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El PP de Rajoy pide el voto para VOX

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Mariano Rajoy y el logo del Partido Popular
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El PP de Rajoy pide el voto para VOX

Por Federico Jimenez Losantos

Escribo esto sin conocer el discurso de clausura de Pablo Casado en la Conferencia del PP, aunque doy por seguro que será bueno y abundará en la carta de principios enviada a los militantes en la víspera de lo que se presentaba como la cuadratura del círculo: unir al PP de Rajoy y de Aznar como si ninguno de los dos existiera, o sólo existieran ambos con permiso del joven líder, calculador en su generosidad y generoso en el cálculo. Por desgracia, en el cálculo matemático elemental, dos menos dos son cero. Y uno menos uno, es cero. Y aunque sobre el Cero los hindúes fundaron las matemáticas, dejaron los milagros para sus dioses, diosas y multiespíritus.

Un problema de confianza

Casado ha hecho, está haciendo, un esfuerzo titánico para depurar el PP sin depurar a nadie, para reprogramarlo en clave liberal sin depurar a los que lo desprogramaron en un sentido socialista, para apuntar a cambiarlo todo sin cambiar demasiado ni hacer cambiar a los que no quieren cambiar nada, se niegan a reconocer sus errores y desprecian el peligro mortal que corre su partido ante el auge de Vox. El resultado del intento de intentar desde dentro y por las buenas una tarea que les están haciendo desde fuera y por las malas, es meritorio, pero abocado al fracaso. Porque el problema del PP con su electorado no está en exhibir o no los principios de antaño sino la confianza en que pueda mantenerlos mañana tras traicionarlos ayer.

Es posible olvidar la parte de culpa de Aznar en la situación actual del PP y de España, porque queda lejos, como se olvida la de González en la del PSOE, porque ZP y Sánchez han convertido en mortal e irreversible lo que pudo ser venial y reversible. Pero olvidar la responsabilidad del PP de Rajoy en la situación que padece España ni se puede ni se debe. Rajoy y su larga era en el Partido y el Gobierno no pueden aparecer como parte de la solución del PP ante un electorado que los ven como parte del problema. La paz interna de un partido interesará mucho al partido. A la nación, nada.

El viernes de las puñaladas

Para colmo, si Aznar se empleó a fondo defendiendo el liderazgo de Casado, tanto Rajoy, Pastor y Alonso como, ay, Feijóo, e incluso Maroto, el sorayismo anfibio y simpático, convirtieron el viernes en una enmienda a la totalidad del sábado y el domingo. Y sin alternativa, porque no la tienen. Están para estorbar, como Gallardón -y después Rajoy- contra el partido de Aznar: son la oposición interior al PP, aplaudida por la Izquierda mediática.

Pero estorbar, vaya si estorbaron. El fantasma de Rajoy se apareció al fantasma de Ana Pastor en una alucinante entrevista-butafumeiro que debieron interrumpir los senilistas del Samur o el exorcista más próximo. Como no es posible que en un año pueda deteriorarse tanto la capacidad intelectual y el sentido del ridículo, la perio-ouija permitió comprobar que Falconetti no ha llegado al Poder por casualidad sino porque una provecta cofradía de politicastros encantados de conocerse se lo puso facilísimo. Si la fulgurante deserción del PP de la que se presentó como “Soraya la del PP” mostró que no son gente de fiar, esa penosa actualización del Abuelo Cebolleta con una enfermera sorda eschuchando sus batallitas imaginarias dejó claro que la falta de ética no desmereció nunca el nivel de su estética.

Más grave es lo de Feijóo. Tras gallardonizarse hasta el extremo de insultar a Vox como cualquier columnista de El País y proclamar algo tan absurdo y despótico como decir que “no tiene cabida en Galicia” lo que ha entregado al PP nada menos que Andalucía, sólo a templar gaitas con él y Juan Vicente Herrera cabe atribuir la defensa del Estado de las Autonomías en la citada y presuntamente liberal carta de Casado. No puede decirse que el PP convoca a toda España a unirse en torno a la idea de Libertad cuando se defiende un tinglado genuinamente liberticida. ¿Acaso hay una sola Autonomía que garantice a los españoles más libertad e igualdad ante la Ley de lo que lo haría un Estado unitario o con unas competencias mucho más limitadas que ahora en Seguridad, Educación, Sanidad y Justicia? No. Las Autonomías son demostradamente liberticidas. Que sea difícil matarlas no significa declarar sagrada la enfermedad, en clara metástasis libertófoba.

Maroto y la moto de género

Y el colmo llegó, tras los rezongueos de Alfonso Alonso y el sorayeo que se retrataba junto a Feijóo (será por fotografías) con Maroto, que dicen que es de total confianza de Casado. ¡Con amigos así, para qué enemigos! ¿Pues no sale el Viernes de traiciones en defensa de la Ley de Violencia de Género diciendo que “es indiscutible que existe una violencia contra las mujeres por el hecho de serlo” y que esa posición ideológica del PP, que nunca tuvo hasta que la decretó la izquierda mediática, “es definitiva”?

No existe la “violencia de género”. Hay violencia, hay géneros y hay leyes, que no pueden discriminar por género sin dejar de ser leyes, sino por el tipo de violencia ejercida contra una persona, sea mujer, hombre, niño o anciano. Salvo los violadores y los asesinos en serie, que también lo son de niños y de ancianos, las mujeres asesinadas lo son siempre por su cercanía al asesino, no por el hecho de serlo. Eso supondría que todo hombre ejerce la violencia contra toda mujer también sólo por el hecho de serlo. Y eso es tan falso como que Maroto sirve a Casado. A la primera ocasión, traición.

Los tres puntos más débiles del PP con respecto a Vox son los que muestran su incapacidad de lucha ideológica y cultural contra la Izquierda: las Leyes de Memoria Histórica y Violencia de Género y la discriminación sistemática del español en las Autonomías bilingües, también en las del PP. Contra esas tres formas de atropello, asumidas y jaleadas por el rajoyismo, ni una palabra dijo Aznar, pese a estar en contra de las tres. Y sin plantear esa disposición a combatir y no a heredar y mantener lo que la Izquierda va dejando en las Leyes, como ha hecho el PP de Rajoy, que es el que conocen los españoles desde hace quince años, es imposible creer en sus promesas. ¿Cómo creer en ellas si las imaginamos, porque no es capaz de hacerlas?

Una política sin razón de ser

Medio PP, el que apareció el viernes, pedía el voto para Vox, como el toro que, harto de luchar, se dice que “pide la muerte”. Ese partido, esa política, para el votante de derechas, sobran. Han demostrado que son cobardemente incapaces de entender lo que pasa en España tras el golpe de Estado en Cataluña; en buena parte, responsabilidad del PP. Ni entienden la profunda humillación nacional que ha supuesto el Golpe ni el movimiento de reacción popular que se manifiesta en Vox. No sé lo que dirá hoy Casado, aunque sé que lo dirá bien, pero lo que ha hecho ese medio PP en cuanto le ha dado ocasión es obligarnos a recordar que, en la derecha, hay alternativa. Tal vez no haya sido buena idea montar un espectáculo con tantos actores en escena que no se saben o no quieren aprenderse el guión.

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