Nuestros pies pasan mucho tiempo trabajando. Es importante que los cuidemos con un calzado adecuado. O todo nuestro cuerpo se puede resentir.
La compra de unos zapatos es mucho más que una cuestión de gusto personal. Si no, pregúntate cuántas veces has salido de una tienda y después de haber pasado varias horas caminando te has empezado a acordar de quien los fabricó o de quien te los vendió, y no en el buen sentido. Sin embargo, la culpa siempre es nuestra, porque no prestamos atención a detalles que importan en este sentido. Es más que buscar un zapato bonito y elegante. Hay otros elementos que se deben tomar en cuenta. Nos explican algunos desde 24hrs. Y no son consejos únicamente destinados al público femenino.
La suela, que sea flexible
Cuando damos un paso, lo primero que toca el suelo al caminar es el talón. Después se va dejando caer el resto de la planta. Es un movimiento que hacemos de forma inconsciente, pero que condiciona el modo en el que deben estar hechos los zapatos. Cuando más flexible sea la suela, mejor será el movimiento que haces al pisar. Podrás doblar el pie de forma cómoda sin forzar.
Si esto es importante cuando andas, si vas a correr en algún momento lo es aún más. Así que huye de las zapatillas que tienen una suela muy rígida porque solo te harás daño.
Para saber el grado de flexibilidad de un zapato, prueba a coger del talón a la punta e intenta doblarlo hacia adentro. Si consigues que las dos partes se unan, es la mejor opción. Si no se dobla por lo menos hasta un ángulo de 90º, ni siquiera pienses en llevártelos.
Que permita al pie transpirar
El pie al moverse necesita oxigenarse lo mejor posible. Además, un zapato cerrado que impida la transpiración no solo hace que el pie sufra, sino que se pueden desarrollar hongos debido al calor y la humedad que se genera en el interior.
Por ello, elige modelos fabricados con tejidos naturales o piel auténtica. El cuero sintético es lo más parecido a envolverse los pies en plástico que te puedes imaginar.
No elijas un zapato demasiado justo
Uno de los errores más comunes es elegir la talla de zapato que se ajuste mucho al pie. Aunque es evidente que hay que mirar un calzado que sea de tu talla, los dedos de los pies no deben estar apretados nunca a la punta. Lo ideal es que haya alrededor de un centímetro de espacio libre. Además, si haces la compra por la mañana, piensa que a medida que pasa el día los pies se hinchan un poco. La mejor hora para comprar es a finales de la tarde o después de tu jornada de trabajo.
Siempre que puedas, pruébate los dos
Puede parecer una tontería, pero un zapato te puede quedar perfecto y el compañero ser bastante diferente. Por eso, si ves que la prueba te encaja, pide el otro y anda un rato con los dos. No te imaginas la cantidad de veces que un par de zapatos no parece iguales cuando se utilizan.
Todos los zapatos hay de “domarlos”
Tenlo como norma. No es buena idea salir de la tienda con los zapatos nuevos puestos. Sobre todo si vas a pasar mucho tiempo haciendo cosas hasta llegar a casa. En lugar de ello, utilízalos en el interior de tu hogar para asegurarte de que son cómodos y “domarlos” un poco. Piensa que si por alguna razón no te vienen bien y los quieres cambiar, no podrás hacerlo si los has llevado por la calle.
Si antes de comprar tienes estos consejos en cuenta, tus pies y todo tu cuerpo te lo agradecerán. Y tú caminarás más a gusto.