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Puigdemont se enroca ante la presión de su partido para que no declare la independencia

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Puigdemont
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No hay un entorno de Carles Puigdemont, hay muchos. Y cada sector está presionando al ‘president’ para influir en la recta final hacia el referéndum del 1 de octubre. Puigdemont ha utilizado cada uno de estos sectores del separatismo, graduando su peso en cada momento durante los últimos meses para que el ‘procés’ fuera avanzando en Cataluña. Así, a veces convenía un poco más de CUP, por ejemplo, para aprobar la Ley de Transitoriedad; o en ocasiones más ANC, por ejemplo, cuando se imputó a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell. Pero en esta última semana empiezan a aflorar importantes diferencias, sobre todo centradas en qué hacer tras la consulta y en la conveniencia o no de declarar la independencia, según explican fuentes políticas de ERC y del PDeCAT.

El Confidencial / En la entrevista de este domingo en La Sexta, Puigdemont ya reconocía que en cuanto se conozca el resultado del referéndum, el presidente de la Generalitat reunirá al Govern y acudirá al Parlamento y verá qué decisiones tomar. Explicó, además, que «ahora» no está encima de la mesa del Gobierno catalán hacer una declaración unilateral de independencia (DUI), pero “si el referéndum no se puede hacer, a lo mejor alguien la pone sobre la mesa”. Ese ‘alguien’ es un reconocimiento implícito de Puigdemont de que cada familia independentista mantiene un criterio diferenciado y no siempre coincidente sobre la cuestión. En la respuesta de Puigdemont, también se entreveía que el ‘president’ se reserva el papel de árbitro entre las diversas facciones.

Cada sector intenta imponer una línea estratégica, pero por ahora el presidente catalán se ha mostrado muy firme en su plan, que pasa por el referéndum

Estas diferencias afectan a todos y a todo. Desde cómo llegar al 1-O hasta cómo considerarlo válido o qué hacer después. La ya mencionada DUI es ahora mismo el caso más importante. La CUP y algunos sectores minoritarios de ERC apuestan por proclamar la independencia sea como sea después del 1-O si al final las fuerzas policiales frustran la consulta soberanista. Pero el PDeCAT discrepa. Para el partido que coordina Marta Pascal —el partido del propio Puigdemont—, esta opción supondría un error y lo mejor, en este caso, sería convocar unas elecciones autonómicas, aprovechar el tirón que puede tener el independentismo para sacar un buen resultado y, luego, abrir una vía de diálogo con Madrid para negociar una ruptura pactada.

En el PDeCAT perciben que será un error proclamar la independencia, ya sea sin el referéndum o avalados por una victoria del sí. Consideran que declarar la independencia pero no poder ejercer el poder efectivo sobre el país supondrá una pérdida del escaso prestigio político que les pueda quedar a la Generalitat y a los independentistas, tanto en España como fuera del país. En cambio, la ANC y, sobre todo, Òmnium consideran lo contrario: que declarar la DUI es la única posibilidad que tiene el ‘procés’ de acabar con cierta dignidad.

Por ahora, Puigdemont no se mueve. Según sus críticos, porque se ha metido en tal callejón sin salida que, literalmente, no puede. Pero lo cierto es que el ‘president’ no ha cedido ni ante las presiones de Madrid ni frente a las de la amalgama de colectivos independentistas que le facilitan apoyo, entre las que se incluyen en los últimos días, y desde la entrevista con Évole, las de su propio partido. Está en la misma posición que hace un año, cuando hizo su famoso discurso en el Parlament de “referéndum o referéndum”. Tras la consulta del 1-O, Puigdemont acudirá al Parlament. Hay pleno de la Cámara catalana convocado para el 4 de octubre. Allí, Puigdemont pretende declarar la independencia, respaldado por los 72 diputados de la CUP y Junts pel Sí. Esta es la opción que prefiere el ‘president’, y con ella están del todo alineados tanto el vicepresidente, Oriol Junqueras, como el expresidente Artur Mas.

La otra alternativa para Puigdemont pasaría por convocar elecciones ese mismo día 4 de octubre. Miembros del PDeCAT están pidiendo a Puigdemont que avance las autonómicas, pero el ‘president’ es contrario a esta opción. Para empezar, porque le saca del escenario. Pero también porque nunca ha sido su apuesta. En cambio, algunos destacados dirigentes de su partido creen que esta alternativa les permitiría rentabilizar la subida del independentismo en los últimos días, además de preservar las instituciones catalanas evitando que el Gobierno de Mariano Rajoy aplique el artículo 155 de la Constitución y suspenda la autonomía.

Para Puigdemont, ahora el cuello de botella está en lograr abrir los colegios pero, sobre todo, en poder contar los votos. Si no logra hacer una de las dos cosas, difícilmente podrá declarar la independencia. Y entonces es cuando entrarán en juego los intereses de los diversos grupos que rodean a Puigdemont. Pactar con Madrid está descartado. Todos los puentes entre Moncloa y el Palau de la Generalitat están rotos.

Las movilizaciones o la huelga

Pero la declaración de independencia no es el único tema en el que las estrategias en torno a Puigdemont divergen. Este es el caso también de la huelga general que la CUP quiere convocar para el 3 de octubre. Esta idea no cuenta tampoco con el apoyo del PDeCAT, que considera que las huelgas generales las han de convocar las centrales sindicales y no la Generalitat, y que, además, se está exponiendo a Puigdemont a un riesgo innecesario: que UGT y CCOO le den la espalda. Y ERC la ve con desconfianza.

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Todos los sectores coinciden en que para celebrar el referéndum “como sea”, otra vez palabras de Puigdemont, la presión en la calle va a resultar fundamental. Pero aquí también hay divergencias entre los diversos núcleos de influencia. El expresidente catalán Artur Mas, que designó a Puigdemont para el cargo, quiere una presión más constante en la calle. En cambio ‘los Jordis’, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, presidentes de la ANC y de Òmnium Cultural respectivamente, prefieren una dosificación de las movilizaciones, porque prevén que el pulso será largo.

Por ahora, la línea de actuación que se está imponiendo es la de la ANC, como se mostró el pasado fin de semana, triunfando sobre una apuesta por lo que se podría denominar como ‘línea Maidan’, en referencia a las movilizaciones de Ucrania en 2013 y que debería servir para proteger el Parlament cuando desde la Cámara catalana se quiera proclamar la independencia. Una opción que, hoy por hoy, y pese a las presiones de su propio partido, sigue siendo la que mantiene un Puigdemont enrocado.

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