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Los golpistas optan por el enfrentamiento civil en Cataluña

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Puigdemont
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«Seguim!». La consigna separatista no admite interpretaciones. El golpe de Estado contra la Unidad de España continúa. Seguimos, dice Carles Puigdemont. Ha optado por Instagram en detrimento de Twitter para justificar su espantada en el Senado: «No perderemos el tiempo con aquellos que ya han decidido arrasar el autogobierno de Cataluña». Tras haber fracturado al PSOE con el anzuelo de una convocatoria de elecciones, Carles Puigdemont se enroca en el Parlament, que abrirá el pleno de la independencia a las cinco de la tarde de este jueves en vez de a las diez de la mañana, como se había anunciado al principio. El todavía presidente de la Generalidad no presentará el memorial de agravios catalanista en el Senado y niega el diálogo que había invocado durante las tres últimas semanas.

LD / El directorio del golpe separatista -el gobierno en la sombra formado por Mas, Junqueras, sus asesores y los representantes de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Ómnium, la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI), la Asociación Catalana de Municipios (ACM) y la coalición Juntos por el Sí (ERC y PDeCAT)- se ha decantado por «levantar la suspensión de la independencia de Cataluña». La fórmula implica el reconocimiento de que se produjo una proclamación de la república y aclara el panorama. Tras el referéndum ilegal del 1-O cuyos resultados no reconocen ni los observadores internacionales contratados por la propia Generalidad, el gobierno autonómico se ciñe a la victoria del «sí» a la república por un noventa por ciento de los sufragios supuestamente contabilizados aquel día.

República, sí; elecciones, depende

Todavía se discute si la proclama separatista debe ir acompañada de una convocatoria de elecciones «constituyentes» o no. La CUP rechaza de plano los comicios. ERC también. Sólo en el PDeCAT hay debate al respecto. Los consejeros partidarios de una convocatoria electoral sin declaración previa han sido fulminados. Se está a la espera de la decisión de Santi Vila, el consejero que abandera las elecciones. Lleva 48 horas en la duda de si dimitir, resistir o esfumarse.

Contramanifestación

El frente separatista confía ciegamente en su capacidad de movilización social. Se atiene a los portavoces de las organizaciones, que aseguran que las bases están dispuestas no sólo a salir a la calle sino a permanecer en ella. La aplicación del artículo 155 se considera motivo más que suficiente para provocar un «Maidan» o una primavera árabe. Los estudiantes ya están en huelga. Las entidades han convocado a sus militantes y simpatizantes para el viernes ante el Parlamento catalán. La defensa ‘popular’ de las instituciones está garantizada. También la del presidente y los consejeros, con la guardia de Mossos doblada. Los sindicatos independentistas, los comités de empresa y de dirección de los medios públicos, la escuela catalana y los ayuntamientos ya han dado el paso al frente. El separatismo ha optado por el enfrentamiento civil. En ese contexto, Sociedad Civil Catalana (SCC) llama a los ciudadanos no separatistas a salir a la calle el próximo domingo en Barcelona bajo el lema «Todos somos Cataluña».

El engaño al PSOE

El PSOE se ha quedado sin argumentos. La portavoz Margarita Robles ha sido traicionada por el PSC, cuyo primer secretario, Miquel Iceta, ha intoxicado hasta la extenuación con la especie de que Puigdemont estaba dispuesto a dialogar en el Senado y que la convocatoria electoral sin declaración de independencia era una hipótesis factible.

Se confirma el peor de los escenarios a pesar de los toques de atención de la gran empresa y de medios como La Vanguardia. Mil quinientas empresas, y subiendo, ya han cambiado de sede social. El deterioro económico es paralelo al social. El control y gestión de la administración autonómica requerirá, de llevarse a cabo, un esfuerzo ingente por parte del Estado, desaparecido en Cataluña desde hace tres décadas. Los dirigentes nacionalistas están dispuestos a llegar hasta el final. Interpretan el apoyo de los líderes europeos a España como pasividad y las reticencias de Rajoy con el 155 como una señal de debilidad.

Preparativos anti 155

La proclamación de la república está garantizada. No así la convocatoria de elecciones «constituyentes». Oriol Junqueras, igual que la CUP, las descarta por completo. La república es inminente, dice, y es producto del anuncio del 155 y de la negativa del Gobierno a parlamentar. El plazo de dos meses que planteó Puigdemont el 10 de octubre ha concluido a las dos semanas. Los dirigentes separatistas se entregan al exhibicionismo en interminables reuniones. Los Comités de Defensa de la República se reactivan. Las reuniones en el palacio de la Generalidad cuentan con el acompañamiento de centenares de personas que corean consignas separatistas en la plaza de San Jaime. Maniobras de calentamiento a la espera de una nueva exhibición de masas el viernes. En el Senado, el pleno del 155. En el Parlament, el de la independencia. La aplicación del artículo 155 implica el cese de Puigdemont, Junqueras y los consejeros autonómicos. La declaración de independencia por parte del presidente de la Generalidad debería acarrear una orden de detención.

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