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Guardias civiles durmiendo en colchonetas y con los “nervios a flor de piel” antes del referéndum

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Guardia Civil en Cataluña
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Pedro* comenzará el día más tenso de toda su vida profesional mirando al techo sobre un colchón hinchable en casa de un amigo. Peor lo tiene Juan, que no sabe dónde va a amanecer ese día que también marcará su carrera. Todo lo que tiene es un sofá y no sabe dónde va a meterlo. “Un amigo me ha ofrecido dormir en su salón estos 20 días. Si voy, tendré que comprarme un somier y un colchón de segunda mano”, resopla.

El Confidencial / Pedro y Juan son dos de los guardias civiles que tendrán que retirar urnas y controlar a las masas en Cataluña en el caso de que se celebre el referéndum. Una presión enorme a la que se enfrentarán sin una casa propia donde dormir, sin tener a su familia a su lado, haciendo jornadas de 10 y 12 horas sin dietas ni complementos y posiblemente perdiendo dinero. En concreto, la mitad de su salario de 1.500 euros, por decisión de la Dirección General de la Guardia Civil, que ha obligado a más de 200 agentes que iban a abandonar Cataluña rumbo a otro destino el 10 de septiembre a quedarse hasta después del referéndum.

“Desde luego, esta no es la mejor situación para mantener nuestra moral alta ante lo que se nos viene encima”, admite Juan. “Nos dijeron que nos tenemos que quedar en Cataluña cinco días antes de coger el avión de salida. Todos hemos finalizado contratos de pisos de alquiler, hemos matriculado a los niños en escuelas del siguiente destino, hemos hecho mudanzas, perdido billetes de avión, vacaciones en hoteles, es un trastorno personal enorme en un momento en el que lo que necesitamos es sentirnos respaldados y valorados por nuestros superiores”, prosigue. “Estamos indignados con Capitanía General por su falta de previsión ante algo que se sabía que iba a ocurrir desde hace meses, y también con los mandos de nuestras unidades por no hacer nada”.

Tensión por las nubes

Todos los agentes consultados coinciden: les esperan 20 días de jornadas laborales eternas en las que ellos van a ser el foco de todas las iras. “Este mes vamos a estar desbordados de faena, con una tensión por los nubes y los nervios a flor de piel. Yo, por desgracia, tengo el cuartel en un pueblo muy independentista y ya se están poniendo los de la CUP con pancartas y armando ruido. Estamos empezando a tener algún encontronazo en la entrada y salida de vehículos. Esperamos que nos pongan pronto una unidad de GRS [los antidisturbios de la Guardia Civil] para proteger a quienes tienen allí a sus hijos y a sus familias”, relata Santi, otro de los 200 agentes retenidos contra su voluntad en Cataluña. Él es de los afortunados: tiene un techo donde dormir porque tenía vivienda (el llamado ‘pabellón’) en su casa cuartel. Pero como su reemplazo ya ha llegado, le ha tenido que ceder el piso y dormirá en un colchón hinchable igual que Pedro hasta que le dejen marchar el día 10 de octubre.


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Por el momento, la Dirección General de la Guardia Civil ha desplazado a 864 miembros de los Grupos de Reserva y Seguridad (GRS) especializados en control de masas, que se suman a un retén de 4.000 agentes en reserva, entre Guardia Civil y Policía Nacional, listos para viajar a Cataluña si la situación lo requiere. “Estamos preparados para lo peor. Seguramente habrá que coger y cargar el 1 de octubre o incluso días antes, porque esta gente no va a dar un paso atrás y habrá que actuar con contundencia y firmeza. Mi mente ya está puesta en esos momentos en que haya que controlar a las masas, porque a menos que paren la votación, va a haber disturbios seguro. Va a ser uno de los servicios más duros en los que nos vamos a ver metidos”, continúa Santi. De momento, ningún agente ha recibido consignas ni instrucciones de sus mandos en ese sentido.

Los oficiales con experiencia en los años de plomo en el País Vasco se están encargando de preparar a sus compañeros ante posibles episodios de violencia y máxima tensión social. José es uno de ellos. “Estuve tres años en Guipúzcoa durante los últimos coletazos de ETA y compararlo con Cataluña y los circos que monta la CUP es irrisorio. Pero sí me preocupa la radicalización que se observa en ciertos sectores de población. Es comprensible que las fuerzas de seguridad quieran tener efectivos por lo que pueda pasar”.

Y explica: “A los más jóvenes o a quienes no han sido nunca el centro de la diana les aconsejo que no se tomen los insultos y provocaciones como algo personal, que sean pacientes y actúen con frialdad. Me da coraje que la Guardia Civil tenga ese sambenito de policía del franquismo, somos la única institución que no ha limpiado su imagen en estos 40 años y la gente en Cataluña nos toma como el símbolo de la represión española. Cuando se nos echan encima los de la CUP o gente indignada, como el otro día pasó en la revista de Valls, hay que estar tranquilo y saber que somos el enemigo útil y que por eso nos increpan”.


