¿Dónde están los falangistas?
Es hora de despertar de nuestro letargo político
Por Eduardo López Pascual para elmunicipio.es
Con pena y con mucha decepción asisto impotente -no tengo poder e influencia para cambiar las cosas entre los falangistas-, cómo todas las fuerzas políticas, incluso las recién creadas, se asoman al mundo social y democrático con ilusión y razones, aun que no las comparta, en esta realidad ciudadana que es España. Veo con cierta tristeza su aparición o su permanencia en las diferentes convocatorias electorales mostrando con fervor sus propuestas, algunas o muchas que no me gustan, pero que movilizan a propios y extraños con tal de presentar sus candidaturas que, en verdad, no tienen ni la historia ni el mensaje que los auténticos falangistas pueden ofrecer a un pueblo español que, por cansancio o por hartazgo de mentiras y falsas promesas, votan por castigar la corrupción, el clientelismo o la ruptura del mismo Estado.
Y sin embargo ahí están, repartiendo sus programas y hasta consiguiendo votos, concejales y diputados; tal ocurre con Partidos como Equo, Cup o el último de la fila: Vox, éste, incluso favorecido por gentes que podrían sernos simpatizantes, o dándole palmaditas de aceptación desde cierta prensa digital en principio afín a nosotros, quizá solo por observar como grupos como el Movimiento Falangista de España o Falange Auténtica, que representan (para mi) la verdad falangista, continúan jugando al “yo mejor que tú”, o lo que es más negativo, al “somos incompatibles”, detalle que en este caso particular, no acabo de entender y me esfuerzo en restañar aunque fracase en el intento.
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Creo que es hora despertar y de ninguna manera asistir, inermes e inanes, al suicidio de la gran historia nacional sindicalista que, si bien es verdad que cometimos -como estructura política-, muchos errores, siempre es tiempo de rectificar y reemprender un camino al menos de dignidad política. Otros, y lo sabemos muy bien, llevan en sus genes y en su memoria tantas equivocaciones como nosotros, pero mantienen su idea de participar en el futuro común. Nosotros, y lo digo. “volvemos a los galgos y podencos” y así, ciertamente, nunca seremos nada. Ya está bien, camaradas, dejemos los divergencias personales, olvidemos los protagonismos (me refiero a los partidos falangistas que son y se consideran constitucionalistas aunque pidamos su posible reforma), para volver a defender públicamente la respuesta joseantoniana al tiempo precario e injusto que vivimos. No se atisba la presencia del MFE o FA en las próximas elecciones municipales, autonómicas o Europeas, y esto es para mí casi un certificado de desaparición; en tanto, partidos carentes de “pedigrí”, ya preparan sus alternativas y sus programas.
Ya os digo, tengo muchos años y soy ajeno a cualquier estadio de responsabilidad política, pero nunca dejaré de abogar por una inteligente y leal colaboración entre los falangistas que queramos contribuir con un programa azul que tengamos que procurar, para el mejor servicio a España. Otra cosa será nuestra evidente desaparición como doctrina -mistificada por algunos-, y como partido político. ¡Ah¡, y un aviso, hay partidos hoy que casi sin estructura, implantación y afiliados han sido capaces de dar una imagen de fuerza y poder. ¿Qué nos pasa a nosotros, con más historia y más programa? No hay ilusión. ¿Perdidos por unas irracionales divergencias propias de jóvenes ineptos? Vamos, sería conveniente que alguien se dé cuenta y luche por formar una respuesta inteligente.