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Cuando Ciudadanos también quería derogar como VOX la Ley de Violencia de Género

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Albert Rivera y Santiago Abascal
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Cuando Ciudadanos también quería derogar como VOX la Ley de Violencia de Género

Mucho han cambiado las cosas en el seno del partido que lidera Albert Rivera.

LD / Hace apenas cuatro años, cuando Cs se decidió a dar el salto definitivo a la política nacional, la formación naranja defendía abiertamente la derogación de la aberrante Ley de Violencia de Género que instauró José Luis Rodríguez Zapatero en 2004, una norma que, entre otras perlas, vulnera de forma flagrante uno de los principios esenciales del estado de derecho, la sagrada igualdad ante la ley, al imponer penas diferentes a hombres y mujeres por la comisión del mismo delito. Sin embargo, en la actualidad, Rivera y los suyos, en una nueva muestra de cobardía y, sobre todo, profunda hipocresía, se han plegado por completo a la directrices que marca la dictadura de lo políticamente correcto que impone la progresía imperante sobre esta y otras tantas materias.

El pacto inicial que han alcanzado PP y Cs para gobernar en Andalucía corre peligro tras el rechazo frontal de VOX a una de las medidas acordadas, la relativa a la llamada «violencia de género». El texto en cuestión señala que ambas formaciones impulsarán «un Gran Acuerdo contra la Violencia de Género en Andalucía que desarrolle en nuestra comunidad los avances logrados con la aprobación del Pacto de Estado contra la Violencia de Género», dotando con recursos suficientes «todas y cada una de las medidas previstas en la ley 7/2018, de 30 de julio, por la que se modifica la ley 13/2007 de 26 de noviembre de medidas de prevención y protección integral contra la violencia de género, a fin de acabar con esta lacra social».

Dicho punto hace referencia, por un lado, al Pacto de Estado contra la «violencia de género» que fue aprobado por unanimidad en el Congreso el pasado año y que, entre otras medidas, incluye una partida de 200 millones de euros extra al año destinada a tal fin, y, por otro, a la Ley contra la Violencia de Género específica de Andalucía, aprobada en julio, y que, entre otras muchas barbaridades, otorga subvenciones sin necesidad de denuncia previa, amplía el concepto de «violencia de género», incluyendo los delitos cometidos fuera de la pareja, e impone la «coeducación» de género en la enseñanza. Pero VOX, que entre sus postulados defiende tanto anular la norma aprobada por Zapatero como combatir la «ideología de género», ha sido muy claro al respecto.

Luchar contra la violencia machista con recursos y medidas para que nadie abuse de una mujer no es una opción, es una obligación para todos. Firmamos el pacto de Estado y lo aplicaremos en Andalucía y en todas las CCAA que gobernemos. La libertad y la igualdad no se negocian.

Esta posición, sin embargo, contrasta de forma diametral con el discurso que mantenía el propio líder de Cs y su cúpula hace escasos años, antes de que la cuarta ola feminista y sus afamadas huelgas desembarcaran con fuerza en España, recibiendo el cerrado aplauso de la izquierda mediática. En las elecciones generales de 2015, el mensaje del partido naranja era muy diferente al actual, hasta el punto de que coincidía, básicamente, con el de VOX. Para empezar, porque su programa apostaba por sustituir la actual normativa estatal por una nueva «Ley contra la Violencia Intrafamiliar» para eliminar la distinción de penas en función del sexo.

A este respecto, Carlos Pracht, entonces candidato de Cs por Cantabria, afirmaba que «es innegable que hay violencia, una violencia extrema. Ciudadanos lo que propugna es equiparar la violencia tanto machista como feminista, no sé cómo llamarla, al alza, no a la baja». La diputada Marta Rivera, por su parte, protagonizó un polémico debate en TVE en el que, con escasa habilidad dialéctica y discursiva, cargó, igualmente, contra la Ley de Violencia de Género. «Tan grave es que un niño vea cómo su padre mata a su madre como que vea que su madre mata a su padre».

