rodeaban. “No olvidaré los gritos de la gente, fue terrible”, concluye con una emoción contenida.

Cerca del mosaico de Miró, donde la furgoneta paró su siniestro recorrido, está el puesto de flores de José María. “La gente volaba, fue terrible”, rememora mientras trata de reparar las macetas dañadas de su puesto familiar.

A unos metros de allí, una ciudadana pone un cartel: “Cataluña, lugar de acogida”. A los pocos minutos, una chica pone dos velas, luego, un chico pone dos rosas. A la media hora, el memorial va adquiriendo medidas considerables.

Indignación 

Primero fue la conmoción y el shock, ahora llega el momento de preguntarse por qué, y, en algunos casos, la hora de la indignación.

La valoración de los daños materiales va acompañada de reproches: “¿Por qué no se pusieron bolardos? Decían que daba miedo. Pues estaremos más seguros con pivotes que sin nada”, añadía un comerciante muy cabreado. “Es lamentable. Parece imposible que llegase hasta aquí desde Plaza Cataluña”, comentaba una vecina.

“¿Por qué los Mossos ponen las furgonetas en los laterales y no en la parte central?¿Por qué no hay bolardos? La gente ayer volaba”, decía otro florista a unos metros. “Ya pasó en otras ciudades y aquí no se han tomado medidas. Se ha mirado para otro lado”, comenta un quiosquero.

Entre los vecinos y comerciantes, se van pasando una noticia de diciembre en la que los Mossos rechazaban una advertencia de la Comisaría General de Seguridad de la Policía Nacional en la que recomendaban poner bolardos en las principales calles. “Estaban avisados y lo obviaron”, dice con resignación una camarera de una cafetería lateral.

Desde Plaza Cataluña, el único obstáculo que encontró la Fiat Talento blanco fue el bordillo de unos centímetros. Una vez en Las Ramblas, fue por el carril central, esquivando los laterales para no chocar contra la fuente de Canaletas, los Quioscos o los puestos de flores. Impacta andar a pie esos más de 500 metros y ver como nada detuvo a la furgoneta que se convirtió en una máquina de matar.

Miedo

Aunque muchos tratan de volver a la normalidad, otros puestos ya advierten que no abrirán. Es el caso de una comerciante del Mercado de La Boquería. “Tenemos que recuperarnos de lo de ayer. He venido a ver que todo está en orden y me voy”, añade.

Una dependienta de una tienda de ropa cercana, comenta: “Tengo los pelos de punta. Yo no estaba trabajando porque soy del turno de mañana pero volver me da miedo. Hay un terrorista huido, no saben dónde está, ¿cómo no vamos a tener miedo?”. 

Una mujer, que trabaja en una oficina cercana, ha acudido acompañada de su marido. “Me siento más segura. Me he acostado viendo lo de Barcelona y me he levantado y he visto lo de Cambrils, ¿cómo no voy a estar asustada?”. Y en la conversación, vuelve a flotar el tema de los bolardos. “Ayer era conmoción, hoy es rabia”, concluye.

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