Tras conocerse la sentencia por la que se condena por «abuso sexual» a cinco miembros de La Manada a nueve años de cárcel y otros cinco de libertad vigilada, el diario digital valenciano –Rambla Libre– ha publicado un editorial en el que asegura que “la única que tendría que estar en la cárcel es la denunciante”.
Debido a que esta editorial de –Rambla Libre– ha logrado una gran difusión en las principales redes sociales, reproducimos el texto íntegro del mismo a continuación para el interés de todos nuestros lectores:—Los 46″ del video que grabo “El Prenda” en la supuesta violación: “Esto es la manada”—
Linchamiento judicial de 5 inocentes: La única que tendría que estar en la cárcel es la joven
«…Se ha culminado un linchamiento judicial de 5 inocentes. Es una sentencia deleznable condicionada por el prejuicio y precedida de una histérica campaña de presión mediática y política, con el Ayuntamiento de Pamplona y el Gobierno de Navarra de acusaciones. La sentencia es un desprecio total a la racionalidad, al mínimo sentido de la Justicia y una eliminación completa de la presunción de inocencia, lo cual es de extrema gravedad y nos afecta a todos.
El comportamiento de esos personajes reunidos animalescamente en torno al gráfico concepto de “La Manada” es deleznable. También es deleznable el comportamiento de la joven madrileña de 20 años, que quiso participar en un degradante sexo en grupo y luego presentó una denuncia completamente falsa sobre violación, que nunca existió. No hubo ningún “delito continuado de abuso sexual con prevalimiento”. Esta sentencia es una completa estupidez, para intentar contentar a la jauría feminista y a la izquierda abertzale. Ni con prevalimiento ni sin prevalimiento, porque no hubo nunca, ni de lejos, abuso sexual. La joven quiso tener una experiencia de sexo en grupo. Es una práctica que se ha ido extendiendo entre la descompuesta juventud española, bien aderezada de drogas y alcohol. Acompañó a los jóvenes un largo recorrido de forma voluntaria y amigable. Se besó con el más joven antes de entrar en el portal, en el que entra voluntariamente. Que durante “la tuerka” -sexo en grupo- se mantuviera con los ojos cerrados es irrelevante, es una completa estupidez haber insistido tanto en esa vulgar chorrada.
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Presión e histeria feminista
Estamos ante personajes deleznables con comportamientos deleznables. A nosotros, que creemos en la moral natural, la misma reprobación nos merece esa gentuza de “La Manada” que esa gentuza de joven que se ha hecho pasar por víctima para presentar después una denuncia más falsa que un Judas de plástico. No hubo la más mínima violencia, por eso no se ha podido sostener esa extravagancia de la violación, ni la más mínima agresión sexual. La única que debería estar en la cárcel, en este caso, es la denunciante, quien manifiestamente incurrió en el delito de denuncia falsa.
Hay muchas lecciones a extraer en esta asquerosa historia, respecto a los valores que una educación progresista, adoctrinadora y permisiva ha inculcado en nuestra juventud. Los cinco miembros de “la manada” son el producto de la enseñanza socialista de la Junta de Andalucía. La joven madrileña de los programas de la Comunidad de Madrid. Un miembro de la manada era Guardia Civil y otro, militar. Es una vergüenza para la Benemérita y para el Ejército, cuyos sistemas de admisión y su nivel moral actual han sido puestos en evidencia. Es el ex guardia civil el que roba el móvil. Ha pasado por una academia y está en un ambiente de Casa Cuartel y es escoria. ¿Cuántos más así hay en la Benemérita y en el Ejército?
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¿Qué valores morales han recibido los jóvenes españoles que se emborrachan por sistema, que se drogan y que practican el sexo en grupo como estrictos animales? ¿No se les ha enseñado que el sexo nada tiene que ver con la procreación y que hay que experimentar? ¿De qué se escandalizan la beatería progresista, la izquierda abertzale y el feminismo lésbico cuando ellos son los culpables? De los polvos progresistas vienen estos lodos. Se está recogiendo lo que fuerzas disolventes y degradadoras de la sociedad han ido sembrando a través de la escuela y los medios de comunicación como modelos ejemplares y tolerables en una sociedad relativista, que no diferencia entre el bien y el mal, y que sólo rinde culto a la avaricia y a esa corrupción que siempre se esconde tras la subvención.
El sexo en grupo en un portal de Pamplona ejercitado con manifiesta libertad por seis degenerados, cinco varones y una hembra, es la consecuencia de una sociedad sin valores, sin pulsión moral; ese portal de Pamplona es un remedo de zoológico, es también la consecuencia del progresismo que, como un veneno, se ha ido inoculando durante décadas.
Todo eso en el terreno de la moral (o de la falta de moral o de esa ponzoña de la moral relativista). En el terreno legal, esos cinco varones son manifiestamente inocentes (no prejuzgamos su actuación con otra joven en Pozoblanco). Nunca debieron ingresar en prisión. Es manifiesto que tanto ellos cinco como la joven después de su conducta animalesca siguieron haciendo su vida normal. Nunca esos cinco varones debieron ser condenados y cabe esperar que el Tribunal Supremo resuelva este desaguisado. Quien debía haber sido condenada, siguiendo los trámites procesales, es la joven que ha presentado una clara denuncia falsa, aunque el sistema judicial, contra todas las evidencias y la racionalidad, haya decidido que no existen las denuncias falsas. Esta es la prueba de que sí existen.
A la joven no le gustó la experiencia y entró en pánico cuando comprendió que la gentuza con la que había estado haciendo sexo en grupo podían colgar las imágenes en las redes sociales, porque la eliminación social del pudor ha convertido esas redes sociales, con frecuencia, en una exhibición de impudicia. Pero ha sido el progresismo el que ha criminalizado el pudor.
Los seis de los sanfermines de 2.016 practicaron a lo que ha conducido una sociedad sin moral, degradada, que ha exaltado el vicio como virtud. No tiene sentido que tantos y, sobre todo, tantas hipócritas se rasguen las vestiduras. Y no tiene ningún sentido esta sentencia absurda y demencial…»
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