El hoy también diputado Toni Cantó llegó incluso a denunciar en Twitter, allá por 2013, cuando todavía militaba en UPyD, que «la mayor parte de las denuncias por violencia de género son falsas. Y los fiscales no las persiguen. Las estadísticas son sesgadas».

Eran tiempos en los que Cs abogaba por la igualdad ante la ley y por calificar estos delitos como «violencia doméstica», acabando así con la asimetría penal por cuestión de sexo que había introducido el PSOE y, posteriormente, avaló también el PP. Su intención inicial era igualar las penas con independencia del sexo del agresor o la víctima. Pero nada de eso queda ya en el programa de Cs. Más bien todo lo contrario. Los furibundas ataques que recibieron por parte del feminismo patrio y la progresía social amedrentaron a los de Rivera a las primeras de cambio, motivo por el que poco después, en las generales de 2016, ya no quedaba ni rastro de tales propuestas. Los naranjas compraron el discurso políticamente correcto sin ofrecer la más mínima resistencia, haciendo honor, una vez más, a su merecido calificativo de partido «veleta».

VOX, por el contrario, no se arruga, al menos por el momento. Pero, ¿qué es lo que pide? La izquierda acusa al partido de Santiago Abascal de querer desproteger a las mujeres, pero no es eso lo que dice su programa, tal y como resume el blog Contando Estrelas:

Rocío Monasterio, responsable de Asuntos Sociales de VOX, afirmaba lo siguiente en 2015: «Defendemos la eliminación de la legislación basada en ideología de género y la reforma de la Ley de Violencia de Género reconvirtiéndola en una Ley de Violencia Intrafamilar» para que se respeten los derechos fundamentales «tanto de las denunciantes como de los denunciados». Es decir, lo mismo que decía hace poco Cs.

Asimismo, en su programa de 2015 (página 36) reclamaba «la eliminación de la legislación basada en ideología de género y la reforma de la Ley de Violencia de Género reconvirtiéndola en una Ley de Violencia Intrafamilar que ampare a todos los miembros de la unidad familiar y proteja de forma efectiva esta célula social primordial». Y para ello planteaba «restituir la igualdad jurídica» que reza la Constitución en su artículo 14, de modo que «las penas sean iguales por un mismo delito para todos los ciudadanos, sea cual sea su sexo u orientación sexual», así como «respetar los derechos fundamentales tanto de las denunciantes como de los denunciados, en este último caso no vulnerando la presunción de inocencia, impidiendo que se invierta la carga de la prueba (que el acusado no tenga que demostrar su no culpabilidad) y evitando aplicar las detenciones preventivas».

En su último programa, publicado el pasado año, insistía en esta misma idea: «Promulgar una ley de violencia intrafamiliar que proteja por igual a ancianos, hombres, mujeres y niños. Supresión de organismos feministas radicales subvencionados, persecución efectiva de denuncias falsas. Protección del menor en los procesos de divorcio».

El partido de Abascal también pretende acabar con las «subvenciones millonarias a asociaciones que fomentan el feminismo supremacista y las imposiciones ideológicas de la izquierda», evitando así la creación de redes clientelares.

«…Que no se manipule más. Lo que pedimos es que no haya prejuicios, se respete presunción de inocencia, la independencia judicial y que se acaben las subvenciones millonarias a asociaciones que fomentan el feminismo supremacista y las imposiciones ideológicas de la izquierda…», palabras de Francisco Serrano.

Y es que, por mucho que la izquierda -Cs inclusive- afirme lo contrario, ni la vigente Ley de Violencia de Género ni el reparto de partidas millonarias entre las feministas acordado por el resto de partidos han demostrado ser eficaces contra estos delitos, puesto que el número de víctimas no se ha reducido tras el viraje sectario que impulsó el PSOE. Lo peor de todo es que, pese a la clamorosa injusticia que arroja esta normativa discriminatoria y perversa o la evidente ineficacia que reflejan los datos, la inmensa mayoría de partidos, a excepción de VOX, tragan con la gran estafa de la «violencia de género». Veremos si los de Abascal aguantan o no este nuevo envite.

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