Por Carlos Cervera López para elmunicipio.es
-He olvidado comprar unas latas de sardinas para la cena. Me dirijo al supermercado que tengo al lado de mi casa. Vivo en un pueblo pequeño y allí nos conocemos todos. Al entrar al super, me encuentro que está vacío de clientes, cuanto apenas habrán unas cinco personas, seis contándome a mí. La cajera está muerta de aburrimiento y se ha puesto a reponer unas cajas de leche. Avanzo unos metros adentro del supermercado, abriéndome paso entre los pasillos de las especias y los producto lácteos. Llego a ver las latas de sardinas. En ese momento noto que me llaman. Es Montse, una mujer que es unos quince años mayor que yo. La conocí hace cosa de tres años en unas concentraciones populares que se hicieron en el pueblo, pidiendo la rehabilitación del viejo ambulatorio. Es una mujer que se define así misma como persona de Izquierdas y Independentista. Yo personalmente, que no le hago ascos a hablar con la gente, ni siquiera cuando son de ideas contrarias a la mía. Ella, la considero muy “Especial”, en el sentido de que cuando he podido mantener alguna que otra conversación con ella, su nacionalismo es en ocasiones superado por ese concepto de “izquierdas”, aunque yo más bien lo definiría como social. Pues bien, cuando saca a la luz su cara independentista, no dejo de sonreír en ciertos momentos. Ella que me conoce, se me queda mirándome. No entiende como yo, quiera salir a conocer otras partes del mundo, me interesa viajar y no tengo apego a lo que se refiere el concepto de tierra. Pese a que le he dicho que me considero Español y que eso abarca en mi caso, mi Valencianismo. No concibo una cosa sin la otra. Eso ella no lo entiende, y ya el decirle que soy una persona con mucho interés en conocer mundo, le descoloca de por si.
Cuando mantengo con ella conversaciones de más de una hora, donde le expongo temas de libros que he leído o de artículos concretos, sobre la gastronomía castellana o las leyendas de la mágica Galicia. Ella con gesto torcido me recrimina diciéndome que no necesito salir fuera, que con los años que llevo viviendo en el pueblo y que encima soy Valenciano. ¿Para que salir?. Me quedo mirándola mientras pienso como su mentalidad cerrada la está haciendo pese a ser una mujer con estudios, muy corta de entendederas. Y es que esto es algo que muchos no son capaces de entender, hablo de los que bajo el paraguas del progresismo teñido del sentir de la “Terra”. No son capaces ni tan siquiera de salir de su casa para conocer lo que sucede y disfrutar de las diversas tradiciones culturales que nos ofrece España. Eso es lo que le digo siempre a esta mujer, España es eso y no la derecha o Aznar. Que su Antiespañolismo, el de los nacionalistas está justificado bajo esas consignas machaconas.
Finalizada esta última conversación, de despide de mi con un beso y esperando una vez más que yo cambie. No sabe que lo mío no es un capricho ni un pecado. Es simplemente el saber entender la historia tal como fue y sobre todo, el saber que tener una mente abierta a conocer, no le hace daño a nadie. Desde aquí hago un llamamiento a aquellos que están haciendo el ridículo en Cataluña y aquellos que por las tierras de levante intentan copiar su estilo y “ética”. Que el independentismo se cura leyendo y también, viajando.
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