Por Eduardo López Pascual para elmunicipio.es
Como canta nuestra consigna, Sigfredo Hillers fue siempre un camarada inasequible al desaliento. Es cierto que anduvo entre proclamas y pronunciamientos quizás excesivos para un reencuentro de todos los falangistas, pero no cabe duda de que su esfuerzo intelectual, su obra escrita y su quehacer práctico, hicieron mucho por la pervivencia de nuestra idea política. Tal vez era extremado en la defensa de sus postulados, más es verdad que se necesitaban por parte del mundo nacional sindicalistas hombres de la talla de Sigfredo Hillers.
Su procedencia ideológica nacida en el seno del desaparecido Frente de Juventudes, le conferían, desde mi punto de vista, una entereza doctrinal y transformadora como solo los miembros de aquellas míticas centurias de las Falanges Juveniles de España -no las llamaré nunca de Franco-, pues su espíritu era muy distinto al que ofrecía el General-, marcaba la sinceridad de su credo político. Me parece que es una de las grandes figuras del Nacional Sindicalismo y su libro, “España una revolución pendiente”, es sinónimo de voluntad y compromiso ideológico y muestra de su categoría intelectual.
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Tal vez no pudo entender las contradicciones que la Falange exponía en años difíciles, y sus derivaciones tanto formales como estructurales, y por eso sus diferencias con otros grupos que demandaban también la herencia de los fundadores. Pero su vida fue un constante grito de lealtad y de lucha en una situación que se nos escapaba de las manos. Sigfredo Hillers de Luque, puede estar orgulloso de su labor, de su generosidad en años donde era fácil el abandono, y hasta los últimos días de su vida, su camino ha sido siempre el de un profundo y apasionado compromiso con el mensaje José Antoniano.
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Yo como simple falangista de base, de a pie, rindo homenaje a este enorme camarada que ha sido y será Sigfredo Hillers. No caeré, no lo pretendo. recitar versos de luceros y eternidades. No es preciso. Todos sabemos que más allá de este valle, se alza el cielo prometido.
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Podía ser todo lo falangista del marqués de Estella que se quiera, pero de Nacional-Sindicalista no tenía nada. Entre otros motivos por su confresionalismo religioso y sus ataques a los fundadores del Nacional-Sindicalismo. La manía trasnochada del culto a la personalidad, por parte de muchos falangistas, no tendría ninguna importancia si no se definieran «Nacional-Sindicalistas condición que no reúnen.