Miren la siguiente tabla. Está sacada del informe Panorama de la Educación 2017, que ha publicado este martes por la mañana la OCDE (corresponde a la tabla C1.3 – página 258 del documento).
LM / Los datos muestran el porcentaje de jóvenes que están inscritos en programas de Educación Secundaria Superior (upper secondary education). Es decir, que continúan sus estudios tras finalizar la educación obligatoria: en España sería el equivalente al bachillerato o la FP post-ESO.
Hemos marcado en rojo los datos de España. Y hay una serie de cifras que destacan sobremanera. Pueden parecer simplemente un dato más, dentro de un informe que tiene cientos de miles de resultados. Pero no lo son. Muchos de los problemas de nuestro país pueden empezar a explicarse con esta tabla.
Para empezar, llama la atención, en la segunda columna, el bajo porcentaje de alumnos que está matriculado en los programas que la OCDE denomina «vocacionales» (en España hablaríamos de Formación Profesional): sólo el 12% de los jóvenes españoles de entre 15 y 19 años, frente a una media del 25% en la OCDE y del 29% en los 22 países de la UE que también pertenecen a la OCDE (todos excepto Malta, Chipre, Lituania, Bulgaria, Rumanía y Croacia). Es cierto que este dato puede deberse a mucha causas. Por ejemplo, a una educación obligatoria que se alarga algo más en algunos países. En España llega hasta los 16 años, con lo que los alumnos menores de esa edad no aparecen en la tabla.
Pero el problema no es sólo de muestreo estadístico. Hay algo más. Por ejemplo, las columnas 5 y 6 de la tabla muestran el porcentaje de alumnos, de todas las edades, que ha escogido estudios generales o vocacionales. En España, el reparto es 65-35%. Es decir, apenas 1 de cada 3 alumnos escoge las ramas profesionales.
Y no sólo eso, hay un dato más que destaca en esta tabla: la columna 7 recoge a los estudiantes que participan en programas de formación y empleo. Los más comunes son los que en España conocemos como FP Dual: el joven que escoge esta opción pasa parte de su semana en el instituto, siguiendo su formación académica, y el resto en una empresa, trabajando. En nuestro país, sólo el 0,4% de los estudiantes sigue esta alternativa, entre otras cosas porque apenas tienen acceso a la misma.
Esto es un problema por varias razones. En primer lugar, la tasa de empleo es más elevada para los que tienen un título de formación secundaria post-obligatoria profesional (FP-74% de tasa de empleo entre los 25 y los 34 años) que para los que tienen un título de formación secundaria post-obligatoria general (bachiller-63%).
Pero además, es que la falta de alternativas viables en FP condena a buena parte de los jóvenes españoles al abandono escolar. Las cifras que luego veremos de estudiantes que dejan su formación tras la etapa obligatoria (la ESO) están muy relacionadas con el maltrato a este tipo de estudios. Muchos adolescentes que no quieren acudir a la universidad o que se sienten más atraídos por las ramas técnicas, no continúan su carrera académica o bien porque sienten la urgencia de ingresar desde ya en el mercado laboral o bien porque no le ven atractivo a los programas que se les ofrecen.
La comparación
Son muchos países y sistemas educativos diferentes. Para la comparación escogeremos a los países ricos europeos que tienen un desempleo juvenil más reducido, según los datos de Eurostat para los jóvenes de 15 a 29 años: Alemania (5,9%), Suiza (6,2%), Holanda (8,1%) y Austria (8,1%). Sí, estas son cifras de paro juvenil (que en España alcanza el 32% para los menores de 30 años), no tasa de desempleo total, que es incluso más reducida en todos estos países.
Ahora, volvamos a la tabla del inicio. Cómo se trata en estos países a la denostada y arrinconada (en España) formación profesional. Pues bien, el 70% de los estudiantes austriacos está matriculado en programas «profesionales» (vocational), en Alemania es el 47%, en Holanda el 69% y en Suiza el 65%. Recordemos que en España es el 35%.
¿Y cuántos de estos jóvenes combina, desde edades muy tempranas, un empleo con su formación en este tipo de programas? Para Holanda no hay datos aunque viendo otras estadísticas de su mercado laboral se intuye que son elevados; pero en los otros tres países sí los tenemos. Están en la Columna 7: en Austria un 33% de los estudiantes está matriculado en un programa que incluye una jornada laboral que le ocupa al menos un 25% de sus horario lectivo, en Alemania es un 40% y en Suiza ¡un 59%! Sí, en España es el 0,4% del que hablábamos antes.
