El golpista contra la Unidad de España Carles Puigdemont, el ‘molt honorable president’ de la Generalitat de Cataluña para los separatistas, carga sobre sus espaldas con un pasado familiar reflejo de esta España heterogénea.
El abuelo del golpista Carles Puigdemont se refugió en la Sierra de Cádiz huyendo de los comunistas
El principal instigador de los golpistas contra la Unidad de España enraíza con el oriente andaluz, con Jaén y Almería, origen de su abuela materna Manuela Ruiz Toledo. Carles Casamajó, su abuelo, su «referente» y de quien hereda el nombre como homenaje, se enamoró de esta sureña muchos años antes de que se perdiera su pista en un campo de concentración para republicanos en Noé, cerca de Toulose.
Pero el golpista Carles Puigdemont también tenía su abuelo paterno, quien bajó por necesidad al sur aunque por motivos radicalmente opuestos.
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Respondía al nombre de Francisco Puigdemont Padrosa regentaba una pastelería familiar en Amer (Girona), hogar y lugar de nacimiento de Carles Puigdemont en el año 1962.
Francisco Puigdemont, de profundas convicciones religiosas (su hijo Josep le recordaba llorando cuando quemaron la iglesia de Santa María), tuvo que huir de la zona roja evitando así luchar a favor de los republicanos, que estaban asesinando a los inocentes durante la guerra civil al mismo tiempo que quemaban las iglesias.
En un primer instante, dio el salto a Francia, donde le retuvieron y mandaron de vuelta a España. Entonces, como han descubierto los investigadores del Archivo Histórico Provincial de Cádiz, Francisco Puigdemont varió abruptamente su trayectoria para refugiarse en la sierra gaditana junto a su cuñado, el cura Juan Oliveras Galcerán, hermano de su mujer.
Esta nueva pieza de la historia se cimenta en una circular del alcalde de Benaocaz, el pueblo que dio asilo al abuelo del golpista contra la Unidad de España, Carles Puigdemont, y a su tío-abuelo en su huida de los comunistas. El regidor José María Aragón envía este escrito al gobernador civil para informarle de los refugiados que se encontraban hospedados en su localidad, sólo ellos dos, además de señalar que los gastos de manutención los sufragaba su ‘hermano político’, que ocupaba el cargo de párroco de la iglesia benaocaceña.
La misiva viene fechada del 14 de noviembre de 1938 y corresponde a un fondo de la junta provincial de beneficiencia, un organismo que controlaba las obras benéficas ya desde el siglo XIX. Una formalidad burocrática para mantener el control sobre los refugiados en la zona nacional y que ha desvelado la presencia de Francisco Puigdemont en la Sierra de Cádiz, tal y como informan desde el diario ABC, El Mundo y La Voz de Cádiz.
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El abuelo fue destinado poco tiempo después a un penal de la ciudad de Burgos, donde se encargaría de suministrar alimentos a los por entonces ‘enemigos rojos’, y en el 1940 regresaba a su pastelería en Amer. Volvía a su tierra con dos uniformes negros de la Falange Española, que regaló a dos de sus hijos: Josep (11 años) y Xavier (12), el padre de Carles Puigdemont. Este último, que nacería 22 años después, se convertiría en un crítico acérrimo del franquismo y en el principal impulsor de la ruptura con España. Pero esta historia aun está por escribir, aunque ya ha empezado de mala manera con su Golpe de Estado contra la Unidad de España.