Homenaje a Eduardo López Pascual: Una noche en el paraíso
Por Eduardo López Pascual para elmunicipio.es
Pocas veces una persona puede invocar un estado tan grande de satisfacción que le haga exclamar publicamente, o desde el interior de su intimidad, que ha tocado el paraíso. Y sin embargo, a fuerza de ser sincero, tengo que confesar sin la menor duda que lo que viví en la noche del sábado, dieciséis de junio de 2018, en un acto tan inesperado como inmerecido -y no es una salida airosa a la modestia-, que mis amigos y mis camaradas, y mis compañeros en la aventura cultural y literaria que abracé hace muchos años, me regalaron para hacerme pasar una noche, dejarme que lo diga, directamente en el paraíso.
Fue la generosidad de tantos amigos y compañeros en este caminar juntos, buscando otra frontera que nos acercara a la poesía, a la amistad, al servicio de una causa justa e intemporal, lo que se desprendía en esa noche donde la presencia de recuerdos personales, la voces entrañables de amigos y de cómplices en una aventura común a la busca de un grial de versos y de relatos, o de historias para contar, marcaban la voluntad de quienes generosamente asistieron a un acto tan especial para mí, que me hicieron vivir una horas en un estado de shock emocional inolvidable.
Engañado, delicadamente, por los organizadores de aquella mágica velada, Antonio Ortega (Triunfo) y su mujer, Rosa, acompañados por innumerables y generosos cómplices, mi reacción ante el amable estruendo de unas manos palmeando el cálido ambiente de una sala repleta de familiares, de amigos y amigas, de camaradas venidos de Madrid, de Valencia y Granada, de Toledo, de Murcia, de Cartagena, que me ofrecían su calor y su valor. Allí me encontré con mis mejores camaradas de siempre: Jorge Juan Perales -testigo de unos años de ilusión azul-, Luis Miguel Villegas, humanísimo ejemplo de entrega a un ideal, Carlos Galán, insignia de buen hacer falangista, Julián Villaverde con la fuerza de sus Gallos de Marzo, y tuve el honor de ver allí, en la mesa de invitados nada menos que a Miguel Hedilla, que es para mí Historia y memoria, al director de elmunicipio.es Jorge Perales Nieto y naturalmente mi gente de mi ciudad, compañeros y colegas, poetas de esta Cieza que es y será cuna de artistas y escritores sobre el Segura, la presencia de mi familia toda, o el testimonio en mensajes de palabras en vivo, o en papel, enviándome su recuerdo y su saludo en un momento tan singular para mí, fue -y no tengo rubor en decirlo-, de una verdadera estupefacción que me dejaba completamente inerte.
Emocionado por la realidad que veía, traspuesto -si se puede decir así-, me sentía impedido para sopesar adecuadamente el valor de lo que me ofrecían tantas personas de bien; amistad, generosidad, empatía por lo que humildemente a lo largo de mi vida hubiera podido hacer al servicio de nuestro pueblo, sin mirar hacia atrás con ira, sin levantar muros de incomprensión, sin creer en discriminaciones sin sentido y sin moral (algo que en el fondo no me procuraba dificultad que no se pudiera vencer, o disgusto que no quisiéramos aventar). Quizás por todo eso no supiera corresponder o expresar en esos momentos, mi gratitud a quienes me ofrecían un acto que yo, un pobre escribidor, un soñador de pueblo, imaginando como el escritor, caminos de libertad y cultura nunca llegué a pensar. No sé si estuve a la altura de las entrañables circunstancias que me acompañaban esa noche; a todos ellos, y no me atrevo a citar nombres por tenor al olvido, mi gratitud infinita, mi emocionada deuda, por unas horas que no tengo empacho en creer que fueron únicas de una noche en el paraíso.
A todos los que hicieron posible el homenaje a este amigo que solo os puede dar un agradecimiento imborrable, infinito, gracias. A cuantos quisieron y pudieron estar junto a mí, y mi mujer Eladia, verdadera y mis hijos, perdonarme que no recurra a nombres porque no puedo. Gracias, muchas gracias.
Enhorabuena , merecido homenaje. AE!
¡Enhorabuena! Desde Granada me uno al merecidísimo homenaje y lamento no haber estado presente. Un fuerte abrazo
Un hombre de bien y un falangista intachable: un ejemplo a seguir.