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José, agente de larga experiencia, comparte el malestar de los 200 funcionarios retenidos y literalmente sin techo. “Es un ejemplo más de la nefasta gestión de personal de la dirección general. Existe una falta total de empatía hacia su material más honorable, que son sus propios guardias civiles. Que te dé patadas la ciudadanía o la prensa vale, pero que te la den tus propios jefes es frustrante. Todos los agentes en Cataluña vivimos estos días con incertidumbre porque no hay un mandato claro de nuestros superiores. Aquí hay un conflicto y hay que resolverlo como sea. Los independentistas tienen claro su camino, pero desde Madrid no hay claridad sobre cómo impedir el referéndum”.

“Soborno” a los Mossos

A la incertidumbre y tensión de los próximos días se suma una noticia que no ha sentado demasiado bien entre los agentes desplazados en Cataluña: la confirmación de que el Govern ha aprobado un aumento salarial a los Mossos d’Esquadra que podría alcanzar unos 300 euros brutos mensuales. “Uno intenta ser lo más profesional que puede, pero saber que somos el cuerpo peor pagado de España y que encima ahora un ‘mosso’ vaya a cobrar de media 900 euros más que nosotros al mes por un trabajo igual que el nuestro, te deja la motivación por los suelos”.

El runrún entre la Guardia Civil es unánime: creen que la repentina subida salarial de los Mossos d’Esquadra es un “intento de soborno” del Govern para que acaten sus órdenes y no impidan la votación el 1 de octubre. “Puigdemont les quiere comprar para que no interfieran y se mantengan al margen todo lo posible, me huelo que la cosa va por ahí, porque menuda casualidad”, sostiene Pedro. José le secunda: “Se les ha querido comprar, lo tengo clarísimo. Aunque yo sí confío en que gran parte de los Mossos ayudarán a Guardia Civil y Policía Nacional a hacer cumplir las leyes”.

Juan Fernández, portavoz de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), advierte de que si los Mossos no colaboran, todo el peso de retirar las urnas el 1-O recaerá en agentes “en situación laboral precaria y con muchas jornadas consecutivas de trabajo agotador. Pero no importa abusar del servicio de la Guardia Civil porque sale muy barato. Son los únicos funcionarios en España que no tienen ‘turnicidad’ ni se les gratifican las horas extra [se les recompensa con días libres], por eso nos preocupa mucho la carga a la que se van a ver expuestos estas semanas”.

Fernández subraya que los agentes de AUGC en Cataluña “no se sienten culpables de lo que se está viviendo ni creen que sus acciones merezcan ser contestadas” por la ciudadanía, como está ocurriendo a cada intervención o registro. “No quieren formar parte del circo mediático, sino hacer su trabajo con normalidad y pasar desapercibidos. Pero están nerviosos porque las instrucciones llegan a cuentagotas y de un día para otro pueden cambiar. Ninguno desea enfrentarse a situaciones extremas el 1 de octubre”.

“Ahora en Cataluña veremos las consecuencias de haber perdido tantos efectivos en los últimos años. Y pasará lo de siempre, que una persona tendrá que solventar el trabajo de cuatro”, le secunda José Antonio Méndez, presidente de la Asociación Independiente de la Guardia Civil (ASIGC). “A pesar de la gran cantidad de noticias que giran en torno al referéndum, no se hace caso a esto y es algo catastrófico. Se va a cargar con un montón de presión a guardias civiles cansados, mal pagados y a quienes nunca se les dan facilidades, de los cuales 200 a día de hoy no saben dónde van a dormir ni si van a comer en condiciones. Porque si se tienen que pagar una habitación de hotel todo este mes, algo que van a tener que hacer muchos, con el salario que les queda no tendrán para comer. Y si tienen familia, ya directamente tendrán que decidir entre comer o irse bajo un puente mientras se la juegan cada día en las calles”.

La petición de sacrificio y máxima entrega a la Guardia Civil en Cataluña coincide con uno de los momentos más tensos a nivel interno. Muestra de ello es el movimiento de base Jusapol, que reclama justicia salarial para la Policía Nacional y la Guardia Civil. Reclaman la equiparación salarial con Ertzaintza y Mossos d’Esquadra y adelantan a este diario que “habrá manifestaciones periódicas a partir de octubre si no se atienden las demandas”. Por el momento, han convocado un encuentro este 15 de septiembre en Palencia (lugar en el que se originó el movimiento) para constituir la mesa de Castilla y León, primer paso hacia su expansión a todo el territorio.

*Los nombres de los agentes consultados han sido modificados para proteger su integridad.

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