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Violencia, la otra cara del feminismo

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Violencia, la otra cara del feminismo

La manifestación feminista del 8 de marzo ha abierto estos últimos días los telediarios y portadas de todo el país. Sin embargo, varias de aquellas mujeres que dicen luchar por la igualdad han terminado protagonizando escenas de lo más autoritarias. Ejemplo de ello fue el asalto a un aula de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) por parte de feministas que no respetaron la libertad de sus compañeras para asistir a clase.

LM / El Día de la Mujer también nos dejó, entre otros, unas imágenes de una alumna a la que tiraban al suelo por el mismo motivo: disentir con grupos radicales y ejercer sus libertades.

Hemos contactado con varias jóvenes que, de una u otra manera, disienten con el feminismo actual para recabar su experiencia personal con estas militantes. Aurora González es una estudiante de Derecho de 20 años. Se califica a sí misma «feminista disidente». Le preguntamos a qué se debe su cambio, su negativa a ser parte del feminismo que antes aceptaba. «Me dije a mí misma que algo tenía que estar fallando. Excluían a mujeres transexuales, a las que les gusta el sadomasoquismo, a las de derechas, etc. No quería ser parte de un movimiento que dividía en vez de unir. Creo que a partir de ese momento empezaron a perder la cabeza y a reivindicar cosas estúpidas», nos cuenta. «Viven en una burbuja de victimismo en la que todo les pasa por ser mujeres», añade. Además, asegura que los insultos por redes sociales por disentir con el feminismo hegemónico son constantes y que, aunque no le hacen el vacío en persona, sí le ponen mala cara por sus posiciones.

Aitana asistió (o lo intentó) el pasado viernes a clase, pero se sorprendió al ver cómo grupos de feministas radicales asaltaban su aula de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid. «Se trata de un feminismo de izquierda manipulada que trata de imponernos un canon de feminismo agresivo y antisistema a través de intimidaciones y acoso», afirma. La han calificado de «facha» por asistir a clase el 8 de marzo. «Quedé impactada y casi a punto de llorar. Para ellas, por estar allí, éramos todo lo antagónico al feminismo».

Su compañera Sofía Vascós también nos habla sobre aquel día: «Fue surrealista, desde manotazos y empujones hasta lanzar una bomba de humo». Según relata, fue la organización PanyRosas la que protagonizó el asalto y no es la primera vez que no se trata a los disidentes con el feminismo hegemónico con respeto: «Si cuestionas mínimamente tópicos feministas como la brecha salarial, la existencia del heteropatriarcado o la eficacia de la Ley de Violencia de Género, la gente no suele escuchar las críticas y te tachan de retrógrado o clasista a la mínima que no pienses como ellos».

Beatriz Amaro también estaba aquel día en la UAM y, al igual que sus compañeras, sintió ganas de llorar al ver el «espectáculo». El año pasado le ocurrió algo parecido al ir a clase. La excluyeron del movimiento y la trataron como a una alienada. Le preguntamos cómo actuó la facultad al ver lo que estaba ocurriendo en su aula. «El profesor sólo intervino para evitar que los compañeros se pegaran entre sí, pero después se marchó. El decano fue avisado y nos dijo que presentáramos una queja formal. Los de seguridad nos comentaron que en años anteriores habían lanzando insectos, que la universidad estuvo llena de cucarachas y que todas las aulas acabaron pintarrajeadas. ¿Quién vino a limpiarlas? Una mujer», cuenta indignada. Beatriz ha tenido que aguantar descalificativos como «facha» o «machirulo» por el simple hecho de dar su opinión. «Se justificaron diciendo que era una huelga contra el capitalismo y el sistema», asegura.

Por desgracia, este tipo de actitudes violentas no son exclusivas de la UAM. La agresividad de estos grupos ha sido reportada en varias zonas del país, y no sólo el Día de la Mujer. Otro caso que llama la atención es el de Jenny. No es estudiante universitaria, pero ha tenido que aguantar todo tipo de insultos en redes por sus posiciones. «Hija de perra, ojalá te mueras, ojalá pongan una bomba debajo de tu casa»… Son sólo algunas de las lindezas que ha recibido por parte de la órbita feminista. Al ver la deriva que estaba adoptando el feminismo en España, decidió crear un grupo en las redes llamado Unga Unga Army como respuesta. Su hashtag, el mismo que el nombre del grupo, ha llegado a ser trending topic en Twitter.

Estas victimas de la violencia ideológica dan su particular respuesta al feminismo actual. Según Aurora, habría que despolitizar el movimiento, «dejar de usar a las mujeres como instrumento y dejar de subvencionarlo, así como no dar voz a las extremistas». Aitana, por su parte, cree que es necesario educar a las personas como las que asaltaron su clase. Su compañera Sofía opina que «el enemigo no es el hombre ni el eternamente citado sistema heteropatriarcal, sino una misma. Las mujeres a nivel individual debemos poner el foco de atención en la propia autoestima y fortaleza personal, negando todo tipo de sectarismo violento», añade.

Asimismo, Beatriz cree que «no podemos dejar que se llame movimiento feminista a quienes defiendan la irrespetuosidad, la desigualdad y la violencia». Jenny cree que «todos los que discrepamos debemos unirnos y hacer fuerza. Mirar más en grupo que individualmente». De lo que están seguras todas estas mujeres, y muchas más, es de que el movimiento feminista hegemónico debe cambiar para mejor y rechazar la violencia e imposición como medios para conseguir sus fines.

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