Esto no quiere decir que sólo el 0,4% de los estudiantes españoles tenga un empleo. Muchos de ellos combinan su formación con un trabajo en prácticas o con pequeños trabajos con los que se sacan una paga. No hablamos de eso, sino de la formación reglada integrada con el mercado laboral, en la que las empresas coorganizan con las autoridades educativas los programas, el contenido de la parte académica y laboral, las condiciones de empleo para estos jóvenes…
La OCDE reconoce en su nota sobre España que el porcentaje de horas trabajadas mínimas que exige para hablar de un programa combinado (al menos el 25% de la jornada) deja fuera a algunos de nuestros jóvenes. Bajando algo esa cifra, el resultado final subiría un poco de ese 0,4%. Pero en cualquier caso, el porcentaje sigue estando a años luz del de la mayoría de los países más ricos de Europa.
Las consecuencias
Puede parecer un tema menor. Esto de la formación profesional o la integración de los estudiantes en las empresas o la llegada de los jóvenes al mercado laboral no está en la agenda. Sí, se habla de paro juvenil, pero pocas veces se asocia éste a lo que ocurre durante el período formativo. Y sin embargo, las consecuencias son duraderas, profundas y relevantes:
– Carreras laborales más cortas y menos experiencia: por ejemplo, como ya explicamos en su momento, y puede verse en la siguiente tabla, los españoles están a la cola en cuanto a experiencia laboral al llegar a los 30 años. Aquí hablamos de todo tipo de experiencia (empleos convencionales, programas mixtos de formación-empleo, o jóvenes que estudian y que se buscan un trabajo por su cuenta). Pues bien, suizos u holandeses llegan a la treintena con más de una década de media de experiencia laboral en cualquiera de las tres alternativas. Mientras tanto, los españoles se quedan con 4,7 años (los datos son de la OCDE del informe de hace un par de años). Está claro que esa carencia de experiencia luego se nota en temas como los salarios, la productividad general de la economía o el impacto del desempleo cuando llega una crisis.
– Más trabajadores sin educación secundaria superior: para acceder al mercado laboral con garantías, la OCDE estima que es necesario tener al menos un título en educación secundaria superior. Es decir, no vale con quedarse con la ESO (o el equivalente en otros países a la educación obligatoria). Lo ideal sería que todos los jóvenes tuvieran algo más. Pues bien, España es el tercer país de la OCDE (tras Turquía y México) con más jóvenes de 25 a 34 años que no tienen ningún título post-obligatorio: un 35% en nuestro país (página 51 del informe).
Más de uno de cada tres jóvenes españoles sale del sistema con el título básico (ESO) o incluso menos. Es una cifra elevadísima y que deja a estos futuros trabajadores con muy pocas herramientas con las que enfrentarse a su carrera laboral. Por comparar con los países de los que hablábamos: el porcentaje de jóvenes sin este título post-obligatorio en Austria es un 11%, en Alemania un 13%, en Holanda un 14% y en Suiza un 9%. Y con esos datos, en todos estos países éste es un tema que preocupa y que genera debate.
– Más paro: como decimos, no es sólo una cuestión de tener un título. El porcentaje de jóvenes de 25 a 34 años españoles sin un título en educación secundaria superior que tiene un empleo es del 60%. Para los que sí tienen ese título, la cifra sube al 68%. Es una tendencia que se da en todos los países: a más formación, más empleo y de mejor calidad.
– Más ninis: la falta de alternativas en lo que tiene que ver con la formación se traduce también en desesperanza y en lo que acaba siendo un grave problema social. En España se ha personalizado en los famosos ni-nis, los jóvenes que ni estudian ni trabajan. Según los datos de la OCDE, en nuestro país, el 58% de los jóvenes de 18 a 24 años está estudiando, el 18% no estudia pero tiene un empleo y el 23% no tiene ni una cosa ni otra. Sólo los países más pobres de la OCDE y con un mercado de trabajo más disfuncional tienen cifras peores (Turquía, México, Italia, Grecia; ver página 312 del informe). Por comparar, en Holanda son ni-nis el 7,8% de los jóvenes de 18 a 24 años y en Suiza el 9,4%.
– Peores sueldos: todo esto se traduce, como es lógico, en peores condiciones una vez que se llega al mercado laboral. Según los datos de la OCDE para el conjunto de los trabajadores de 25 a 64 años, no tener esa formación mínima también implica muchas más posibilidades de cobrar menos a lo largo de toda la carrera profesional. En España, por ejemplo, el 68% de los que no tienen ni siquiera esa formación secundaria post-obligatoria cobra por debajo de la mediana salarial (es decir, está en la mitad inferior de los asalariados) y sólo el 13% cobra más que 1,5 veces esa mediana.
A cambio, para los que tienen ese título de secundaria superior que en España tantas veces se desprecia como inútil (parece que si uno no va a la universidad no tiene sentido seguir estudiando o que la FP no sirve para nada), las cifras son del 52% y el 28%.